Córdoba se conmociona nuevamente con la figura de Horacio Grasso, el expolicía condenado por el brutal asesinato del niño Facundo Novillo, esta vez vinculado al hallazgo de un cadáver en avanzado estado de descomposición en el departamento que habitaba en calle Buenos Aires 315 del piso 3° B en la Capital.
El desgarrador testimonio de Laura, la madre de Facundo Novillo, quien desde hace nueve años no puede visitar la tumba de su hijo debido a amenazas, habló este martes y dio un crudo relato, reflejo de la impunidad y el dolor persistente que arrastra desde la tragedia de 2007.
El crimen que marcó una época: Facundo Novillo
Facundo Novillo, de tan solo 6 años, fue asesinado el 26 de marzo de 2007 en el barrio Colonia Lola, en la periferia este de Córdoba. El niño viajaba en la parte trasera de un Renault 12 con su familia cuando fue alcanzado por un proyectil de FAL en la cabeza.
La bala fue disparada por Horacio Grasso, un expolicía que, junto a un exmilitar, intentaba robar dinero a narcotraficantes, desatando una balacera entre bandas rivales en los barrios de Colonia Lola y Miralta. Este hecho puso en evidencia el alarmante avance del narcotráfico en Córdoba.
En 2009, Grasso fue condenado a 27 años de prisión por el crimen de Facundito. Sin embargo, esta condena no trajo la paz esperada para Laura.
Una vida marcada por el miedo y la lucha
El sufrimiento de Laura es palpable y constante. Ella confiesa que sigue derramando las mismas lágrimas por Facundo que hace años.
Lo más desgarrador es su incapacidad de ir al cementerio a visitar a su hijo. Relata que, al pasar frente al cementerio donde descansa Facundo, solo puede persignarse y pedir perdón a su hijo por el miedo que le impide bajar. Este temor no es infundado: fue amenazada directamente en el cementerio, donde un hombre le dijo que “iba a terminar muerta en frente del cuerpo de su hijo”.
“Vuelvo, paso de vuelta a la vuelta y vuelvo a llorar porque me da importancia que no puedo bajar y llegarme al cementerio”.
Además, la tumba de Facundo fue profanada, y le robaron todos sus juguetes.
Laura critica duramente a la justicia, lamentando que la hayan dejado sin su hijo y sintiendo que nunca se hizo justicia. Expresa su rabia y bronca por las inexplicables prisiones domiciliarias otorgadas a Grasso.
“Andaba como si fuera libre, como si no tuviera que cumplir una condena”, apuntó y añadió a El Doce y Mitre: “Podría haberme cruzado con Grasso, nadie me avisó que lo habían liberado”.
Ella sostiene que si Horacio Grasso hubiera cumplido su condena en prisión, la muerte de la persona hallada en el armario podría haberse evitado. “¿A dónde m... está la justicia?“, pregunta con frustración.
“A mí me mataron en vida”, señaló.
“Tengo tanta rabia, tanta bronca, porque al fin y al cabo nunca se hizo justicia con la muerte de mi hijo. Nunca, nunca, nunca”.
Se enteró por La Voz
Laura dijo que nunca fue informada directamente por la justicia sobre la situación de Horacio Grasso. En su lugar, se enteró de que él había sido liberado con prisión domiciliaria a través de una fotocopia de una hoja de un diario “La Voz” que le trajo su madre.
La vida de Laura ha sido una tortura constante. Ella no recibió ningún tipo de acompañamiento emocional ni reparación económica por parte del Estado.
Ha tenido que trabajar incansablemente en una empresa de limpieza y vendiendo ropa en una feria para subsistir y pagar la cuota de la tumba de Facundo. Además, vive enjaulada y encadenada en su propia casa, en un barrio rodeado de narcos, donde las amenazas y los allanamientos son parte de su día a día. Se siente “muerta en vida” y, a pesar de todo, encuentra fuerzas para seguir adelante por sus otros hijos y nietas.
Horacio Grasso: un pasado turbulento y una libertad cuestionada
Horacio Antonio Grasso, el inquilino del departamento donde se encontró el cadáver, es un ex policía que fue exonerado años antes por un robo. Tras su condena por el crimen de Facundo Novillo, Grasso obtuvo la prisión domiciliaria en 2019 debido a una afección cardíaca que, según él, el Servicio Penitenciario no trataba adecuadamente.
Sin embargo, violó esta restricción en múltiples ocasiones. En una de ellas, tras golpear brutalmente a su madre, se escapó por los techos y fue recapturado, regresando a prisión. A pesar de este antecedente, volvió a obtener el beneficio del arresto domiciliario con una tobillera electrónica.
Pocos días antes del macabro descubrimiento del cuerpo en su departamento, Grasso había regresado a la cárcel de Bouwer por haber violado nuevamente su prisión domiciliaria. Laura se enteró de sus liberaciones por una fotocopia de un diario, sin que la justicia le informara directamente. Este hecho solo profundizó su dolor y la sensación de abandono por parte del sistema judicial.
El enigma del “Muerto en el placar”
El cuerpo fue hallado el sábado 5 de julio de 2025 por dos albañiles contratados por Javier Grasso, hermano de Horacio, para hacer arreglos en el departamento. Los obreros percibieron un olor nauseabundo y, aunque la versión inicial decía que lo encontraron repentinamente, luego se supo que lo habían descubierto días antes y que uno de los hermanos Grasso les ofreció dinero para deshacerse de él.
El cadáver estaba dentro de un armario, envuelto en mantas, atado con un cable de televisión, y cubierto con cemento y cal. Se encontraba en un avanzado estado de descomposición, lo que impide determinar su sexo o edad, aunque se especula que podría ser una mujer por el tamaño y que llevaría casi dos años sin vida. La identidad de la víctima es un completo misterio, y los investigadores, bajo la dirección de la fiscal María Celeste Blasco, esperan la estimación de la “data de la muerte” para rastrear denuncias de personas desaparecidas.
Mientras la investigación del “muerto en el placar” avanza, el testimonio de Laura Novillo subraya las profundas heridas que un crimen deja y la urgente necesidad de justicia para quienes, como ella, han sido víctimas de la violencia y la aparente desidia del sistema.