Poco antes de las 10 de este sábado, dos albañiles contratados para hacer arreglos en un departamento ubicado en calle Buenos Aires 315, en el Centro de la ciudad de Córdoba, llamaron a la Policía porque según relataron en ese momento apenas ingresaron al lugar percibieron un olor nauseabundo que venía del tercer piso.
El encargado de la obra permitió que los primeros agentes que llegaron al lugar ingresen al departamento, el 3° B, que estaba cerrado apenas con una puerta precaria, hecha con tablas de madera.
El relato que figura en el parte policial describe que en el departamento hay una sala de estar; a la derecha, la cocina, y sobre la izquierda, el baño, y a unos dos metros de la puerta de ingreso, en una habitación, hay un armario. Allí, dentro del placard, envuelto en unas mantas y con un cable de televisión como atadura, había un cuerpo en estado de descomposición, sentado.

El encargado informó que había sido contratado para el trabajo por Javier Grasso, el inquilino de ese departamento. Quien vivía allí era su hermano, Horacio Antonio Grasso, un hombre que estaba con prisión domiciliaria y con tobillera electrónica.
Hay una cosa que se sabe ya: el muerto no es ninguno de los Grasso. Javier ya fue ubicado por la Policía y Horacio hace pocos días volvió a prisión porque fue detectado violando la domiciliaria. Está en el Establecimiento Penitenciario de Bouwer.
La víctima: un misterio
¿Quién es el muerto? O la muerta, habría que aclarar, porque el cuerpo fue hallado en tal estado de descomposición que no se puede determinar ni siquiera el sexo. Por el tamaño del cuerpo, se especula que podría ser una mujer y por la apariencia de los restos, que podría llevar casi dos años sin vida. Sus pies son esqueleto, declararon los albañiles.
El cuerpo estaba bien escondido. El armario estaba sellado y sobre la colcha había cemento. ¿Por qué empezó a despedir olor? Porque los obreros abrieron el armario -varios días antes de este sábado, aquí ya cambia la versión inicial- y al encontrar “el paquete” lo descubrieron parcialmente y dejaron así.
Desde ese momento, se podía percibir el “olor a panteón”, como lo definieron algunos vecinos.
Uno de los trabajadores reveló que uno de los hermanos Grasso les ofreció dinero para deshacerse del cuerpo. Se negaron y eso los llevó a, finalmente, dar aviso a la Policía, con una versión algo “retocada” de un hallazgo repentino, que llevaba en verdad al menos dos días.
Los investigadores aguardan ahora la estimación que hagan los médicos forenses de la “data de la muerte”: la fecha aproximada en la que se produjo el asesinato.
Con una ventana de tiempo pueden rastrear entre las denuncias abiertas por desaparición de personas quién podría ser la víctima.
El caso ingresó en la fiscalía de instrucción de Distrito 1 Turno 5, que está a cargo de María Celeste Blasco, quien en feria es subrogada por su par Florencia Espósito.
Un convicto por un caso estremecedor
Hay una cosa más. Desde la Justicia se informó que el hombre que vivía en el lugar y que volvió a prisión es Horacio Grasso, el mismo expolicía que fue condenado hace 16 años por la Cámara 3ª del Crimen de la ciudad de Córdoba por el crimen del niño Facundo Novillo Cancinos, quien en la lluviosa mañana del 26 de marzo de 2007 fue alcanzado por un proyectil de FAL al pasar el auto en el que viajaba en medio de una balacera entre bandas narco rivales entre los barrios más pesados en ese momento del sudeste capitalino, Colonia Lola y Miralta.

Un balazo destrozó el vidrio trasero del Renault 12 en el que viajaba la familia de Facundo y el disparo le dio en la cabeza al niño, que tenía 6 años.
Grasso había sido exonerado de la Policía pocos años antes por haber sido encontrado responsable de un robo en un local de venta de ropa. y luego de eso comenzó una historia delictiva que acumuló antecedentes hasta que fue condenado a 27 años por el crimen de Facundito.

En 2019 logró la prisión domiciliaria porque demostró que tenía una afección cardíaca que el Servicio Penitenciario no había sabido tratarle correctamente. Por ello un juez le permitió continuar su pena en casa de su madre en barrio General Paz. El 16 de julio de ese año mantuvo una fuerte discusión con su madre y terminó golpeándola brutalmente, según reveló, en ese momento, Radio Universidad. Esto derivó en un llamado a la Policía de parte de los vecinos que cuando llegaron al lugar se encontraron con Grasso arriba de los techos de la casa de su madre amenazando con suicidarse. En ese momento, Grasso se escapó por los techos y así violó la domiciliaria. Cuando fue reducido, volvió a prisión.
A pesar de contar con este antecedente, habría logrado nuevamente salir con el beneficio del arresto domiciliario, aunque con una tobillera electrónica.