El capítulo más nutrido de los delitos de guante blanco en el presente se lo lleva por lejos la estafa y, dentro de ellas, las cometidas por financistas que prometen suculentos intereses a personas movidas por tal codicia que les impide discernir lo burdo de un negocio imposible.
En los últimos tres meses, Córdoba y otras provincias han sufrido el flagelo de financieras en las que se ha cometido un sinnúmero de estafas piramidales.
La Justicia provincial investiga tres de estas vertientes de fraude que cuentan con cientos de denunciantes y que generan perjuicios que se cuentan por millones de pesos y de dólares. Ellas son Zoe, Zoe Azul y Adhemar Capital.
Sabido es que la estafa requiere de un ardid estafatorio, un mecanismo de “ingenio” o engaño para hacer que otra persona disponga voluntariamente el dinero a favor del estafador. Los autores de estos fraudes son personalidades tan inteligentes como persuasivas. Hasta podría decirse que son “expansivas”, con características de cierta megalomanía. También eso contribuye a que muchos se conviertan en sus seguidores (víctimas) y crean en ellos.
La última semana ha servido para conocer lo que puede suceder con un acusado de estafa cuando es privado de su libertad. Ya no tiene la libertad de “renegociar”, “reprogramar” o charlar con sus acreedores sobre las posibilidades de pago.
En el caso de Edgar Adhemar Bacchiani, imputado en Córdoba por al menos 18 hechos (en la fiscalía de Valeria Rissi ya tienen al menos 60 denuncias), se escuchó en los últimos días que comenzará a pagar a “todos” los acreedores, aquellos que le pusieron fuertes sumas de dinero y que se quedaron sin el capital y sin los jugosos intereses que los hicieron caer en el engaño.
Primero fue la declaración ante la fiscal Rissi que en Córdoba receptó la indagatoria en la que Bacchiani hizo una breve referencia a su condición de “trader”, pero se negó a responder preguntas. En su declaración, dijo ser inocente, que no es estafador y que no cometió ninguna estafa. Agregó que asumía el compromiso de pagar, pero no le explicó a la fiscal cómo ni cuándo lo haría.
Fuera de la fiscalía, su abogado en Córdoba, Ricardo Moreno, expresó que esta semana (la presente) saldaría todas las cuentas con los ahorristas cordobeses.
Curioso es que en Catamarca, donde está detenido Bacchiani, también trascendió lo que declaró el martes a la Justicia federal. Dijo que necesitaba entre 120 y 150 días para pagar y explicó cómo lo haría. Para esto, pidió su libertad.
En Catamarca hay muchas personas que eligen creerle a Bacchiani y sostienen que, saliendo de la cárcel, podrá hacer frente a sus compromisos. Un diario local publicó un gran título tras su declaración: “Bacchiani pagará los 40 millones de dólares que debe y cerrará Adhemar Capital”.
Pocos creen que pueda hacer frente a sus promesas luego de saber que llevaba una vida ostentosa, con vehículos de alta gama –una Ferrari, un Camaro, un Mercedes Benz y varios tipos de camionetas– y con pocas “inversiones” genuinas conocidas. Un oficio de la Justicia indica que su cuenta de Binance sólo estuvo “bloqueada” unas horas y que esto no le impedía hacer movimientos para afrontar compromisos.
Muchos dudan de que Bacchiani pueda y hasta que quiera pagar.
No hay que olvidarse de que, generalmente, uno de los requisitos de un engaño es que el que lo comete sepa desde un principio que está engañando.
A propósito de esto, surge un dato. De fuentes policiales del más alto nivel, trascendió con qué se encontraron los efectivos cordobeses y catamarqueños cuando fueron a allanar una de las propiedades de “Trader God”, como él se autodefine. En el asador, habían encendido el fuego utilizando algunos contratos suscriptos con los inversores.
