Un giro definitivo tomó el caso Nora Dalmasso a 18 años del crimen. Luego del juicio que absolvió al viudo Marcelo Macarrón, Dalmasso fue reconocida como “víctima de violencia de género”. El fiscal Pablo Jávega inició una investigación “por la verdad” y acaba de arrojar resultados contundentes.
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“Se ha logrado determinar quién podría ser el aportante de las huellas que figuraban como desconocidas en el cinto de la bata con que estrangularon a la víctima”, anunció este lunes Jávega en rueda de prensa.
El fiscal precisó que el perfil genético determinado en el cinto, en 2007, resultó compatible con el linaje masculino de Roberto Marcos Bárzola (44), quien trabajó como pulidor de pisos de madera (parquetista) en la casa de los Macarrón.
Jávega informó además que, con un estudio de genético mitocondrial, fue comparado el ADN del sospechoso con el perfil un vello púbico encontrado en la zona inguinal de la mujer. Y también le dio positivo.
Con todo, Bárzola fue imputado por presunto “abuso sexual seguido de muerte” (a tenor del artículo 80). Ya fue notificado, indagado, y se abstuvo. Este lunes también se le realizó un peritaje psiquiátrico. Poco antes de la conferencia de prensa del fiscal, se lo vio a Bárzola salir de Tribunales acompañado por su abogado, Cristian Titarelli.
El fiscal y la querella investigan si el imputado tuvo otras denuncias que pudieran haber interrumpido los plazos para la extinción de la acción penal. “Vamos a tratar de sacar agua de las piedras para evitar la prescripción”, dijo Jávega.
El titular del ministerio público mencionó que, además de la prueba genética, hay un indicio de presencia que compromete al sospechoso. Como se recordará, según los forenses, Nora Dalmasso murió entre las 4 y las 10 de la mañana del sábado 25 de noviembre de 2006. La mujer tenía la costumbre de levantarse todos los días, bañarse y vestirse con la bata de toalla. Lo último que se supo de ella es que se reunió con amigas, el viernes por la noche. A las 3.23 respondió un último mensaje telefónico.
En la tarde del domingo 26 de noviembre, como Nora Dalmasso no atendía el teléfono, su madre, Delia Grassi, le pidió a un vecino que ingresara a la casa. Así, hallaron en la habitación de la hija del matrimonio a Nora muerta, desnuda, semitapada, estrangulada con el cinto de la bata de toalla. La autopsia no identificó signos de lucha (¿la paralizó el miedo?), por lo que, inicialmente, las lesiones que presentaba fueron interpretadas como resultado de “una práctica sexual violenta”, lo que desató el morbo y rumores.
Parquetista
Dos meses antes del crimen, los Macarrón habían desconectado la alarma de su vivienda de la Villa Golf porque estaban haciendo refacciones. Habían estado trabajando pintores, albañiles y carpinteros. El parquetista Bárzola era empleado de Walter González.
En el expediente figura que Nora se había opuesto a que ambos laquearan la escalera ese fin de semana. “Me vas a dejar sola con esos negros, yo no me quiero quedar sola, tengo miedo”, le dijo la víctima a su marido, Marcelo Macarrón, el martes anterior, frente a la pedicura.
El 30 de noviembre, a cinco días del crimen, en su primera declaración, la madre de Nora, advirtió que “últimamente” su hija habría tenido “una discusión” con un carpintero, que creía era un colocador de pisos, por lo que su muerte “pudo haber sido una venganza” de él.
Bárzola declaró tres veces como testigo en la causa (una vez en el juicio). La primera vez, el 27 de noviembre de 2006, dijo que ese sábado llovía y fue a la casa de Macarrón a trabajar. Aseguró que tocó timbre, abrió la reja y pasó con su moto hasta el porche. Pero supuestamente nadie lo atendió, así que se fue enseguida porque ya había cobrado mediodía de trabajo, de manera anticipada. Siempre le creyeron.
La única vez que le allanaron la casa a Bárzola fue cuando buscaban un teléfono sustraído en la escena del crimen. Entonces, los investigadores suponían que ese teléfono lo había manipulado Gastón Zárate, el pintor que llegó a estar imputado por el homicidio. En su momento, la novia de Zárate declaró que “Gastón decía que le había comprado el teléfono a un albañil por 20 o 30 pesos”.
Tanto la novia como su hermana afirmaron que Zárate tiró el chip de ese teléfono al inodoro y dijo: “Mirá si es robado o es de la casa de donde mataron a mi patrona y me quieren echar la culpa a mí”.
En su momento, el carpintero González testimonió que el viernes 24 fue temprano a pulir los pisos de madera de Macarrón y luego lo dejó solo al empleado Bárzola, hasta el mediodía. Dijo que por la tarde, fueron con Bárzola al domicilio de otro cliente, en el country San Esteban.
Según dijo, por un desperfecto en la máquina, dejaron de pulir y se dedicaron a colocar un lamiplast en su domicilio. Aseguró que esa noche invitó a Bárzola y a su esposa a cenar. Quedaron en que al día siguiente harían los dos trabajos pendientes. Pero el sábado, a las 9.30, cuando salía rumbo a la casa de Macarrón a colocar zócalos, llegó el pulidor “empapado” y le dijo que había pasado por el country San Esteban y no se podía trabajar por la lluvia, y que en la casa de Macarrón, nadie lo atendió.
Los testigos del San Esteban negaron que Bárzola hubiera pasado por ahí. En su segunda declaración, de una carilla y media, el parquetista no mencionó haber estado el sábado en casa de Macarrón. Fue el 9 de febrero de 2007. Sólo le hicieron preguntas en relación con el pintor Gastón Zárate, quien acababa de ser detenido.
Defensa
Anoche, Aquiles Rodríguez y Cristian Titarelli, los dos abogados defensores del sospechoso, proclamaron en diálogo con La Voz la inocencia de Bárzola.
Dijeron que aún no harán declaraciones porque acaban de acceder al expediente. No obstante, adelantaron que van a desplegar una estrategia defensiva que va desde cuestionar el valor probatorio de las pruebas que lo estarían vinculando con la investigación (resultados de ADN), hasta la vigencia de la acción penal.
