Una triangulación que tuvo, una vez más, su epílogo en Córdoba. La investigación de la banda que cayó a fines de mayo por el tráfico de cocaína en un tubo de GNC desde Salta a Córdoba también encontró un punto de contacto en Rosario y dio más pistas sobre cómo operaba.
Tras el procesamiento dictado en septiembre por el juez federal N° 1 de Córdoba, Ricardo Bustos Fierro, la Sala B de la Cámara de Apelaciones confirmó por estas horas la denegación de la excarcelación y prisión domiciliaria a Francisco Singh (64), por lo que continuará con preventiva.
El salteño (dijo ser chofer de vehículos para personas que se encuentran bajo tratamientos médicos) quedó implicado a partir del hallazgo de cinco kilos de cocaína oculta en el tubo de GNC de una Renault Kangoo de su propiedad en una playa de estacionamiento de Carlos Paz. Transportó la carga durante más de 1.000 kilómetros desde Salta a Córdoba sin ser detectado.
El fiscal N° 3, Maximiliano Hairabedian, ya había desglosado la investigación de una previa. Detectó una serie de comunicaciones y movimientos sospechosos entre Singh y su coterráneo, Ramón Liborio Morales (63), quien fue sindicado como el presunto proveedor de la cocaína.
Tubo “blanco” en Córdoba
Entre febrero y mayo de este año, la pareja conformada por Norma Patricia Tula (55) y Julio César Flores (50) (un exoperador de pantalla de dos famosos cantantes cuarteteros) se habría confabulado para vender drogas que habrían obtenido de Morales.
Las sospechas aumentaron a fines de mayo. Singh quedó bajo la mira judicial por un viaje que realizó desde Tartagal (donde residía) a Carlos Paz. Al parecer, debía entregar un cargamento de estupefacientes a Morales en su propiedad (donde tiene tres dúplex) ubicada en Santa Cruz del Lago, la pintoresca localidad pegada a la villa serrana.
Las intervenciones telefónicas fueron clave para seguir el “hilo” de los movimientos. En una de las comunicaciones, sugestivamente Singh le manifestó a Morales que “ya tenía las cosas” (en aparente alusión a la cocaína) pero que, debido a que se le había roto la “herramienta”, tenía un retraso en el viaje.
En un lenguaje elusivo, Morales le respondió que estaba “en la dulce espera”. El 26 Singh partió de Tartagal y dos días después ingresó a la casa de Morales, donde este recibiría la carga.
Tras algunos minutos, Singh viajó luego hasta una playa ubicada en Sarmiento 270, a tres cuadras del Cucú, para chequear su Kangoo. Se presume que allí la había dejado para “enfriarla” (apostarla algunas horas para confirmar que no hubiera sido rastreada por las autoridades).
Allanamientos y otro viejo conocido
Con la ayuda de un escáner, los gendarmes detectaron anomalías en el interior del tubo de GNC. Al cortarlo, hallaron los cinco kilos de cocaína distribuidos en “panes”.
Al allanar uno de los dúplex de Morales, fue detenido Singh con más de 130 mil pesos y el ticket de la playa donde fue hallada su Kangoo.
En otra propiedad de Morales, en Parque Síquiman, hallaron más de 39 mil pesos y casi 1.000 dólares, y lo detuvieron. Morales estaba cumpliendo una domiciliaria por otra causa por drogas, radicada en Mar del Plata, en la que también está implicado.
Al declarar, ensayó que había enviado a su amigo Singh en Salta un grupo electrógeno que se había dañado para que lo reparara, pero que, al no conseguir las piezas originales, Singh había decidido viajar a Córdoba con las rotas para intentar comprar las genuinas.
En un allanamiento simultáneo, fue capturado Eduardo Fabián García (57) en su casa de Rosario. En su Peugeot 206 detectaron una bolsa con 85 gramos de cocaína en el filtro del aire acondicionado, que habría ocultado para su posterior comercialización.
Al igual que Morales, García arrastraba una domiciliaria por otra causa penal por drogas. En 2020 había sido condenado a seis años de prisión junto a Luciana “la Vieja Alcira” Pereyra, la famosa “narcoabuela” cordobesa de 86 años, y otros imputados.
En ese expediente, García quedó involucrado como proveedor de drogas (por lo que recibió seis años), y “la Vieja Alcira” y su hijo Marcelo Luis Faraone, de 59, como conocidos vendedores con un largo historial delictivo.
En las comunicaciones de la actual causa, García fue captado manteniendo varios diálogos con Morales, quien, asimismo, sostuvo otros con Flores, su novia, Tula, y Singh.
Por otro lado, también fue imputado Leonardo Gastón Ceballos, un policía e instructor de tiro de Córdoba, luego de un allanamiento en su casa, donde se secuestraron cuatro armas (tres escopetas y dos pistolas) y municiones.
Fue acusado de acopio de menciones de armas de fuego y tenencia ilegítima de armas de fuego de uso civil. No obstante, se comprobó que tenía registro nacional como usuario de armas de uso civil, portación de armas y municiones.
Ceballos es instructor de tiro y suboficial. Negó la acusación y argumentó que las municiones no eran para su distribución o entrega con fines delictivos sino para su utilización en la práctica deportiva de tiro. Finalmente, se le dictó la falta de mérito (deberá seguir bajo investigación).
Tula y Flores fueron procesados por presunta confabulación para la comercialización de estupefacientes (con domiciliaria); Morales y Singh, por transporte de drogas; y García, por tenencia con fines de comercialización.
