El dolor y la vergüenza salpican, como la lluvia de aquel 26 de noviembre del 2006, las miles de páginas del expediente por el homicidio de Nora Dalmasso de Macarrón (51). Tras el juicio que absolvió al viudo Marcelo Macarrón, en el 2022, la causa permanece abierta, aunque por el tiempo transcurrido estaría prescripta la posibilidad de condenas.
Tras reconocer a Dalmasso como “víctima de violencia de género”, la Justicia se comprometió a buscar “la verdad histórica” y creó una oficina especial a cargo del fiscal del primer turno, Pablo Jávega. A 17 años el crimen, la investigación se asemeja a la búsqueda de una aguja en un pajar.
La nueva línea parte del ADN de un desconocido determinado en el cinto de la bata con que Dalmasso fue estrangulada. Para el fiscal de Cámara, Julio Rivero, “allí está el asesino”.
El rastro no es de Macarrón ni de ninguno de los que estuvieron en la habitación tras el hallazgo del cuerpo.
Hace un año se decidió compararlo con el ADN de entre 200 y 300 personas allegadas a la familia y a la víctima. El mapeo de los posibles aportantes lo hicieron detectives judiciales de la DIO (División Investigación Operativa). Hasta el momento, en Río Cuarto tomaron unas 70 muestras de saliva y se enviaron a analizar unas 40 al Centro de Genética Forense de Córdoba. Trascendió que una ex amiga de la víctima citada (enfrentada al viudo) no se presentó y volvería a ser convocada para la prueba informativa.
“No tengo referencias de resultado alguno en cuanto a los informes genéticos y no tengo líneas de investigación contra persona alguna”, afirmó el fiscal Jávega este jueves y explicó que están a la espera del primer informe. Si no hay ningún positivo, remitirá la segunda tanda.
El dictamen más importante del juicio absolutorio de Macarrón lo dieron dos forenses: La víctima tuvo relaciones sexuales antes de ser asesinada. El gran interrogante nunca esclarecido es por qué el bioquímico policial de Río Cuarto dijo haber hallado semen y la genetista Nidia Modesti, del Ceprocor, la Policía Judicial científica de Córdoba y el FBI, descartaron el hallazgo de semen en las muestras recibidas.
Javega explicó que en todos estos meses trabajaron en la trazabilidad de la prueba genética colectada y procesada por Policía Judicial y el Ceprocor, como por el FBI, ya que hubo confusiones por el modo en que cada unidad rotulaba las muestras.
Dijo que prevé “reforzar algunos canales de comunicación para interpretar adecuadamente informes ya existentes en la causa elaborados por otras unidades de procesamiento, para no malinterpretar la lectura de los datos”.
¿Qué se investigó y qué no?
El mismo domingo en que el vecino Pablo Radaelli halló el cuerpo de Nora desnudo y sin vida en la cama de la hija del matrimonio Macarrón, surgieron comentarios que revictimizaron a Nora Dalmasso. “Son esos jueguitos sexuales”, especuló una amiga frente a la casa, disparando rumores sobre un accidente por hipoxifilia.
El primer imputado por rumores infundados, sindicado como presunto amante de la víctima fue Rafael Magnasco, ex colaborador del secretario de Seguridad de la Provincia, Alberto Bertea, históricamente enfrentado al vocero y entonces amigo del viudo Macarrón, Daniel Lacase. Bertea, el ministro de Seguridad de la Provincia y hasta el propio Fiscal General tuvieron que renunciar por el escándalo.
La desconfianza total se instaló en el caso con el segundo imputado, el pintor de obra Gastón Zárate y las denuncias de su amigo por aprietes de los policías de Córdoba, liderados por Rafael Sosa. Zárate fue liberado tras la manifestación popular denominada “El perejilazo”.
Víctima del prejuicio y la discriminación, el hijo de la víctima, Facundo Macarrón, estuvo imputado “por sospecha leve” durante cinco años. Luego, Marcelo Macarrón fue imputado primero como presunto autor de homicidio simple y luego como presunto autor de homicidio por encargo. Quedó totalmente absuelto en julio del 2022.
A lo largo del caso hubo otras versiones, muy disímiles. Se sospechó de un trabajador que iba a laquear los pisos de madera y dijo haber estado en el hall de la casa el sábado 25, a primera hora. Luego sostuvo que había mentido porque no fue a trabajar.
El ministerio público también descartó por falta de pruebas la denuncia de Daniel Cerdá, condenado por fraude en la megacausa del Registro de la Propiedad de Córdoba. Cerdá aseguró que Macarrón era testaferro de José Manuel de la Sota y que habría tenido a su nombre dos campos y un complejo de cabañas en Calamuchita. Pero no pudo aportar ninguna evidencia. En las más de siete mil fojas del expediente no aparece ningún dato concreto sobre un posible móvil económico del crimen.
En tanto, la madre de la víctima, Nené Grassi (ya fallecida), los hijos y, en especial, una amiga de Nora, siempre apuntaron sus sospechas contra un empresario y un supuesto “ataque de ira”. En el mismo sentido opinan hoy familiares y amigos del viudo.
En la causa también se llegó a analizar la participación de un sicario colombiano que había matado a una empresaria en Perú. Pero se descartó que estuviera en Argentina el día del hecho. Una versión que circula en Villa Golf y nunca se profundizó menciona a un trabajador que “le hacía los asados” a un amigo del viudo, alguien que supuestamente residía en el barrio, “se fue a vivir a La Pampa y murió”
