“Un vaso con agua, ¿podrá ser?”. Ese fue el pedido que escuchó el anciano en las primeras horas de aquella calurosa mañana de verano. Bajo un sol que se anticipaba radiante, las dos mujeres habían golpeado de forma insistente la puerta de la vivienda.
El dueño de casa no dudó en abrir la puerta y franquearles el ingreso. No era de abrirle a cualquiera, menos a desconocidos. Sin embargo, las dos mujeres eran caras bien conocidas.
Vivían en el barrio desde bien chicas, se habían criado allí y, en los últimos tiempos, no hacían otra cosa que tocar el timbre, ofrecer servicios y pedir lo que sea a cambio.
Ya en la cocina de la casa, cuando el anciano quiso reaccionar, ya era tarde. Las mujeres se le fueron encima. Con un cuchillo de cocina, le exigieron el dinero de la casa. Como pudo, y con lo que pudo, la víctima se resistió.
Así fue como terminó recibiendo cuatro puñaladas desde atrás. Tres dieron en el tórax y la última lo alcanzó en el abdomen
Unos vecinos verían luego a las sospechosas llevándose, a la rastra, una garrafa domiciliaria de 10 kilos.
El hombre alcanzó a ser internado, pero su corazón no resistió. Tras dos días de estar internado, finalmente falleció en una cama de hospital. Se llamaba Guillermo Ignacio Morán y tenía 80 años.
El salvaje asesinato ocurrió en febrero de 2021 en barrio Cáceres, de la ciudad de Córdoba. Veintiún meses después, llegó el turno de la Justicia: dos mujeres comenzaron a ser juzgadas como las supuestas autoras de aquel brutal asesinato domiciliario.
Liseth Johana Frías Luján (31) y Evelyn Lourdes del Valle Zerdán (23) comenzaron a ser juzgadas en la Cámara 9ª del Crimen de Córdoba, con la participación de jurados populares. Ambas responden por los delitos de robo calificado y homicidio criminis causae (cuando se mata para buscar la impunidad).
En caso de ser halladas culpables de esos delitos, les corresponde una sola pena: la prisión perpetua.
Ataque a traición
Eran las 9 de aquel 6 de febrero de 2021, cuando don Morán abrió la puerta de su casa en calle Lamartine al 1891, en barrio Cáceres, de Córdoba.
De acuerdo a la investigación judicial, dos mujeres conocidas suyas se habían presentado en la casa y le habían pedido un vaso de agua. Mientras una se sentó en la cocina, otra pasó al baño.
La presunción judicial es que en esas circunstancias sobrevino una demencial asalto domiciliario. La mujer que había ido al baño, manoteó un cuchillo de cocina de la propia víctima y lo atacó desde atrás, a traición.
Morán recibió graves puñaladas y cayó al piso, lo que fue aprovechado por las dos mujeres para apoderarse de una garrafa de 10 kilos y escapar corriendo como podían.
Así de simple, así de brutal.
Varios vecinos las vieron pasar corriendo llevándose el botín.
“Fueron la ‘Beba’ y “la Gringa”
Mientras las ladronas escapaban corriendo de la vivienda, don Morán salió como pudo a pedir ayuda.
Malherido por las puñaladas y arrastrándose, comenzó a golpear las puertas de los domicilios de la cuadra. Una vecina se apiadó y salió a asistirlo. Tras darle una silla para que el hombre se siente, escuchó de su boca el relato de lo que acababa de pasarle en la casa. “Fueron ‘la Beba’ y ‘la Gringa’”, alcanzó a decir el anciano.
Al cabo de unos minutos, tras un llamado al 911, arribó una dotación policial. Como la ambulancia se demoraba y mucho en arribar, Morán fue trasladado hasta el Hospital Misericordia, donde quedó internado en la terapia intensiva.
Luego de agonizar dos días, finalmente el hombre murió, lo que causó absoluta conmoción en la barriada.
No tardaron nada los investigadores en avanzar con la pesquisa e identificar a las sospechosas. Sobre todo porque el jubilado había alcanzado a balbucear los apodos “Beba” y “Gringa”.
Había algo central: las ladronas andaban a pie y se habían llevado arrastrando la garrafa.
A paso firme, los investigadores comenzaron a desandar las calles del barrio para recolectar testimonios. Las dos acusadas no tardaron en ser detenidas a los pocos días.
Complicadas en la sala
Liseth Johana Frías Luján y Evelyn Lourdes del Valle Zerdán comenzaron a ser juzgadas en la Cámara 9ª.
Cercadas por las pruebas, ambas ya aceptaron a regañadientes haber entrado a la casa del anciano aquella mañana. Sin embargo, según trascendió, se estarían echando la culpa respecto a quién atacó al hombre.
La hija del hombre asesinado tiene activa participación en la causa y es parte querellante, bajo la asistencia de la abogada Antonella Pelanda.
Tanto la querellante como el fiscal de la Cámara 9ª, Gustavo Arocena, llevan adelante la acusación en contra de las dos sospechosas.
La abogada Pelanda está convencida que hubo premeditación en todo.
El juicio avanza con varios testimonios contundentes y se espera que haya sentencia en pocos días.
