La Justicia de La Plata dictaminó que un rugbier pague más de $ 110 millones de en resarcimiento a un joven al que propinó una brutal golpiza hace casi una década, causándole lesiones permanentes y severos dolores. El hecho, que ocurrió en 2016 a la salida de un bar céntrico, dejó a la víctima con secuelas de por vida.
El incidente se inició en 2016 en el bar “El Copetín”, ubicado en diagonal 74 y 59 en la capital bonaerense, local que cerró en abril de 2019. Según la denuncia, la víctima fue abordada por dos deportistas de un club local, y aunque las provocaciones comenzaron dentro del establecimiento sin causar lesiones, la agresión escaló fuera. La víctima relató haber recibido golpes leves en la rambla de diagonal 74, pero fue en la calle 18, entre 58 y 59, donde sufrió un fuerte golpe de puño que le provocó las lesiones más graves.
Las pruebas presentadas, que incluyeron grabaciones y testimonios de testigos, descartaron cualquier provocación por parte del agredido, lo que llevó a la jueza Sandra Nilda Grahl, del Juzgado Civil Nº 17, a calificar el suceso como una “golpiza” en lugar de una “pelea”. La jueza determinó que tanto el principal agresor como otro implicado deben resarcir al denunciante por los daños físicos, psicológicos y morales sufridos.
El principal agresor deberá abonar $110.112.276,76 en concepto de incapacidad psicofísica, atención médica y daño moral. Su acompañante, en tanto, fue condenado a pagar de manera solidaria, junto con el agresor principal, otros $317.800 por lesiones leves.
Las consecuencias de la agresión para la víctima son severas: sufrió una intervención quirúrgica y actualmente tiene cuatro placas de titanio y 18 tornillos en el rostro. Además, perdió el nervio cóndilo mandibular, lo que le causa intensos dolores y limitaciones físicas que afectan gravemente su vida diaria.
En el ámbito penal, los acusados optaron por mecanismos alternativos de resolución, solicitando la suspensión del juicio a prueba en uno de los expedientes y sometiéndose a un procedimiento de juicio abreviado en el otro. Esto implicó la asunción expresa de los hechos que les eran imputados. La sentencia civil destaca que, en una audiencia ante el Juez de Garantías y la Fiscalía, ambos codemandados ofrecieron disculpas a la víctima y cerraron el acto con un estrechón de manos, gestos que evidencian su “reconocimiento inequívoco de responsabilidad”.
El abogado de la víctima, Marcelo Szelagowski, resaltó el valor ejemplificador de esta condena, haciendo hincapié en el impacto del desarrollo físico desmedido en jóvenes que carecen de una formación emocional adecuada. “La sanción penal y civil es el único camino posible frente a este tipo de abusos”, enfatizó Szelagowski.