El primer día del esperado juicio por el homicidio de Nora Dalmasso (51), el viudo Marcelo Macarrón (62), acusado como autor intelectual del asesinato, llegó puntual al banquillo de los acusados.
Por primera vez no esquivó a la prensa.
Eligió entrar por la puerta principal del nuevo edificio de Tribunales de Río Cuarto. A diferencia de otras oportunidades, no estuvo secundado por su abogado Marcelo Brito, quien lo esperaba en la sala de audiencias. Lo escoltaron sus dos hijos, Facundo y Valentina, defensores de su inocencia a capa y espada.
Macarrón está imputado por homicidio calificado por el vínculo, por alevosía, por precio o promesa remuneratoria.
Se sospecha que planificó hacer matar a su esposa mientras él jugaba al golf en Punta del Este porque ella le había pedido el divorcio y no quería dividir sus bienes.
Se supone que contrató uno o más sicarios que no sólo estrangularon a la víctima -con el cinto de su bata de baño- sino que simularon una escena sexual para despistar.
“Es un mamarracho”, fue lo primero que dijo Macarrón al ser consultado sobre la acusación de fiscal Luis Pizarro, en medio de una turba de 70 periodistas y camarógrafos.
“Es inocente”, repetían sus hijos, Valentina y Facundo, al tiempo que anticipaban que, en sus declaraciones, darían a conocer sus sospechas sobre “el verdadero autor”.
Valentina asentiría luego cuando se le preguntó si se refería al empresario Miguel Rohrer, que, en rigor, nunca estuvo imputado y dio negativo en la prueba de ADN.
“Esa pericia se hizo sin control de parte. Es el único que se había terminado de construir una casa y se fue de Río Cuarto después del crimen”, dijo Valentina, y prometió más precisiones.
La hija era menor de edad cuando mataron a su madre. Estaba en un intercambio en el exterior y habría sido esta misma persona, Rohrer, quien se ofreció para ir a buscarla al aeropuerto, cuando llegó al país, en medio de la tragedia familiar y el escándalo mediático.
Maratónica sesión
El juicio contra Macarrón comenzó casi a las 11.
En la amplia sala de audiencias no permitieron que los periodistas conservaran consigo sus celulares, por más que se había acordado que los tendrían apagados. Hubo una transmisión privada para la prensa en un recinto del primer piso y muy poco público en la sala principal.
Detrás de los jueces técnicos, Natacha García, Daniel Vaudagna (presidente) y Gustavo Echenique Esteve, fueron ubicados los ocho jurado titulares. A un costado, los 16 suplentes. Algunos de ellos deben haber sido muy jóvenes cuando se produjo en resonante crimen.
La acusación se leyó completa. El trámite insumió más de seis horas. Algunas mujeres jurados tomaban nota. Varios hacían esfuerzos para no dormirse.
Manos entrelazadas
El viudo, Marcelo Macarrón (62) vestido de traje azul, con una camisa a pequeños cuadros, estaba sentado a la izquierda del recinto, entre sus abogados Marcelo Brito y Cristian Ayán. A un costado había otras dos letradas que forman parte del equipo.
Macarrón se mantuvo toda la audiencia serio, sentado echado hacia delante, con las manos sobre el escritorio. El instante en que se lo vio más afectado fue cuando se leyeron las condiciones en que se encontró el cadáver de Dalmasso. Al describirse las lesiones, el viudo movió la cabeza, levemente, de izquierda a derecha. Miraba para abajo y por momentos afirmaba los codos en el escritorio y apoyaba su frente sobre las manos entrelazadas.
También se llegó a secar o limpiar los ojos con un pañuelo de papel. Luego, se acomodó en la silla cuando leyeron la declaración del amante confeso de Dalmasso, Guillermo Albarracín. Allí Macarrón tosió y se mantuvo mucho tiempo con los brazos cruzados. Idéntica postura asumió en gran parte de la lectura de la testimonial de su presunta examante Alicia Cid.
Según el fiscal Luis Pizarro, Cid aeguró a los detectives que tuvo una relación de 20 años con Macarrón y que sintió “miedo de que le pase lo mismo que a Nora”. La mujer se fue de la ciudad, llegó a vivir en un convento en San Luis y padecería problemas psiquiátricos.
La acusación destaca los dichos de Cid tanto para apuntalar la idea de la crisis matrimonial como la personalidad de Macarrón, como “pijotero”, interesado en no dividir sus bienes. Entre otros testimonios se leyó el de la esposa del empresario apodado por los medios “el francés”. Valeria Rohrer, quien también declaró que Marcelo era “un avaro de aquellos”.
La mujer dijo que Macarrón “se colaba” en los viajes y que habría estado “de arriba” con ellos en las Islas Vírgenes, en una casa prestada. Apuntó que, tras el crimen, el viudo le vendió a su empleada doméstica la cama donde mataron a Dalmasso. “Mi marido hubiera hecho una fogata en el jardín de la casa y quemaba la cama”, expresó.
Niegan relación con De la Sota
Hubo sólo un par de cuarto intermedios en la maratónica audiencia.
A las 15 frente a Tribunales hubo una pequeña manifestación de allegados al acusado. La impulsó una compañera de trabajo del médico, quien lo ponderó por su tarea profesional y como persona.
También estuvo su hermana, Gabriela Macarrón, quien es contadora del viudo y negó que haya sido testaferro de alguien o que haya tenido muchas propiedades. “Mi hermano es inocente. Siempre siguió trabajando acá, no cambió de vida (….) A lo mejor uno se arma de fuerzas y parece frío, pero no es así (….) Esperamos que esto se cierre y que salga la verdad”, sostuvo.
Mientras en la sala de audiencias se terminaba de leer la acusación, Facundo y Valentina, a pleno rayo del sol, no se movían de la puerta de Tribunales y respondían a todos los interrogatorios de la prensa.
“Mi papá no tiene nada que ver con política ni fue testaferro de De la Sota como se dice. Si fuera testaferro estaríamos viviendo en Miami. No nos hubiésemos quedado, como nos quedamos, tratando de seguir adelante como lo hicimos (…) Mi papá solo tiene su casa, su auto, un departamento y tiene todo declarado. Es totalmente inocente”, insistió Valentina.
Conmovida, refutó la idea de crisis matrimonial como móvil del crimen.
“Todos tienen crisis matrimonial, yo llevo tres años casada y mil veces me quiero separar o lo quiero mandar a la mierda, pero de ahí que se divorcien, nada que ver, porque mis papás vivían con mucho amor y nos criaron con mucho amor a nosotros también”, dijo la hija de Dalmasso.
A Facundo se le preguntó si temían que su padre quede preso. “Ese es nuestro gran temor y es la razón por la que estamos tan angustiados, todo este tiempo”, admitió.
El acusado salió de Tribunales por la puerta de atrás, pasadas las 17,45.
Y se encendió cigarrillo antes de subir al auto de una de sus abogadas.
Este martes dará su versión.
