El asesino del cura Luis Cortés, ocurrido en la ciudad de Alta Gracia en 2015, fue encontrado ahorcado en su celda de la Cárcel de Cruz del Eje, donde cumplía una condena a prisión perpetua. Se trata de Edgar “Pinguchi” Díaz (34), quien había sido hallado culpable del delito de homicidio criminis causae: cuando se mata para lograr la impunidad.
Ahora, hay una investigación abierta por parte de la fiscalía de instrucción de Cruz del Eje para determinar cómo se produjo la muerte del condenado. Todo indica a priori que se habría tratado de una autodeterminación. De todos modos, se esperan una serie peritajes y medidas probatorias para establecer qué fue lo que sucedió.
Robo, crimen y espanto
Según la Justicia de Córdoba, Edgar Ariel Díaz fue el delincuente que el 29 de agosto de 2015 entró a la vivienda del sacerdote Luis Jesús Cortés (75), en el Centro de Alta Gracia.
La sospecha es que, valiéndose de la confianza que tenía con el párroco, pudo entrar a la casa. Fue a robarle dinero y pertenencias. Luego, lo estranguló y, antes de escapar, prendió fuego la casa para borrar pistas. La vivienda quedó toda revuelta.
El brutal asesinato causó profunda consternación en el Valle de Paravachasca.
“Pinguchi” cayó detenido a los pocos días mientras, según la Justicia, intentaba vender objetos electrónicos que habían pertenecido al sacerdote. Al momento de su detención usaba zapatillas con las mismas huellas que las encontradas en la cara del sacerdote.
El joven tenía serios problemas de adicción a las drogas. El cura siempre lo había ayudado, según se desprendió de la causa. De allí, que ambos se conocían.
Eso sí, el muchacho siempre dijo que él no había matado a nadie, incluso señaló haber sido un “perejil” y apuntó a un familiar cercano.
En 2016, un año después del crimen, Díaz fue juzgado por la Cámara 10ª del Crimen de Córdoba, con la participación de un jurado popular.
Llegó al banquillo de los acusados bajo el cargo de homicidio agravado criminis causae.
El por entonces fiscal de Cámara Diego Albornoz logró cercar al acusado con toda la prueba obrante en su contra y pidió la gravosa pena de prisión perpetua.
De forma unánime, el tribunal y el jurado popular avaló esa solicitud, por lo que se le impuso la pena mayor que prevé la ley argentina.
Además de condenar a Díaz, también se sentenció a Fabio Barrios a la pena de tres años de prisión en suspenso por el delito de encubrimiento agravado. Barrios fue la persona a quien Díaz le vendió el celular del cura.
A la cárcel de Cruz del Eje
“Pinguchi” Díaz cumplía su condena en el establecimiento carcelario para varones condenados Andrés Abregú, en la ciudad de Cruz del Eje.
Según trascendió, el joven estaba solo y sin contactos con personas. No está claro qué tratamiento recibía por parte del Servicio Penitenciario de Córdoba, sobre todo en función a su adicción.
El sábado pasado, a sus 34 años, Díaz fue hallado muerto en la celda 23 del modulo MD1 de aquel presidio del norte cordobés.
A través de un comunicado, el Servicio Penitenciario de Córdoba informó que el cuerpo de Díaz fue descubierto a las 8.25 de ese sábado durante el recuento matutino de internos.
No se informó si Díaz estaba solo cuando ocurrió todo. Por lo general, los internos comparten celdas. El homicidio estaba a disposición del Juzgado de Ejecución Penal de la ciudad de Cruz del Eje.
Hay ahora una investigación abierta en la Fiscalía de Instrucción de aquella ciudad y, en paralelo, un sumario abierto en el Órgano de Control Disciplinario de las Fuerzas de Seguridad (el Tribunal de Conducta) a fin de determinar si existieron situaciones reprochables por parte del personal penitenciario.
