Franco Nicolás Cabrera Guevara (20), el hombre que en marzo pasado mató a un motociclista y chocó a otros ocho vehículos, será finalmente juzgado por homicidio simple con dolo eventual. El pedido de elevación a juicio fue presentado por el fiscal de Distrito 3 Turno 1 de la Ciudad de Córdoba, Andrés Godoy, luego de finalizar el proceso de instrucción de la causa, el 22 de noviembre pasado.
El hecho, que tuvo una importante trascendencia pública, ocurrió el 8 de marzo de 2022, alrededor de las 18, cuando Cabrera Guevara, que por entonces tenía 19 años, hurtó una camioneta Jeep Grand Cherokee del taller de cerrajería del automotor de su padre, en barrio Ayacucho. Con la camioneta, que pertenecía a una clienta de su padre y fue tomada sin autorización, el acusado llevó adelante un circuito de conducción temeraria por barrio General Bustos en un horario con tránsito regular de peatones y vehículos.
Luego de matar, el conductor del vehículo intentó huir, pero fue detenido por vecinos, que testimoniaron que el joven gritaba repetidas veces “me sigue el diablo”.
Tras su detención, familiares y amigos testificaron que el joven tenía padecimientos de salud mental y adicciones a las drogas, e incluso su madre presentó certificaciones de que había recibido atención en un centro psiquiátrico de la ciudad de Córdoba.
Sin respeto por la vida
Según consta en el expediente de la causa, el 8 de marzo, Franco Cabrera Guevara se encontraba en el taller de cerrajería de su padre, a quien habitualmente ayudaba. Una clienta había dejado la camioneta en ese negocio con el objeto de reparar la cerradura de una de las puertas. El titular del taller quitó un panel y se retiró del lugar para comprar un repuesto. Al regresar, no habría encontrado a su hijo ni la camioneta.
Cerca de las 17.35, el acusado habría aprovechado la oportunidad para llevarse el vehículo sin permiso. cabe destacar que el joven no contaba con licencia para conducir automóviles.
El primer incidente, lo produjo en calle República del Líbano, metros antes de Julián Rodríguez, donde chocó por detrás a un Renault 19 que circulaba en el mismo sentido pero a menor velocidad. Lejos de detenerse y auxiliar a quien había chocado, continuó la marcha y dobló por calle Julián Cortázar continuando a gran velocidad, tocando bocina al llegar a las esquinas, pero sin reducir la velocidad.
Al llegar a la avenida Juan B. Justo (continuación de la ruta 9 en el interior de la ciudad de Córdoba), giró hacia la derecha, conduciendo 100 metros por una arteria muy transitada a contramano. El expediente describe que los automovilistas que circulaban por la avenida debieron realizar maniobras para evitar ser chocados.
Al llegar a la siguiente esquina, volvió a ingresar al barrio por calle Juez Mármol, por donde continuó a gran velocidad, pasando a escasos 40 centímetros de un hombre que se encontraba agachado en la calle, cambiando una rueda delantera de un vehículo estacionado.
Por momentos, el rastro del circuito que realizó Cabrera Guevara se pierde, pero minutos después, al llegar por Julio Cortázar a la esquina con Gino Galeotti, atropella a la motocicleta marca Titán conducida por Gonzalo Uliana (29), quien acababa de descender de la vereda para transitar por la calle.
Uliana murió, en forma instantánea, por politraumatismos y traumatismo de cráneo severo. Su cuerpo quedó a 25 metros de la moto, que se incrustó contra una camioneta Ford F100. En ese mismo lugar, el Jeep que conducía Cabrera también impactó a una Volkswagen Gol, que generó un choque en cadena con un Chevrolet Celta, que impactó a un Peugeot 208 y este con un Fíat 147. También chocó lateralmente con un Renault 9 y un Chevrolet Classic estacionados en el lugar.
El Jeep quedó unos metros más adelante, con el frente destruido, sin el capó y con el velocímetro clavado en 220 kilómetros por hora.
Esquizofrenia y drogas
Desde el primer momento, la estrategia defensiva de Cabrera Guevara se centró en la declaración de inimputabilidad del joven. En ese sentido, desde su entorno se declaró que el joven sufría esquizofrenia y un largo historial de adicción a las drogas.
También se constató que en los días previos al hecho, Cabrera Guevara había sustraído otra motocicleta del taller de su padre.
Al momento de la detención, los policías indicaron que no estaba ebrio, pero las pericias constataron que había rastros de marihuana y cocaína en su sangre y orina. Otro de los elementos centrales arrojados por las pericias tiene que ver con que el vehículo habría circulado a una velocidad mínima de 112 kilómetros por hora, en medio de un barrio.
Homicidio simple con dolo eventual
Finalmente, la fiscalía resolvió el pedido de elevación a juicio al considerar que el imputado había tenido una participación penalmente responsable del delito de homicidio simple.
El dato destacable es que la imputación incluye la figura del dolo eventual, ya que la fiscalía indicó que el acusado no solo condujo como mínimo 30 minutos a alta velocidad, bajo los efectos de estupefacientes, sin carnet habilitante, en dirección contraria al sentido de circulación de algunas calles, sin aminorar la marcha en las intersecciones y pasando a escasos centímetros de transeúntes ocasionales, quedando sólo librada al azar la posibilidad concreta de matar; sino que si bien el imputado presentaba trastornos mentales y de personalidad, al momento del hecho sus capacidades para comprender y dirigir sus acciones se encontraban “disminuidas”, pero no anuladas.
El abogado Carlos Nayi, quien representa a la familia de la víctima, se mostró satisfecho con la resolución judicial, sobre todo en torno a la figura del dolo eventual.
Incluso sostiene el expediente que, al momento de chocar a su primer víctima, el conductor del Renault 19, debería haberse representado el peligro de colisionar con vehículos detenidos o personas situadas en el lugar y causar un resultado mortal.
El juicio, que seguramente se realice en 2023, encontrará al imputado detenido y bajo tratamiento psiquiátrico, enfrentando una pena que, en caso de confirmarse, puede ir de los 8 a los 25 años de prisión.
