El espeluznante hallazgo de un cuerpo sin vida, con una herida de bala en su cabeza y una motocicleta abandonada a metros de sus pies inertes, tirada en la calle de tierra, tuvo lugar durante la madrugada del martes en barrio El Quebracho, en la zona sureste de la ciudad de Córdoba. Fue en el último callejón del caserío donde la vecindad asegura que a diario se imponen la violencia urbana y los robos.
Ocurrió alrededor de las 3, cuando un frentista de la calle César Justino (conocida en la zona como “el callejón San Andrés”) notó que había un bulto inmovil.
Alguien había advertido que el estrépito producido por unos tiros habían perturbado su descanso. Todo había sido advertido por el grupo de WhatsApp vecinal y la información llegó con rapidez a manos de la Policía de Córdoba.
Uniformados llegaron al lugar y hallaron, sin signos vitales, a un hombre mayor de edad, tendido en la vía pública. La llegada del servicio de emergencia sólo sirvió para constatar que se había producido la muerte.
En cuestión de minutos, las fuerzas de seguridad detectaron una herida de arma de fuego en la cabeza de la presunta víctima.
A metros del fallecido, había quedado tirada una motocicleta 110 cc. “No parecía la escena de un robo. Parecía la escena de un ajuste de cuentas”, dijeron los pesquisas.
El caso recaló en la oficina de la fiscal Lourdes Quagliatti que se encuentra llevando a cabo una exhaustiva investigación. No obstante, nadie pudo confirmar aún la identidad de la víctima.
Sí se logró determinar a quién pertenece la motocicleta durante las últimas horas del martes. Se trata de una persona con frondosos antecedentes penales. Sin embargo, fuentes de la investigación señalaron que aún sería prematuro afirmar que se trate de la misma persona que resultó herida de muerte.
La Policía recorrió el barrio hasta pasado el mediodía. Se entrevistó con referentes zonales. La pregunta siempre fue la misma: ¿Quién es aquel hombre que apareció herido de bala?.
¿Pacto de silencio?
Nadie pudo responder. Hay quienes creen que rige un pacto de silencio y otras miradas, más desprovistas de preocupación, dicen que simplemente se trata de una persona ajena a la comunidad barrial.
Lo cierto es que los investigadores se encuentran juntando imágenes. Aunque no hay muchas cámaras en la zona. Sí hay un domo policial a metros de la escuela Madre María del Tránsito Cabanillas, que está ubicada a pocos metros del sitio donde se escucharon los balazos. Pero no hay certezas de que ese domo, con una cámara policial, esté en correcto funcionamiento.
Por ahora, lo que hay son versiones que se van corriendo por las despobladas calles de tierra que abundan en el lugar.
Todo el mundo permaneció dentro de sus casas: “Hay miedo porque en febrero hubo un grupo de chicos, de no más de 15 años, que empezaron con peleas. Puede tener un correlato con esa escalada de violencia que a su vez estaría relacionada con el control de la venta de drogas”, dicen los referentes barriales que pidieron no ser identificados.
Otras voces se sumaron a la misma presunción: “Sería un ajuste de cuentas. Escuchamos los disparos y cuando salimos a mirar vimos que corrían dos adolescentes. Estaba todo muy oscuro”, lograron aportar dos fuentes testimoniales.
Serían esos mismos chicos, los adolescentes que hace meses se enfrentan entre sí, los han robado de manera reiterada en las escuelas. Tanto en el colegio primario de El Quebracho como en las escuelas del barrio vecino, Coronel Olmedo, se ha producido una seguidilla de robos desde febrero.
“Se llevaron las luces LED. Cuando las repusieron, las volvieron a robar. Así que decidimos volver a los foquitos anteriores. Pero entraron otra vez. En Coronel Olmedo esta semana se llevaron los inodoros de la secundaria, por lo que hubo que interrumpir las clases. Hay muchos robos”, cuentan en ambas comunidades educativas.
A metros de la escuela, en la misma manzana, hay una posta policial. “No entendemos esta rara coincidencia: hay un policía todo el día pero día de por medio entran a la escuela a robar”, aseguran allegados al funcionamiento escolar.
Celulares y venta de drogas
“En el barrio no se puede caminar por las calles con el celular en la mano, porque es lo que más roban. Por lo general, son unos chicos, algunos de este barrio y otros de Ciudad de Mis Sueños. Pasan en moto sin importar que todavía sea de día y arrebatan celulares”, comentó un referente vecinal que prefirió ampararse en el anonimato.
Y aseguró que junto a otros vecinos hacen una especie de “guardia”. “Vamos caminando por las calles pidiéndole a los chicos que no usen los celulares, que los guarden, porque esto es una ‘zona roja’”, comentó.
Los robos, plantearon, no están escindidos de la droga, que a su vez genera violencia en el territorio. “Este crimen fue algo vinculado a una deuda por droga. Nadie en la zona conoce a la víctima. Es todo muy extraño en acá los enfrentamientos a balazos son por ese motivo”, coincidieron distintas voces vecinales.
