Mientras las miradas están puestas en la terapia intensiva del Hospital de Urgencias, donde madre e hija pelean por sus vidas tras haber sido salvajemente atacadas el pasado sábado en un hogar de barrio Kairos, de Córdoba Capital, la Justicia avanza en la investigación en torno al agresor: Eric Ricardo Van de Velde.
El joven de 29 años sigue internado en el Centro Psíquico Asistencial (CPA), en barrio Cáceres, y se encuentra imputado por homicidio simple y lesiones graves y lesiones leves calificadas, por disposición del fiscal Cristian Griffi, del fuero de violencia familiar.
El caso de Van de Velde vuelve a poner, otra vez en debate, la nueva ley de salud mental y sobre todo en torno a la situación de aquellos pacientes con trastornos que, tras ser atendidos en instituciones, son enviados con su familia. Ya en el hogar y en su ámbito, no hay contención.
El fiscal dispuso un estudio clave: un peritaje psicológico interdisciplinario para determinar qué trastorno tiene Van de Velde, qué sucedió el sábado y fundamentalmente determinar si comprende o no la criminalidad de lo que hizo.
Este punto es crucial.
El estudio le dirá al fiscal si el asesino es imputable o no.
Si se determina que es imputable, seguirá preso y podrá ser enviado a juicio y hasta condenado.
Si no, debería ser alojado en una institución mental y la acción penal se extingue.
Hay otro punto importante: Van de Velde había dado señales previas y pistas en su página de Instagram sobre ideas de ataques, venganzas y muerte.
Llegó a escribir mensajes amenazantes.
El fiscal espera confirmar si, como trascendió de allegados, Van de Velde estuvo internado en un neuropsiquiátrico en Buenos Aires, de donde fue retirado por su padre.
También se intenta precisar si estuvo incluso internado en Córdoba, tal como deslizó su progenitor.
No hay vestigios de droga en esta historia. No se hallaron estupefacientes en la casa. Nadie refiere que el muchacho sea adicto.
De todos modos, se esperan los resultados de estudios toxicológicos.
Mientras tanto, investigadores policiales se mueven con cautela buscando testigos, recopilando testimonios y buscando pruebas para terminar de armar el rompecabezas de una causa que avanza.
Por consejo de psicólogas del Polo de la Mujer, se evita charlar a fondo con los familiares de las víctimas.
El shock y la conmoción no han cedido espacio.
Un brote psicótico es una de las hipótesis firmes de lo sucedido el sábado pasado el mediodía.
Con un cuchillo y un machete, el joven atacó a su madre, como así también a su hermana y al hijo de esta que habían llegado de visita.
Santiago Palacios, de 12 años, murió horas después.
Norma y su hija Vanesa sufrieron gravísimas heridas que la tienen internadas y en coma en el Hospital de Urgencias. Se encuentran en el shock room.
El estado de ambas es crítico e inestable.
Agravar los cargos
“Nunca vi una cosa así”, dijo, conmovido, el fiscal tras recorrer la escena del crimen el lunes a la mañana.
El funcionario quiso observar, junto a su equipo de trabajo, la escena del crimen, recorrer los espacios, dimensionar lo sucedido, comprobar el espanto en carne propia.
Existe cautela en la fiscalía.
Mientras se espera la evolución médica de las sobrevivientes y se analiza lo sucedido, se evalúa agravar los cargos contra Van de Velde.
Matar al sobrino es homicidio simple. Sin embargo, si se comprueba algún agravante como saña o alevosía, el delito podría calificarse.
Lo mismo sucede con el ataque con las mujeres. No se descarta que todo pueda mutar a una tentativa de homicidio.
Pensar en una indagatoria suena lejano, por ahora.
Que no atente contra sí mismo
Aquel sábado, mientras era atacada, la madre de Eric alcanzó a clamar por ayuda.
Así fue que, tras reventar la puerta a patadas, varios vecinos lograron enfrentar al asesino y detenerlo. Varios testigos comentaron a la prensa que el atacante estaba ido, blandía las armas blancas y gritaba cosas incomprensibles.
Tras ser reducido, resultó con una severa golpiza.
Los policías que llegaron lo terminaron esposando.
Tras ser atendido en un hospital, fue derivado al Centro Psíquico Asistencial (CPA), una institución judicial que funciona al lado del Establecimiento Penitenciario 9 de barrio Cáceres.
No se le permiten visitas.
Hay cuidados para evitar que pueda atentar contra sí mismo.
Dos denuncias previas
Fuentes oficiales indicaron que, si bien no tenía antecedentes, el joven tenía dos denuncias penales: una de su madre porque salía a andar en bicicleta con su machete; otra de una familiar por amenazas.
De Eric Van de Velde se sabe que el muchacho no trabaja ni estudiaba.
Solía acudir a una iglesia evangélica de la zona y luego volvía a su humilde hogar donde vivía con su madre.
“Está surgiendo información de que era una persona violenta. Siempre estaba solo, era ermitaño”, comentó una alta fuente del caso.
“¿Qué pasó en esa casa? No lo tenemos claro aún. Había cuatro personas. Una falleció, dos están internadas graves y el agresor está en un centro psiquiátrico... Queda mucho trabajo”, indicó un pesquisa.
Investigadores policiales trabajan para armar el perfil del joven.
“Internado”. En diálogo con El Doce, el padre del joven dijo que este permaneció internado “dos o tres meses” bajo tratamiento en Córdoba y luego “salió muy bien”. Agregó que antes también fue internado en Buenos Aires, pero que “se escapaba” de los establecimientos donde recibía asistencia.
“Nos veía a nosotros como un enemigo, por eso hizo lo que hizo, ya no tenía el control de su mente ni de su vida”, indicó Alfredo Van de Velde.
