Como resultado de una compleja investigación, pesquisas policiales y judiciales de Córdoba lograron ubicar este jueves en la ciudad de Rosario el auto que habría sido usado por los sicarios que participaron del ataque a tiros, en septiembre del año pasado, contra un acto del gremio del Soelsac en el club Yapeyú. El resultado de ese ataque no pudo ser peor: Gabriela Pérez (24), una joven madre que asistía a ese acto, terminó ultimada de un disparo de pistola.
Por ese crimen se encuentra preso su propio hermano Gustavo Herrera (35), quien está acusado por homicidio agravado por el uso de arma de fuego, por orden de la fiscal de instrucción Silvana Fernández.
Para la funcionaria judicial, Herrera habría integrado un grupo de sicarios que, por causas a determinar, llegó al club Yapeyú de Córdoba aquella jornada y abrió fuego desde la calle.
Consecuencia del destino, uno de los disparos atravesó una ventana y dio en la humanidad de su hermana Gabriela, quien se encontraba sentada en una mesa almorzando con más familiares. La joven trabajadora de la limpieza murió al cabo de un rato.
En ese acto estaba el titular del Soelsac, Sergio Fittipaldi.
No está claro si el ataque sicario fue consecuencia del enfrentamiento entre el Soelsac (gremio de los empleados de limpieza) y el Surrbac (gremio de los recolectores) o bien si se trató de un capítulo más entre facciones de la barra del club Talleres.
“O quizá fue todo eso junto”, llegó a decir un investigador.
El ataque sucedió el 9 de septiembre de 2023. Tras los disparos, el agresor (quien usaba una gorra) corrió aproximadamente una cuadra y se trepó a un Peugeot 308 RCZ, donde había más hombres.
Un vecino y al menos una cámara de seguridad captó la escena.
A los pocos días, Gustavo Herrera quedó detenido.
Según la fiscal, hay un importante cúmulo de pruebas en su contra, como filmaciones y testimonios, entre otros elementos que fueron recolectados por los pesquisas.
La sospecha es que el hombre habría integrado un grupo que abrió fuego, presuntamente, por encargo y a cambio de dinero a pedido de una tercera persona.
En los próximos días, la fiscal le dictará la prisión preventiva.
Desde la Cárcel de Bouwer, Gustavo Herrera jura y perjura que él no mató a nadie.
Auto hallado en Rosario
A todo esto, investigadores policiales cordobeses y comisionados de la fiscalía lograron ubicar el Peugeot 308 RCZ, que habría sido usado por la banda, en la ciudad de Rosario.
El Peugeot fue localizado y secuestrado en la jornada de ayer.
No se informó, por ahora, sobre detenciones.
El secuestro, a poco más de cinco meses del crimen de Gabriela, fue tomado como un triunfo por todos los miembros de la investigación.
El hallazgo del vehículo fue producto de “una compleja pesquisa”, según se indicó.
La causa prosigue en busca de varios prófugos.
El hallazgo de ese costoso auto en la ciudad de Rosario generó suspicacias respecto a que los prófugos del caso Soelsac podrían ser de aquella provincia.
De todos modos, fuentes calificadas fueron contundentes: se buscan a más cordobeses.
Sospechoso preso y complicado
Desde la pesquisa señalan que hay pruebas fuertes sobre Herrera.
Se indica que hay filmaciones de cámaras de seguridad, rastreos de comunicaciones, rastreos tecnológicos y testimonios que lo complican.
Otro elemento valorado es el movimiento de su celular antes, durante y después del hecho.
Desde el seno de la investigación insisten que hay sobradas sospechas de que recibió una fuerte suma de dinero por haber ido presuntamente a hacer los disparos.
Voceros del caso señalaron que el sospechoso fue visto con dinero posteriormente al crimen de Gabriela.
“Andaban con dinero y era algo muy llamativo en sus manos. Sobre todo, si se tiene en cuenta que había salido de la cárcel y no tenía plata para nada. Es más, siempre andaba pidiendo. ¡De pronto, apareció con efectivo!”, contó una fuente de la causa. Otro informante, en idéntica línea, agregó: “Antes del crimen, no tenía ni para cigarrillos. Luego del hecho, se lo vio con mucho efectivo, haciendo compras y pidiendo a personas cercanas que le guarden plata”.
Su familia dijo ante la prensa que el hombre no era barra ni trabajaba para el Soelsac ni para el Surrbac.
