El fiscal Martín López Perrando imputó a Norberto Cristian Graf (58), el excompañero de colegio de Diego Fernández Lima, el joven de 16 años que estuvo desaparecido durante 41 años y cuyos restos fueron localizados 41 años después en el viejo terreno de los Graf en el barrio porteño de Coghlan.
A casi tres meses exactos del descubrimiento de restos óseos en el jardín de la vivienda, el fiscal le pidió al juez Alejandro Litvack que cite a declaración indagatoria a Graf, el principal sospechoso del caso.
Sobre Graf caen dos circunstancias muy fuertes: Cristian vivió al momento del homicidio -y aun vive- en el chalet de avenida Congreso 3742, donde fue enterrado el cuerpo. Además, conocía a Diego porque en 1983 habían sido compañeros de segundo año en la Enet N° 36.
Al haber transcurrido 41 años desde el crimen, la causa marcha rumbo a la prescripción. Sin embargo, según el diario Clarín, López Perrando parece haber encontrado un atajo: acusar a Graf no directamente por el homicidio, al menos por ahora, sino por presunto encubrimiento agravado y supresión de evidencia ocurridos con posterioridad.
El planteo de López Perrando se basa en lo que le dijo el propio Graf a los trabajadores de la obra en construcción de avenida Congreso 3746/48. Estos, al hacer la medianera con la casa de los Graf, descubrieron los huesos cuando hubo un pequeño derrumbe.
Para el fiscal, “las manifestaciones de Graf resultan no solo absolutamente inverosímiles, sino que denotan un claro conocimiento previo de la existencia de los restos óseos en el lugar; así como una intención deliberada de desviar la atención y generar hipótesis falsas que relativizaran o confundieran su hallazgo”.
El caso de Diego “Gaita” Fernández Lima
De acuerdo a lo reconstruido por la fiscalía en función del testimonio de los familiares, aquel 24 de julio de 1984, Diego volvió del colegio y almorzó con su madre. Luego le dijo que iba a encontrarse con un amigo y le pidió dinero para el colectivo.
Un conocido cruzó a Diego en la esquina de Rómulo Naón y Monroe, en Villa Urquiza y lo saludó. Fue la última vez que alguien lo vio, según informó el Ministerio Público Fiscal.
Alrededor de las 20.30, como el joven no volvía, sus padres fueron a la entonces comisaría 39 de la Policía Federal a reportar su desaparición, pero allí el caso quedó asentado como una presunta “fuga de hogar”.
Así, comenzó una búsqueda con panfletos pegados en el barrio, al tiempo que trataron de visibilizar su desaparición en los medios de comunicación. Su padre, dio una entrevista por el caso, en 1986, y murió sin saber el destino de su hijo. Por su parte, la madre del joven y sus hermanos, aún lo buscaban.
Si bien por el paso de los años la acción penal está prescripta, desde la Fiscalía procuran avanzar con la investigación para reconstruir los hechos y cumplir con la tarea de poder brindarle a la familia de la víctima la verdad sobre lo sucedido.
Los restos del adolescente fueron hallados en mayo en el jardín de un chalet cuando los obreros levantaban una medianera en la casa lindera que había sido propiedad de la artista Marina Olmi -hermana del actor Boy Olmi-, y que había alquilado Cerati entre 2002 y 2003.
Junto a los restos se encontraron una moneda japonesa, un reloj con calculadora Casio -fabricado en Japón en 1982-, un llavero flotante naranja con una llave, una ficha de casino, la hebilla de un cinturón, la suela de un mocasín talle 41 y una corbata tejida de uniforme colegial.
Todos estos elementos ya habían dado una serie de pistas que permitían inferir que se trataba de alguien joven y a fijar en la década del ’80 la fecha en la que se habría producido el crimen.
Fue la difusión mediática sobre el hallazgo de restos en ese terreno lo que llamó la atención de un sobrino de Diego, que sospechó que el NN enterrado podía ser su tío desaparecido hace 41 años.