La confirmación llegó con la frialdad de un informe pericial: el cuerpo hallado en el placar del departamento de calle Buenos Aires al 315, en pleno centro de Córdoba, pertenece a Milagros Micaela “Pitu” Bastos, la joven de 22 años desaparecida desde agosto de 2024.
El cotejo de ADN con su hijo de seis años no dejó dudas. La noticia cerró un año de incertidumbre para una familia y abrió una etapa de dolor y reclamo por justicia.

Milagros era madre de un niño de seis años y había crecido en barrio Renacimiento, al cuidado de su tía y “mamá del corazón”, Mauricia Flores, desde que tenía apenas tres meses.
Su madre biológica, atravesada por una severa adicción a las drogas, no pudo criarla, pero nunca cortó el vínculo: la dejó en manos de su hermana para garantizarle una infancia más estable.
De la infancia cuidada a la adolescencia vulnerada
En su niñez, Milagros fue a la escuela primaria, cumplía con sus tareas y recibía contención de una familia amplia: 12 hermanos, primas, tías y una abuela presentes.
“A Milagros nunca la abandonaron”, repiten en su entorno.
Pero en la adolescencia, la irrupción del “pipazo” –una mezcla de cocaína y otros químicos que circula en barrios empobrecidos– la arrastró fuera de ese esquema educativo que la contenía.
Mauricia le pidió en varias oportunidades que aceptara internarse. Lo mismo hicieron sus primas. “El contexto la arrastró y no hubo solución. Era buenísima, amaba su vida. Pero de repente cayó y nada la pudo sacar”, resumió una de ellas.
Pese a la adicción, su hijo era su “tesoro”. “Cuando estaba bien, era muy mamá. Lo cuidaba un montón. Lo tenía limpito, bien vestido. Siempre volvía a su casa para verlo”, recuerda su familia.
Ese niño, ahora huérfano, quedó bajo el cuidado de su abuela del corazón.
El vínculo con los hermanos Grasso
En el contexto de calle, Milagros habría conocido al expolicía Horacio y Javier Grasso.
El primero, condenado en 2007 por el crimen de Facundo Novillo, cumplía prisión domiciliaria en el departamento de calle Buenos Aires, aunque con reiteradas violaciones a ese régimen.
Registros judiciales señalan al menos 190 salidas no autorizadas. Pese a las advertencias, siguió en libertad hasta que a principios de julio de 2025 el juez revocó el beneficio y lo envió a Bouwer.
Pocas semanas después, el 5 de julio, albañiles que limpiaban su departamento encontraron un paquete macabro.
Había huesos humanos envueltos en mantas, atados con sogas y cubiertos con cal. Los albañiles habrían asegurado que los Grasso trataron de ocultar esa información.

Tras la confirmación mediante cotejo genético sobre la identidad de la presunta víctima, Horacio Grasso fue imputado por “homicidio agravado por violencia de género” y su hermano Javier por “encubrimiento agravado”.
El caso investiga si se trató de un femicidio, aunque la autopsia se dificulta: solo se recuperaron restos óseos, sin tejidos blandos.
La búsqueda y el peor final en el departamento de Horacio Grasso
La última vez que se vio a Milagros fue en agosto de 2024, en barrio Bajo Pueyrredón.
Allí se reunía con un grupo de adolescentes a consumir marihuana y “pipazo”, en las inmediaciones del playón deportivo que se encuentra ubicado a la vera del bulevard Eduardo Bulnes.
Su familia comenzó a buscarla de inmediato. En noviembre, formalizaron la denuncia y comenzaron a realizar publicaciones diarias en redes sociales, junto a pedidos de ayuda.
“No eran ausencias largas; por eso, cuando no apareció en ningún lado, supimos que algo malo pasaba”, dijo una de sus primas a este medio.

El Ministerio Público Fiscal difundió un pedido de paradero con su descripción: pelo rojizo oscuro, ojos verdes, un piercing en la nariz, tatuajes de víbora y peces, y frases en el antebrazo.
El caso recaló en la fiscalía de Silvana Fernández, que cuando supo de la aparición de un cadáver en el edificio donde estaba preso Grasso comenzó a solicitar datos sobre esa aparición.
Los “golpes” a los que Milagros no pudo reponerse
En su entorno no dudan en marcar un punto de inflexión en la vida de la joven mujer.
En 2022, Milagros sufrió un golpe devastador: el padre de su hijo se suicidó. Allí la chica cayó en una depresión que profundizó su consumo.
Fuentes barriales cuentan que en los últimos años dormía en ranchos improvisados o en obras abandonadas, y que pedía comida en negocios o asistía a comedores.
En la zona de barrio Pueyrredón la habrían visto junto a Horacio Grasso. La fiscalía que investiga la aparición del cadáver en el placard, a cargo de José Bringas, investiga si existía un vínculo frecuente o si coincidían en lugares de consumo.
La hipótesis más fuerte es que Milagros asistía al departamento en busca de drogas y que allí fue atacada.

El caso recuerda al de Brenda Torres, otra joven de 24 años, adicta al “pipazo” y en situación de calle, cuyo cuerpo fue desmembrado y descubierto semanas antes en distintos puntos de Córdoba.
Por este presunto crimen están imputados por femicidio dos guardias de seguridad que vivían en un domicilio de barrio Chateau Carreras, franja norte de la Capital.
Ambas historias reflejan un patrón: mujeres jóvenes en extrema vulnerabilidad por el consumo problemático y la exclusión económica, que habrían sufrido la violencia machista letal.
El abogado Carlos Nayi, querellante en una causa previa contra Horacio Grasso por presunto abuso sexual, sostuvo: “Si se hubiera actuado a tiempo, hoy no estaríamos lamentando la muerte de esta joven”. Esa denuncia, de 2022, sigue sin imputación y fue hecha por una familiar directa del expolicía.
Indignación y dolor entre los familiares de Milagros
Para la familia, la noticia fue un mazazo. “Nunca nos imaginamos este final. Buscamos por todos lados, nos metimos en cada lugar donde alguien decía que la habían visto. Yo pensaba que la iba a encontrar y que iba a poder ayudarla a salir”, contó entre lágrimas otra de sus primas.
La bronca también apunta a la Justicia: “Grasso no tendría que haber estado en libertad. Queremos que no haya más Milagros. Queremos andar tranquilos por la calle”, dijo la misma fuente y pidió que se ejecute de inmediato la orden de detención contra Javier Grasso.
El fiscal Bringas dirige ahora una causa compleja: debe determinar la causa de muerte, la fecha y el contexto en que Milagros fue asesinada.
La falta de órganos dificulta ese análisis, pero se sabe que el cuerpo fue escondido en el placard hace tiempo.
No descartan que haya terceros implicados.
La sospecha es que el presunto femicidio habría ocurrido cuando Grasso aún estaba en prisión domiciliaria. Esto reaviva cuestionamientos sobre el control del beneficio y la falta de reacción ante las reiteradas violaciones.