“No nos robaron una moto. A nosotros nos robaron la posibilidad de tener una familia, nos robaron a mi papá”, se escucha decir a la joven, mirando a cámara al borde del llanto, rodeada del resto de su familia.
La adolescente es una de las hijas de Sebastián Villarreal, el hombre de 45 años asesinado hace una semana por motochoros en barrio Yofre Norte de la ciudad de Córdoba. El vecino se iba a trabajar a una fábrica y fue fusilado a balazos. Primero lo mataron, luego le robaron la moto.
Este jueves a la tarde, familiares, amigos y allegados de Sebastián saldrán a marchar por las calles del Centro de Córdoba para reclamar justicia y exigir que los asesinos sean capturados.
En las últimas horas, familiares de la víctima y la abogada que los representa se reunieron con el fiscal Andrés Godoy quien les explicó, sin romper el secreto de sumario, que la pesquisa es profusa y les pidió paciencia. Mientras tanto, los investigadores trabajan para identificar y dar con los al menos dos delincuentes que cometieron el crimen.
Por las características del crimen, por lo que representó en el marco de la ola de inseguridad, por la protesta social, y por la repercusión en Córdoba y el país, el alevoso asesinato de Sebastián se convirtió en un caso de altísima prioridad para la Policía.
Sin embargo, los cuerpos investigativos policiales y judiciales siguen trabajando en otras causas por brutales crímenes registrados en los últimos días en Córdoba y que han tenido altísimo impacto, también por sus características e implicancias.
Son causas que están al “rojo vivo” por el volumen de trabajo. En esos expedientes, los principales acusados tampoco han caído presos.
Por un lado, está el complejo expediente en torno a los asesinatos de dos hermanastros ocurridos semanas atrás, y en cuestión de horas, en villa El Nailon, en la franja norte de la Capital. Se trata de los casos de Maximiliano Gómez y de Tomás Moyano.
La hipótesis judicial es que los crímenes tienen relación con una interna de la barra del club Instituto de Alta Córdoba. Por esa causa, dos hinchas están presos por amenazas y un tercero está detenido por su vinculación con uno de los crímenes.
Sin embargo los principales sospechosos no han sido capturados.
Por otro lado, está el expediente en torno al brutal homicidio de Miguel Ángel Cuello, quien murió de un tiro en la cabeza tras el ataque de una pandilla en barrio Villa Martínez, al oeste de la Capital. La familia dijo que Cuello, quien se ganaba la vida como instalador de aires acondicionados, era ajeno a todo y fue alcanzado por una bala disparada por un grupo.
En la fiscalía de Horacio Vázquez no descartan que el disparo haya sido intencional para vengarse eventualmente de alguien cercano a Cuello. Las motivaciones de semejante agresión no están claras.
El fiscal libró las capturas de los supuestos homicidas. Sin embargo, los acusados desaparecieron del barrio luego de un ataque a balazos, presuntamente efectuado por allegados a la víctima, contra la casa de los sospechosos poco después del crimen. Por esas agresiones a tiros hay, a su vez, dos hombres detenidos por el delito de abuso de armas.
A puro balazo en El Nailon
Lo sucedido en villa El Nailon, según fuentes del caso, fue claramente consecuencia de una espiral de violencia entre dos facciones de la barra del club de Alta Córdoba.
La rivalidad detonó en la noche del 15 de febrero cuando, en el marco de una infernal pelea a tiros, Maximiliano Ezequiel Gómez (30) cayó muerto. La Policía, que había ido al lugar precisamente por las denuncias de los disparos, fue atacada a balazos.
El 17 de febrero siguiente, y luego del velatorio de Gómez, un hermanastro suyo fue ejecutado a balazos. Se trataba de Tomás Misael Moyano, quien tenía 19 años.
En el marco de esta violenta secuencia, al menos una casa terminó incendiada. Era la vivienda de una persona que presuntamente se puso a filmar con un celular a jóvenes que andaban armados por la barriada.
La fiscal mantiene detenidos a tres jóvenes. Uno por su presunta vinculación al crimen. Los dos restantes son hinchas que forman parte de la barra de Instituto, según informó el Ministerio Público Fiscal.
Se trata de Jorge Luis Moyano y Gustavo Ariel Moyano, quienes están imputados por amenazas.
Se indicó que ambos son altos miembros de la facción “Los Ranchos”, de la barra de Instituto, la cual está enfrentada con “Los Capangas”.
De todos modos, los 10 cuerpos que tiene ya el expediente lejos están de estar cerrados.
Al menos dos hombres tienen pedido de captura ya que se marcharon de la zona. Se trata de Mariano Cabanillas y uno de sus hijos.
En paralelo, todo indica que habrá más órdenes de detención.
Fusilado en la cabeza
El 19 de febrero pasado, Miguel Cuello (31) recibió un tiro en la cabeza cuando le faltaba poco para llegar a su casa en Villa Martínez.
Aquella noche, un grupo atacó a tiros a otro. Cuello alcanzó a ser llevado al hospital Eva Perón, donde finalmente murió. Esa madrugada se produjeron graves incidentes por parte de allegados a la víctima en el mismo hospital y contra la Policía.
“Me lo mataron como un perro”, alcanzó a decir el padre de la víctima, en el marco de una marcha en reclamo de justicia a los pocos días.
Los familiares señalaron que Cuello recibió el disparo cuando volvía al barrio junto a sus amigos tras haber ido a ver a Talleres. “No participó de la balacera para nada. Era un chico querido por todo el mundo, trabajador”, señaló una tía suya.
La fiscalía ordenó la captura de dos hombres por el homicidio. Mientras tanto, otros dos varones, familiares de la víctima, continúan presos acusados de haber atacado a tiros la vivienda de los ahora prófugos.
También en esta causa, los pesquisas no han dejado de trabajar.
Asalto de motochoros y crimen
Con un profuso trabajo de calle continúan trabajando los investigadores de Robos y Hurtos de la Policía para dar con los motochoros que ultimaron a Sebastián Villarreal, la semana pasada en barrio Yofre. No hay detenidos. Sí hay algunas sospechas.
“¡No me matés! Tengo hijos”, alcanzó a gritar la víctima antes de que fuera ultimada a tiros por los motochoros que le llevaron la moto.
Nadie se explica tanta saña.
El caso es complejo, pero se lleva adelante un profundo trabajo basado en testimonios y análisis de datos.
A todo esto, los cuerpos investigativos siguen trabajando en otras causas importantes que lejos de estar resueltas. Por caso, el crimen de Gabriela Pérez, asesinada en el acto del Soelsac en 2023 y por el que su hermano está (y continuará) preso.
