En la madrugada del jueves, al filo de la 1, el sonido de disparos volvió a quebrar el silencio en barrio Patricios, en la zona nordeste de la ciudad de Córdoba. Dos primos adolescentes, de 15 y 17 años, fueron atacados a balazos cuando se encontraban frente a su domicilio, en Ramón Oro al 2122, en un nuevo episodio de violencia urbana.
El hecho, según fuentes policiales, está siendo investigado como una posible venganza por causas no claras, aunque la mecánica aún no fue esclarecida.
Los jóvenes fueron trasladados por el padre de uno de ellos en un vehículo particular hasta el Hospital Elpidio Torres.
Al llegar al centro médico, los médicos indicaron que el más chico presentaba una herida de arma de fuego en la pierna izquierda con orificio de entrada y salida, que comprometió una arteria. El otro sufrió una herida en el abdomen, afectando órganos internos.
El vehículo en el que llegaron, un Fiat Uno blanco, quedó registrado por cámaras de seguridad del hospital, pero cuando los uniformados quisieron intervenir los implicados se mostraron hostiles, según fuentes policiales.
Tanto los familiares como los heridos adoptaron una actitud de agresividad hacia la Policía. Evitaron, por ahora, ampliar datos sobre lo sucedido.
La falta de colaboración, explicaron los investigadores, dificulta la reconstrucción certera del ataque y la aprehensión de los agresores. Hasta el momento no hay detenidos ni imputados.
Según datos preliminares recabados por los investigadores, los primos fueron sorprendidos por un grupo de personas que abrió fuego sin mediar palabra.
Se desconoce si los adolescentes eran el blanco del ataque o si el objetivo era otro, pero las balas los alcanzaron de lleno.
Las hipótesis apuntan a una posible venganza o a una rencilla que arrastraban los afectados con sus atacantes, aunque los investigadores sostienen que aún es prematuro como para asegurar el móvil del ataque.
Adolescentes: los protagonistas de los casos de violencia urbana
Este nuevo episodio de violencia urbana ocurre apenas siete días después del crimen de otro adolescente, también de 15 años, en barrio Villa Rivera Indarte, zona noroeste de la Capital .
En ese caso, la víctima fue hallada con un disparo en la cabeza.
Por ese crimen fue detenido el expolicía Carlos Caligaris, quien trabajaba como guardia de seguridad barrial en la zona. Caligaris fue acusado como supuesto autor del delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego.
La madre del joven muerto negó que hubiera estado robando y señaló que esa madrugada se estaba yendo a comer un asado en moto con otro joven.
El expolicía Caligaris tuvo alta notoriedad hace tres décadas cuando fue juzgado y absuelto por la duda por el asesinato de su esposa y tres hijos en Córdoba.
La violencia urbana como código barrial
A estos casos recientes se suman otros hechos que configuran un escenario alarmante.
Diez días atrás, una serie de disturbios en los barrios Zepa, Miralta y Villa 9 de Julio dejó como saldo varios policías heridos, una adolescente de 15 años baleada en el ojo con un arma no letal, y cinco detenidos.
En Zepa, una intervención policial por apedreamientos a colectivos derivó en ataques a la comisaría local.
Luego, en Miralta, vecinos enfrentaron a golpes y piedrazos a la Policía tras un operativo por usurpación. La violencia escaló también en Villa 9 de Julio, cuando una intervención para secuestrar una moto terminó con móviles dañados y nuevos enfrentamientos.
Unos días antes, en barrio Müller, otro caso estremeció a la ciudad. Un adolescente de 16 años fue detenido tras ser acusado de asesinar a balazos a un joven de 29.
Las sospechas apuntan a una disputa previa entre ambos, posiblemente ligada a conflictos barriales y consumo de drogas.
Según testimonios, el menor habría tendido una trampa a la víctima y, tras un breve intercambio verbal, abrió fuego. La zona donde ocurrió el crimen está marcada por la presencia de narcotráfico y el silencio impuesto por el miedo.
