Con la hipótesis central de que todo se trató de un atentado encargado por alguien a cambio de dinero contra otro alguien, avanza la investigación de la fiscal Silvana Fernández y su equipo por el asesinato de Gabriela Stefi Pérez (24), ocurrido el pasado 9 de septiembre en barrio Yapeyú de Córdoba capital.
Hasta en la propia sede judicial existe asombro y perplejidad respecto a la derivación de la pesquisa que terminó, por ahora, con la detención del hermano de la víctima.
Para la fiscal y su equipo, Gustavo Herrera (35), quien había salido de la cárcel en mayo tras purgar una condena por delitos contra la propiedad, sería el hombre que abrió fuego contra el club Yapeyú, donde se realizaba un acto-almuerzo del Soelsac (el gremio de los trabajadores de limpieza).
En el seno de la causa entienden (y enfatizan) que Herrera habría sido el “matón” que llegó hasta el club aquel sábado para efectuar disparos contra personas que estaban cerca del asador. No está claro si el blanco era Sergio Fittipaldi (titular del Soelsac) o alguien de su entorno.
Tras los disparos, el agresor escapó con otros hombres en un VW Vento.
Irónica, bárbara y brutal fue la derivación: uno de los plomos atravesó una ventana y mató a Gabriela.
Fue ella, como podría haber sido su otra hermana, quien estaba a su lado, o una pequeña de corta edad.
Herrera permanece preso e imputado por homicidio agravado por el uso de arma de fuego.
Dinero que “quemaba”
Desde la pesquisa señalan que hay pruebas fuertes sobre Herrera.
Se indica que hay filmaciones de cámaras de seguridad, rastreos de comunicaciones, rastreos tecnológicos y testimonios que lo complican.
Otro elemento valorado es el movimiento de su celular antes, durante y después del hecho.
Como ya se informó, desde el seno de la investigación insisten que hay sobradas sospechas de que recibió una fuerte suma de dinero por haber ido presuntamente a hacer los disparos contra el club Yapeyú.
Algunas versiones señalan que se pagaron 300 dólares, otras 500 dólares, otras habaln de miles de dólares.
En las últimas horas surgieron datos de peso para la causa: luego del crimen de Gabriela, Herrera fue visto entre allegados con una llamativa cantidad de dinero en sus manos.
Algunas versiones señalan que fue visto con una cifra que oscila entre 150 mil y 200 mil pesos en efectivo.
“Ese dinero era muy llamativo en sus manos. Sobre todo, si se tiene en cuenta que había salido de la cárcel y no tenía plata para nada. Es más, siempre andaba pidiendo. ¡De pronto, apareció con efectivo!”, contó una fuente de la causa a LaVoz.
Otro informante, en idéntica línea, agregó: “Antes del crimen, no tenía ni para cigarrillos. Luego del hecho, se lo vio con mucho efectivo, haciendo compras y pidiendo a personas cercanas que le guarden plata”.
La fiscalía ya ordenó distintos allanamientos en varios domicilios.
Su familia dijo ante la prnesa que el hombre no era barra ni trabajaba para el Soelsac ni para el Surrbac.
“Hacía changas”, dijo una hermana. “Trabajaba como servidor urbano de la Municipalidad”, señaló otra hermana suya.
De Bouwer a un neuro y con cuidados
Tras ser detenido el pasado lunes, Gustavo Herrera fue enviado a la cárcel de Bouwer. La libertad le había durado cinco meses.
La fiscal Fernández envió un exhorto al Servicio Penitenciario de Córdoba (SPC) para que se extremen los cuidados sobre el detenido.
No quieren que vaya a sufrir ningún episodio de violencia de terceros ni autoinflingidos, según fuentes oficiales. Cabe señalar que la familia del acusado había dicho públicamente que responsabilizaba a la Justicia si le llegaba a ocurrir algo.
El acusado de matar a su hermana fue alojado en primera instancia en el Módulo de Media Seguridad (MD) 1. Sin embargo, a poco de ingresar a Bouwer, sufrió una fuerte crisis.
Según fuentes con acceso a la causa, fue atendido en primera instancia en el hospital del penal, donde le suministraron calmantes.
Algo sucedió porque las autoridades penitenciarias, previa consulta y autorización de la fiscal, decidieron trasladarlo al Centro Psicoasistencial (un neuro) que funciona al lado de la Alcaidía de barrio Cáceres. Ese establecimiento depende del SPC.
Allí, Herrera permanece bajo cuidados médicos y de seguridad.
Ya lo visitó su abogado defensor.
Sebastián Lascano apenas pudo cruzar unas palabras con su cliente.
La fiscal dispuso la realización de una serie de peritajes psicológicos y psiquiátricos para el acusado.
No hay fecha de indagatoria.
Atentado por encargo
En la fiscalía tienen altas expectativas de que Herrera declare y brinde detalles. Es que están convencidos de que fue él. Insisten que hay pruebas y muchas. Y habrá más, adelantan.
Eso le dijo la fiscal a la madre de Herrera, luego de recibirla en su despacho. La mujer insiste con que su hijo es inocente.
La fiscal va de menos a más.
Por ahora, esa es la acusación penal. En el derecho todo es dinámico. No se descarta que pueda haber otro calificante de cara a futuro: homicidio por precio o promesa remuneratoria.
Ahora bien, si Herrera y otras personas habrían sido quienes “cobraron” por ese “atentado”, ¿quién lo encargó y por qué?
Si bien hay sospechas sobre posibles autor/autores intelectuales que hayan abonado “miles de dólares” por esos disparos, no hay pruebas firmes para detener o imputar por ahora, según explican en Tribunales II.
Como ya se dijo, una hipótesis es que ese ataque podría estar encuadrado en la rivalidad y pelea entre facciones del Surrbac (gremio de los recolectores) y el Soelsac.
Fue dicho: Fittipaldi acusó a Franco Saillén por el ataque a tiros.
Saillén respondió que no tuvo que ver y pide justicia por Gabriela.
En paralelo, se sospecha que el ataque podría tener relación entre facciones de la barra de Talleres.
Hay quienes en la investigación que sospechan incluso que podría haber una mixtura entre las hipótesis.
“Hay barras que trabajan en ambos gremios y están enfrentados”, remarcó un vocero.
A nadie le escapa en ámbitos de la causa que, llegado un juicio eventualmente, habrá una dura batalla entre fiscalía de cámara y defensa.
La causa, por ahora, tiene a una parte querellante. El abogado Carlos Nayi representa al viudo y al hijo de Gabriela en el reclamo de justicia.
El penalista insiste que busca llegar a la verdad total de lo sucedido.
No está claro qué sucederá con la mamá y el resto de la familia de Gabriela, quienes insisten con la inocencia de Herrera y permanecen en shock por la derivación.
Trascendió que ya hay “quiebres” en el seno de la familia.
Fittipaldi, en tanto, no fue aceptado como parte querellante en la causa.
