El común denominador no era otro que “Negro”. En las numerosas intervenciones telefónicas filtradas por la Justicia federal de Córdoba, Humberto Rodolfo Gómez aparece como “nexo” con el resto de los “narcovalijeros” que traficaron 65 kilos de marihuana desde Buenos Aires para abastecer el “mercado” local.
“Negro” Gómez, un exconvicto cordobés condenado por narcotráfico, recibió en los últimos días su segunda condena. En un fallo unipersonal del juez José Fabián Asís, el Tribunal Oral Federal N° 2 de Córdoba capital le impuso seis años de prisión como autor de transporte de estupefacientes agravado por la intervención de tres o más personas.
También fueron condenados Kevin Alejandro Berón a cuatro años y medio (su segunda pena); Nilce Nadir Paniagua (3 años y 10 meses); Gabriela Magalí Rodríguez (3 años y 10 meses); Jennifer Carolina Báez (3 años, condicional); Yanina Elizabeth Vega (2 años, condicional); y Braian Mauricio Vega (2 años, condicional).
Una denuncia anónima, llamados y el “nexo” común
La causa comenzó a partir de una denuncia anónima. El fiscal federal N° 2, Carlos Casas Nóblega, pudo hilvanar una serie de movimientos que conectaban dos puntos clave en el mapa de la droga en este caso: Buenos Aires y Córdoba capital.
A través de intervenciones telefónicas y trabajo de campo, los investigadores de la Policía Federal identificaron cómo se llevaba adelante la mecánica del traslado hacia La Docta, donde se fraccionaba y se comercializaba mediante la modalidad de narcomenudeo.
Entre las llamadas telefónicas intervenidas, sobresalieron varios diálogos de “Negro” Gómez con diversos sospechosos y, en un lenguaje encriptado, los términos clave “maletas” y “kilos”. También se detectó una conversación con “Yanina” (luego identificada como Yanina Vega), hermana de Brian Vega, presuntos vendedores al menudeo afincados en barrio Quintas de San Jorge, en Córdoba capital.
Los pesquisas pudieron determinar entonces que Gómez se dedicaba a la adquisición de los estupefacientes en Buenos Aires y a la logística de su traslado en colectivos de línea.
Una comunicación filtrada permitió advertir un posible nuevo movimiento de droga. “Negro” encargó por teléfono una compra de marihuana a “Gordo”, afincado en la localidad de San Justo, en el partido de La Matanza.
“Negro” viajó desde Córdoba para buscar la droga y coordinar el posterior traslado. Así es que los investigadores averiguaron que el tráfico se iba a realizar el 10 de agosto de 2023.
Gómez, Paniagua (de Laferrere, La Matanza), Berón (Ciudad Evita, La Matanza), Báez (Isidro Casanova, La Matanza) y Rodríguez (González Catán, La Matanza) abordaron el interno 3735 de Urquiza con más de 65 kilos de marihuana.
Lo que no sospechaban era que en el colectivo también viajaba el “pasajero 20”, un efectivo de la División Operaciones de la Federal. El policía siguió minuto a minuto todos los movimientos del grupo desde la terminal bonaerense, en comunicación permanente con el móvil no identificable que realizaba el seguimiento del ómnibus, varios metros detrás.
El “pasajero 20” infiltrado pudo incluso detectar antes de partir hacia Córdoba que los sospechosos no sólo se conocían entre sí sino que hasta bromeaban juntos, lo que fue relevante para establecer la familiaridad que los unía en el trato.
Alrededor de las 7 del jueves 10, y por orden del juez federal de Córdoba N° 3, Miguel Hugo Vaca Narvaja, los efectivos revisaron el ómnibus en el peaje de Toledo, en la autopista Rosario-Córdoba, donde todo el cargamento fue decomisado.
En San Justo, Paniagua había despachado dos valijas a su nombre: en una llevaba 14 “ladrillos”; en la otra, otros tantos “panes”.
Con la ayuda del perro antinarcóticos “Manteca”, en la maleta de Berón los efectivos encontraron 14 “ladrillos”; en la valija de Báez hallaron 14 “panes” y en las de Rodríguez, varios “ladrillos”.
Al momento de la requisa, Paniagua viajaba junto a Rodríguez a mitad del colectivo, mientras que Berón lo hacía con Báez hacia el final. En total, fueron secuestrados más de 65 kilos y todos los involucrados fueron detenidos.
El juez allanó la casa de Yanina y Braian Vega en Quintas de San Jorge (Córdoba), y secuestró 138 pastillas de éxtasis en una mochila, 12 envoltorios con cocaína (1,1 gramos en total), 411.521 pesos, dos balanzas de precisión y dos municiones.
Todos acordaron un juicio abreviado con la Fiscalía General de Casas Nóblega. El auxiliar fiscal Augusto Richter modificó la calificación: de organización para el transporte de estupefacientes a transporte agravado por la intervención organizada de tres o más personas (respecto de Gómez, Paniagua, Berón, Báez y Rodríguez); y de tenencia para la venta a confabulación para el comercio (en el caso de los hermanos Vega).
Como parte del acuerdo con el fiscal, los procesados, entre ellos “Negro” Gómez, admitieron su participación en los delitos enrostrados.
“El nexo entre todos los intervinientes de los hechos resulta Gómez, que es quien la investigación acredita como denominador común entre todos. Es él quien contacta a los proveedores e intermediarios; quien se traslada a Buenos Aires; lleva a los coimputados a la Terminal de Ómnibus de San Justo; aborda junto a ellos el micro que los trasladaría a la ciudad de Córdoba, y es quien coordina con Vega el abastecimiento de la sustancia estupefaciente que se comercializa en el domicilio de los hermanos”, sostuvo el juez Asís en su fallo.
En su rol, Gómez se valió de los “maleteros” o “narcovalijeros” para consumar el traslado de la droga a Córdoba, con un seguimiento de cerca. Es habitual que, como parte del control, los punteros o dealers realicen un control personal “punta a punta” de las sustancias.
“Negro” eligió, como suele ocurrir en este tipo de causas, personas jóvenes, económicamente vulnerables, como Paniagua, Berón, Báez y Rodríguez, para mover la marihuana.
El juez puntualizó, respecto de los hermanos Vega, que si bien “realizaban conductas vinculadas al tráfico de estupefacientes en el domicilio familiar” (contaban con balanzas de precisión, pastillas y bolsitas de nylon), no se pudo constatar que vendieran las sustancias, por lo cual el auxiliar fiscal lo encuadró finalmente en confabulación.