El sábado por la tarde, la violencia volvió a agitar un territorio que últimamente se acostumbró a los ataques: un joven de 20 años fue brutalmente baleado en su rostro cuando visitaba la casa de unos amigos, a metros de su propia vivienda, en barrio Ciudad de Mis Sueños, zona sudeste de la ciudad de Córdoba.
Por la gravedad de las heridas, debió ser trasladado al Hospital de Urgencias, donde permanece internado en estado crítico, conectado a asistencia respiratoria y con un pronóstico poco alentador.
La víctima fue Agustín Elías Páez (20) y, según fuentes policiales, alrededor de las 17.10 se encontraba en la puerta de una casa charlando con algunos allegados.
A su lado había una motocicleta 110 cilindrada que él mismo conducía, aunque no era de su propiedad, según testigos ocasionales del episodio.
La investigación quedó a cargo del fiscal Tomás Casas, quien ordenó de inmediato el análisis de las cámaras de seguridad del sector y la toma de declaraciones a testigos.
Según explicaron fuentes de la investigación, el caso se encuentra en plena etapa de recolección de pruebas y aún no está claro cuál fue el móvil.
Hay algunas hipótesis, reconocieron, pero no se puede descartar ninguna.
Aún no hay detenidos ni imputados. Los investigadores buscan rastros de los atacantes.
Ciudad de Mis Sueños: la violencia en el centro de la escena
De acuerdo a los primeros datos de la causa, todo ocurrió en la Manzana 34.
Eran poco más de las 17, cuando llegó un vehículo que se detuvo en la esquina donde Páez hablaba con otros chicos de su misma edad.
Al menos dos hombres bajaron y comenzaron a discutir. Sus palabras iban directamente dirigidas a Páez, aunque el resto del grupo no entendía muy bien qué sucedía.
Cuentan los pesquisas que algunos de los presentes decidieron retirarse de la escena. En ese momento, los agresores sentenciaron un reproche: “Ya te vamos a enseñar a chorear”.
Luego de estas palabras, uno de ellos sacó un arma. No dejaron margen de acción. Inmediatamente –según el relato de testigos ocasionales–, comenzaron a sonar los disparos.
Una de las balas impactó en el pómulo derecho de la víctima, lo que le provocó una herida de entrada sin salida.

Páez cayó al suelo, mientras los atacantes aprovechaban para llevarse la moto que estaba junto a él.
Sus propios vecinos lo trasladaron de urgencia al dispensario del barrio. Allí recibió las primeras atenciones médicas, pero, debido a la gravedad de la lesión, fue derivado en ambulancia al Hospital de Urgencias, donde quedó internado en shock room.
El parte oficial consignó que ingresó inconsciente y en estado de extrema delicadeza. Hasta el cierre de esta nota, su situación seguía siendo crítica.
La persecución de la violencia y una investigación abierta
El fiscal dispuso un amplio operativo para identificar el vehículo y a los agresores. Personal policial trabaja sobre el relevamiento de cámaras privadas y públicas de la zona, con la intención de individualizar la patente y la ruta de escape de los atacantes.
Si bien testigos aseguraron que se trataba de un automóvil particular y que en él viajaban al menos dos personas, la fiscalía evitó dar detalles sobre la marca y el color del rodado para no entorpecer las tareas investigativas.
“Hubo un ataque directo y con un mensaje previo. El joven no pudo declarar porque ingresó inconsciente al dispensario y hasta el momento no recuperó la conciencia”, explicaron fuentes con acceso a la causa.

Las posibles causas giran en torno a varias líneas de investigación.
Una de ellas apunta a una presunta persecución, posiblemente vinculada a la moto que le quitaron a la víctima en el momento del ataque. La motocicleta no pertenecía a Páez y hasta ahora nadie la reclamó formalmente.
Otra hipótesis es que los atacantes se hayan confundido de objetivo: en una zona marcada por hechos violentos y frecuentes robos a conductores de aplicaciones, como Uber y Didi, no se descarta que los agresores lo hubieran vinculado erróneamente a otro episodio previo.
“Estamos analizando todas las posibilidades. Puede haber sido una venganza, un robo malogrado o incluso un error de identidad. Nada está cerrado”, subrayaron los pesquisas.
Los antecedentes del joven
De acuerdo a fuentes policiales, Páez tenía antecedentes menores, como una resistencia a la autoridad, pero no registraba denuncias por robos ni sustracciones.
Vivía en el mismo barrio donde fue atacado y, según sus vecinos, era habitual verlo en la zona junto a amigos de la cuadra.
La madre del joven declaró este lunes ante la Unidad Judicial, aunque su testimonio no aportó elementos determinantes sobre posibles amenazas previas ni sobre la procedencia de la motocicleta.
Los pesquisas se encuentran un tanto desconcertados. La escasa información que aportan los familiares o los vecinos, en un caso en el que no está claro si la víctima podría, o no, haber estado involucrada en otros episodios de inseguridad, no suele ser algo frecuente.
Por el contrario, los familiares de las víctimas siempre tienden a dar pistas firmes para perseguir a los atacantes. Aquí hubo un silencio llamativo.
Un investigador advirtió: “En el sector, el miedo siempre se impone porque hay temor por posibles secuelas. Cuando alguien denuncia, otros pueden reaccionar”.