“Mirá que si no van al Club Yapeyú las cosas se van a poner muy difíciles en tu trabajo, en el barrio, en la calle, donde te encontremos”.
La frase es del “Chueco”, uno de los “punteros” de Sergio Fittipaldi, el hombre que manda en el sindicato de los trabajadores de la limpieza de Córdoba (Soelsac).
Días antes del almuerzo que se realizó en el mencionado club de la zona sudeste de la ciudad de Córdoba, le soltó esas palabras, con variaciones mínimas, a las trabajadoras que le habían marcado previamente.
Gabriela Pérez (24) recibió un mandato y sintió que no tenía opción. Así lo hizo saber a su círculo más íntimo antes de salir junto a su hermana Dalma hacia el lugar donde perdería la vida.
Una balacera con al menos 10 descargas de grueso calibre, presuntamente orientada hacia el secretario general del Soelsac, acabaron en breves minutos con la existencia de la joven trabajadora, que dejó a una hija de 5 años, a su pareja con serias dificultades para trabajar y a toda una familia que no encuentra explicaciones para el dolor.
Habían pasado algunas horas del crimen que investiga la fiscal Silvana Fernández y las facciones que se disputan la conducción del gremio se iban a volver a encontrar este jueves en una asamblea. En una punta, la gente de Fittipaldi. En la otra, las masas que maneja Franco Saillén, mandamás en el sindicato de recolectores de basura de Córdoba (Surrbac).
Entonces, el “Chueco” volvió a la carga: “Bueno, muchachos, esa sería la lista para (votar) mañana. La trafic estaría alrededor de las 7.30. Quería hablar con ustedes para que se fijen en la lista. Hay compañeros de nosotros, del fondo, que están del otro lado, y bueno, los que van con nosotros van a votar a Sergio Fittipaldi”, dice en un audio de WhatsApp al que tuvo acceso La Voz.
Y sigue: “Si esos chicos creen que van a ir con nosotros y van a votar a (Franco) Saillén, cuando vengamos les van a ‘reventar la jeta’ arriba de la trafic”, advierte.
“El Chueco” Marcelo, hombre fuerte de Fittipaldi en los hospitales de Córdoba, que junto a Cristian “Coco” Fuentes se ocupan de “explicar” a los trabajadores lo que deben hacer, asegura en su audio que va a tener todo bajo control.
“Voy a hablar con ‘Potrillito’ porque si esos chicos están en ‘bobina’, creyendo que van a ir y van a votar para Saillén, cuando suban a la trafic le van a reventar la cabeza, porque (la votación) es a mano alzada (...). Yo voy a saber quién vota por nosotros y quién levanta la mano para el otro gil”, advierte.
La suspensión de la asamblea del Soelsac que parecía inmanejable
Sumado a este tipo de prácticas, los frentes en disputa habían previsto para el pasado jueves una logística para el traslado y la movilización de afiliadas y afiliados.
Este medio publicó días atrás un informe sobre las estrategias que Saillén y Fittipaldi habían tramado para quedarse con la elección de la junta electoral. Luego de ese artículo, el Ministerio de Trabajo de la Nación tomó la decisión de postergar la realización de la asamblea.
Hasta tanto se conoció a través de este mismo medio la definición de Trabajo, la Policía de Córdoba había previsto un megaoperativo con presencia de la Guardia de Infantería, Seom, Canes, Caballería, Duar, Eter, Explosivos, Motocicletas, CAP, Planificación y Diseño Prevencional, entre otras dependencias.
La jefa de la fuerza, Liliana Zarate Belletti, se había puesto a la cabeza de la maniobra.
Pero claro, las corrientes sindicales antagónicas ya contaban con la posibilidad de que la Policía impusiera su presencia en el sitio donde se iba a realizar la reunión, en la sede del Club Argentino Peñarol, en la zona noroeste de la ciudad, conocido como “El Trampero”.
Por eso habían dispuesto sus medios de movilidad, que incluían 20 colectivos de parte de Saillén y otros tantos vehículos más pequeños, en su mayoría trafics, de parte de Fittipaldi.
Los trabajadores sabían de antemano que en los lugares de trabajo, o arriba del transporte, o en alguna esquina de barrio Yapeyú, podían sufrir “consecuencias graves” si no iban a la asamblea y si no respetaban aquello que los delegados, de un lado y del otro, les mandaban a votar.
Las autoridades de la cartera de Trabajo le dieron tiempo al Soelsac para que presente una nueva fecha para su asamblea extraordinaria. Junto con esa petición el sindicato debe presentar un “plan de seguridad”.
El almuerzo del Soelsac al que fue Gabriela Pérez y la hipótesis de la Justicia
Por estas horas, la fiscalía que se ocupa de la causa tiene avanzada las investigaciones que conducirán a la detención del presunto sicario. Es decir, quien hizo el trabajo sucio de accionar el arma.
La fiscal Fernández tiene en sus manos la bala que acabó con la vida de Gabriela. Tiene abundante material fílmico y trabaja sin descanso para anunciar la primera detención, que hasta el jueves no se efectivizó.
Pasaron cinco días del asesinato, cuando Gabriela fue junto a su hermana, el pasado sábado, a hacer acto de presencia en el almuerzo.
“Así como se lo escucha al ‘Chueco’ hablando sobre que les va a ‘reventar la cabeza’ a los que no voten por ellos, de la misma forma actúan cuando uno pone excusas para no ir a un acto”, dijo este jueves una compañera de trabajo de la víctima, que pidió estricta reserva de su identidad.
Otras trabajadoras asienten en silencio, con la mirada extraviada.
“Tenemos muchísimo miedo, pero es algo con lo que convivimos hace largo tiempo, desde que las cosas se pusieron muy violentas”, dicen en el ámbito laboral.
Y aseguran que Gabriela, al igual que otras trabajadoras, fueron al almuerzo en barrio Yapeyú porque “no tenían otra salida”.
“Hay listas en las que te anotan. O te ‘hacen cagar’, o te hostigan, te echan, te cambian de puesto de trabajo, de escuela, de edificio, y vos perdés todo lo poquito que habías ganado en ese tiempo”, dice un grupo de trabajadoras que conoció a Gabriela.
Tal es el grado de presión que viven las afiliadas al Soelsac, que algunos familiares de la mujer asesinada había tomado la decisión de asistir a la asamblea que finalmente resultó suspendida. El abogado que los representa, Carlos Nayi, contó que entre ellos hubo un acalorado debate.
El problema era que algunos hermanos de Gabriela sentían temor por las consecuencias que podrían llegar a sufrir. Finalmente, se impuso la postura de no asistir, incluso antes de que Trabajo Nación tome la decisión de suspender la reunión.
Luego de la decisión de los familiares de la trabajadora asesinada días atrás, recibieron en sus teléfonos celulares “stickers” y “emoticones” con cerebros ensangrentados, pistolas y balas.
