Avanza la ronda de alegatos en el juicio por jurados por el crimen de Valentino Blas Correas (17) y comenzaron las conclusiones de las defensas de los 13 acusados. Para el defensor del autor material del disparo fatal, el cabo 1° Lucas Damián Gómez, este gatilló convencido de que estaba enfrentando a “saros” por lo que debe condenárselo por homicidio con exceso en sus funciones o, subsidiariamente, por un homicidio simple, con dolo eventual.
Como se sabe, los fiscales pidieron prisión perpetua por homicidio agravado por el uso de arma de fuego y calificado por ser cometido en ejercicio de la función policial.
Al mediodía de este miércoles se escuchó el alegato de Gastón Schönfeld, quien insistió en la idea de que Gómez y los uniformados que lo acompañaban en el puesto de control montado frente al Complejo Pablo Pizzurno actuaron bajo la convicción de que los jóvenes que viajaban en el Fiat Argo eran delincuentes.
Apoyándose en argumentaciones basadas en la subjetividad de Gómez, el defensor sostuvo que deben medirse los niveles de riesgo a los que se enfrentó este policía. Marcando el nivel “amarillo” como preocupación, el “rojo” como enfrentarse a una situación extrema y el “negro” cuando se pierde del control, insistió que se vio frente a lo peor porque les habían irradiado el dato de que los ocupantes del auto eran “saros”.
De este modo, Schönfeld se opuso a quien lo precedió en el alegato, el asesor letrado Juan Carlos Rodríguez que, en defensa del cabo Leandro Alexis Quevedo, aseguró que en ningún momento comunicaron desde el puesto de “Canal 8″ que los del Argo eran delincuentes.
Este defensor pidió la absolución de Quevedo, quien se comunicó con la dupla de Gómez, la oficial ayudante Yamila Florencia Martínez, pero aseguró que no le refirió que los adolescentes eran ladrones.
A este uniformado se le adjudica desde la acusación haber dicho eso y, además, de sugerirle luego a la suboficial Wanda Micaela Esquivel que buscaran “un tango” (arma trucha) para “plantar” en la escena del crimen y ensuciar a los jóvenes víctimas. La misma acusación se le adjudica al compañero de puesto de Quevedo, el oficial ayudante Ezequiel Agustín Vélez.
El defensor de ese policía, Ezequiel Elettore (junto a Carlos Alberto Bustamante) desvinculó en su alegato a su cliente al mostrar una foto en la que se aprecia que en el puesto de “Canal 8″ Vélez estaba “al margen”, alejado de la escena, cuando Quevedo hablaba con Martínez.
Más del homicidio
El alegato de Schönfeld utilizó algunas afirmaciones sobre las víctimas, como que el conductor del Argo -Juan Cruz Camerano Echavarría- estaba ebrio y que cuando aceleró en el control intentó embestir al cabo 1° Gómez.
También señaló que, tras efectuar los disparos, de inmediato, iniciaron la persecución, lo que indica que creían que eran ladrones y que no tenían intención de matar a nadie.
A lo sumo, admitió el abogado que su cliente puede haberse excedido en el cumplimiento de su función y que, eventualmente cometió un homicidio con dolo eventual, lo que equivale a un homicidio simple. En este último caso, la pena prevista es inferior a la de prisión perpetua.
Un tramo que algunos presentes consideraron “desafortunado” fue en el que el abogado hizo una comparación entre el absoluto riesgo que sufrió Gómez con el manifestado por la sonrisa de Blas Correas cuando comprobó que acababa de ser baleado.
Alegando de pie, frente al tribunal técnico y el jurado popular, Schönfeld insistió una y otra vez en la inexistencia del dolo de matar y en el contexto al que se vio sometido el policía por tener la información de que se enfrentaba con delincuentes.
Sobre el cabo Alarcón
Tras un cuarto intermedio para el almuerzo, le sucedieron los alegatos de Hugo Luna y Nicolás Moyano, defensores del otro acusado del homicidio de Blas, el cabo 1° Javier Catriel Alarcón. Ambos insisten que este policía no es coautor del homicidio por no haber sido el autor del disparo que mató a Blas y por otros requisitos del tipo penal.
Moyano argumentó técnicamente sobre la conducta y acción de Alarcón que no derivó en un resultado de muerte, mientras que Luna negó la “convergencia intencional” de su cliente con el cabo Gómez. Dijeron los defensores que no hubo “preordenamiento” ni “planificación” para matar a Blas ni tampoco para tratar de matar a los otros cuatro jóvenes.
Sobre la tentativa de homicidio, Moyano y Luna se pronunciaron sobre la eventualidad de un dolo eventual, al no haberse representado Alarcón el daño que podía causar a los otros cuatro jóvenes.
Como se informó oportunamente, el fiscal de Cámara Fernando López Villagra pidió prisión perpetua para ambos policías, Gómez y Alarcón. A su turno, el otro acusador público, Marcelo Hidalgo, insistió que hubo “violencia institucional” y solicitó penas elevadas para los otros 11 uniformados, de entre 4 años y 6 años de prisión, por los delitos de encubrimiento.
