“Traeme, por favor, comida y productos de higiene. Jabón, desodorantes, dentífrico. Mandame ropa, boxers, remeras limpias, pantalones, medias, zapatillas”.
Demacrado, sucio, hambriento, malhumorado, Leonardo Cositorto no paraba de hablar con su abogado, Guillermo Dragotto.
El letrado lo miraba y memorizaba todo. Aprendió a hacerlo.
“Guille... Decile a la prensa que estamos sin celular. Pero insistiles que vamos a cumplir con los pagos a todos los que confiaron en nosotros. Insistan que hay voluntad de pagar. Ah, y no te olvides de remarcar que alguien nos jodió, alguien nos difamó. Insistí e insistan con eso”.
Cositorto no paraba de hablar, de dar sus directivas. Nunca sonrió. Hace horas que dejó de sonreír.
Las largas ojeras y la barba que crece reflejan las largas horas que lleva sin poder dormir.
La escena, contada por testigos a La Voz, sucedió el miércoles a la siesta en el anexo del módulo MD1 de la Cárcel de Bouwer.
En realidad, es la enfermería.
En ese sector, bien separado de los demás pabellones del presidio cordobés, permanece alojado el líder de Generación Zoe.
Allí fue depositado en la madrugada del miércoles por los guardiacárceles, luego de que una comisión de la Policía de Córdoba lo trasladara desde Buenos Aires.
El viaje fue eterno por la autopista. Apenas, pararon en una dependencia oficial de Villa María a orinar, todo bajo custodia del grupo Eter
Ya en la capital cordobesa, se hizo la revisación forense. Comprobar que nadie le hubiera puesto un dedo encima desde que cayó preso.
Cositorto fue enviado a Bouwer por orden de la fiscal Juliana Companys, la misma que investiga las estafas piramidales, la misma que lo imputó por supuesta asociación ilícita y estafas reiteradas.
En Bouwer, quedó alojado en la enfermería por disposición del Servicio Penitenciario de Córdoba.
Es por protocolo. Al igual que como se hace con todos los presos varones, se intenta confirmar si tiene Covid. Además, se le hacen chequeos médicos preventivos.
El próximo lunes, de estar todo bien, tendrá nuevo alojamiento.
El pabellón “vip”
Durante su entrevista con su defensor Dragotto, el líder de Zoe no paró de contarle lo mal que la pasó desde que Interpol lo capturó en República Dominicana. No habló de golpes. Nada de eso. Nada.
Sí le habló de la mala comida, de que durmió en el piso, que no lo dejaron bañarse ni higienizarse.
Le remarcó que llevaba días sin poder cambiarse la ropa y le enfatizó lo mucho que extrañaba un baño.
Tras su primera noche en Bouwer, Cositorto adujo sentirse mal.
Refirió que tenía una descompensación. Habló de alergias, de haber contraído conjuntivitis.
Eso le permitió esquivar una indagatoria por videollamada que quería hacerle un juez correntino por una andanada de denunciantes en Goya contra Generación Zoe.
Tras comprobarse que estaba bien de salud, se dispuso que, por prevención, continúe en enfermería.
El lunes, pasará al pabellón E4.
Así se llama en los papeles.
En la práctica, guardias y abogados y abogadas lo llaman el “vip”.
Ese pabellón está bien lejos del resto de los demás reclusos, sobre todo los que están alojados por delitos como homicidios, femicidios, violaciones, robos...
También está lejos del pabellón donde se aloja a los policías presos por haberse cambiado de bando.
Al vip van a parar aquellos que se encuentran detenidos por estafas o asociación ilícita, entre otros delitos de ese tipo. En ese sector, hay empresarios, desarrollistas urbanos de todo tipo, abogados, contadores y, por cierto, numerosos acusados por estafas. Por caso, allí están todos los imputados por la causa “One Coin”.
Ahí también están prohibidos los celulares. Pero es sabido, una cosa es la norma; otra, la realidad.
Zoe en prisión
En el pabellón vip, según trascendió, también está la mayoría de los varones detenidos en Córdoba por la causa Zoe, precisamente.
Cositorto estará mano a mano con su segundo, Maximiliano Batista, y con el abogado Gustavo Saavedra, quien también llegó a Bouwer en las últimas horas tras caer preso.
Algunos señalan que Cositorto evitaría acercarse a algunos de los otros detenidos por Zoe. Esas versiones hablan de chispazos, de cortocircuitos. No hay nada confirmado.
¿Y qué va a pasar?
Los abogados Dragotto y el porteño Miguel Ángel Pierri analizan los pasos por seguir. Ya dijeron que van a pedir el apartamiento de la fiscal Companys. Quieren que todo quede radicado en Buenos Aires.
La funcionaria ya mandó a decir que no se apartará. De hecho, planea indagar a Cositorto la próxima semana y por videollamada.
Cositorto quiere hablar con ella cara a cara. Nada de teleconferencia.
Sus abogados le dirán que niegue los hechos y que cierre la boca.
Es la estrategia: esperar a conocer qué tiene la fiscal en el expediente. Mientras tanto, Cositorto dice sentirse solo. Su hijo de 16 años está lejos, en Buenos Aires, con su mamá.
