Se realizó este miércoles la tercera audiencia del juicio a dos supuestos partícipes del secuestro de Santiago Aguilera (18) en Villa Dolores que terminó en su homicidio. Lo más destacado fue la declaración como testigo del perito médico forense Moisés David Dib, director del Instituto de Medicina Forense provincial que participó de la autopsia y confirmó que la víctima sufrió tortura antes de ser asesinado.
El debate se inició este lunes en el Tribunal Oral Federal 3 de Córdoba con Walter Ezequiel Gil (25) y Julio César Ramírez (32) en el banquillo de los acusados, con la dura imputación de “secuestro agravado por la muerte querida (dolosa) de la víctima”, calificado por causarle “lesiones graves o gravísimas” y por “el concurso de tres o más personas”.
En la segunda audiencia de este martes se escuchó el testimonio de los empleados del corralón de la familia de Santiago, donde Gil había ingresado a trabajar pocas semanas antes y conoció a la víctima.
Se sostiene que él “lo entregó” a los secuestradores.
Además de Ramírez, que presuntamente manipuló el celular de Santiago durante el cautiverio, hay otros cuatro acusados que no llegaron a este juicio y que podrían ser juzgados como el resto de la banda que habría torturado y ejecutado al joven de 18 años.
El secuestro se produjo durante la noche del martes 16 de agosto de 2022 y el cuerpo fue hallado en un descampado la mañana del domingo 21.
Los acusados negaron los hechos en la instrucción.

¿Cuándo fue asesinado?
Este miércoles, en el juicio a Gil y Ramírez, se escuchó especialmente la palabra de Dib, quien dejó varias definiciones clave para el resto del debate.
Con relación a la data de la muerte, el profesional que acredita en su trayectoria más de 70 mil necropsias, señaló que la ciencia médica no puede aportar, por sí sola, elementos para determinar el momento exacto del deceso.
Al respecto, se inclinó por sostener que la muerte de Santiago puede ubicarse unas 48 horas hacia atrás desde el momento en que lo hallaron en un descampado en las afueras de la ciudad transerrana, con un margen de 12 horas antes o después.

Para sostener esa precisión aproximada, Dib señaló que lo más importante fue lo que establecieron los colegas de Villa Dolores que concurrieron al lugar del hallazgo del cadáver, la mañana del domingo 21 de agosto de 2022.
Esos profesionales vieron allí que el cuerpo estaba rígido y en el abdomen lucía una piel muy pigmentada por exposición al sol, en el área donde estaba descorrida la camisa.
Otro elemento que puede ayudar a establecer cuándo murió Santiago, es la “córnea opacificada”.
Dib se inclinó por un tiempo de unas 48 horas de antelación de la muerte respecto del momento del hallazgo del cuerpo. Pero aclaró: “Con un margen de error importante”.
El prestigioso forense le dijo a La Voz que “la data de muerte se construye con muchas cosas, una de ellas es la investigación (de los hechos); después, hay otros datos que pueden complementar, como los aportes de la medicina”. “Cuando no tenés una referencia, que no afirma con certeza, es muy difícil que nosotros (los tanatólogos) podamos decir la data exacta de la muerte”, completó Dib.

Tortura y sufrimiento
Antes de comenzar su testimonio, sin que nadie se lo pida, el forense realizó una aclaración a los presentes. Señaló que iba a describir una situación que podía ser muy dolorosa para los familiares.
Lo hizo, en especial, por la descripción del cadáver que debía formular ante el tribunal integrado por Cristina Giordano, Facundo Zapiola y José Quiroga Uriburu, además de todas las partes presentes.
El interrogatorio principal estuvo a cargo del querellante por los papás de Santiago, el abogado Alejandro Dragotto; el asesor del acusado Gil, el defensor oficial Rodrigo Altamira; como así también el fiscal federal Carlos Gonella.
Cuando le tocó describir detalles de la autopsia, realizada el mismo día del hallazgo del cuerpo, Dib sostuvo que tenía lesiones de distinta evolución, algunas compatibles con torturas, “heridas transfixiantes” (que atraviesan un órgano o un miembro). Se refirió primero a varias lesiones en la mano, una de ellas perforándole del dorso hacia la palma, lo cual “tiene un simbolismo” por el sufrimiento que se aplicó a la víctima mientras estaba con vida.
Él admitió que en sus años de trayectoria y durante su prolongada experiencia casi nunca vio un cuerpo con signos de tal violencia, como la que recibió Santiago.

Sobre la forma de realizar la autopsia, Dib señaló que participaron dos forenses de Vila Dolores y tres de Córdoba. Además, para completar este peritaje se recurrió a expertos de Policía Judicial, en particular en el registro de la operación completa, a partir de fotos y videos.
Como se viene haciendo desde hace unos años, el titular del Instituto de Medicina Forense explicó que se aplicó el “Protocolo de Minesotta” recomendado desde 2016 para “muertes potencialmente ilícitas”.
Para refirmar que Santiago había sido sometido a tormentos, señaló que se constató “un grupo de lesiones compatibles con tortura, que iban desde esquimosis (moretones por golpes), escoriaciones (raspones de la piel, tal vez por arrastre) y heridas penetrantes producidas con un instrumento con punta y probablemente filo”.
“Tenía algunas lesiones en una de las manos, varias lesiones penetrantes, una de ellas le atravesaba con salida”, declaró el testigo.
Por otra parte, se advirtió “un surco apergaminado en el cuello”, lo que sugiere que lo ataron en esa zona (con una soga o un cable) para torturarlo o para arrastrarlo.
Todo ese grupo de lesiones, para los forenses eran indicador de mecanismos de tortura.
“No son lesiones mortales, pero sí capaces de producir dolor o sufrimiento a la persona que la recibe”, explicó luego Dib a este diario.
Ensañamiento fatal
Además, ya como parte de las causas de la muerte, el forense sostuvo que el cuerpo tenía lesiones de golpes en la cara, con esquimosis en ambos ojos y también lesiones penetrantes en el cráneo que llegaban al cerebro, producidas también por un elemento penetrante, un destornillador o un cuchillo fino.
“En ese contexto -agregó-, la causa final de la muerte creemos que ha sido el traumatismo de cráneo, por esta herida penetrante”. Pero, además, sostuvo que el cuerpo “tenía una lesión en el tórax, un poco más grande que las otras”
En este punto, se hizo referencia a un detalle que describe la crueldad de los secuestradores con el joven cautivo. Si bien había un orificio de ingreso (con un arma blanca delgada) en el tórax, en el interior había seis lesiones en el pulmón, lo que sugiere que sin sacar el elemento cortante se volvió a introducirlo varias veces.