Alcanzó su cenit en los años ‘70 en los Estados Unidos y revivió los “años dorados” en la serie Ozark con Martin Byrde, el “lavador” de un implacable cartel. El blanqueo de fondos del narcotráfico en casinos también encontró eco en Marcos Juárez, donde cayó una banda por confabulación y almacenamiento de estupefacientes y lavado de millones de pesos.
Con la acusación del fiscal general Maximiliano Hairabedian, el juez del Tribunal Oral Federal N° 1, Julian Falcucci, condenó en un juicio abreviado a Luis Pablo “Chechi” Muñoz (39) a cinco años de prisión y a su novia, Noelia Vanesa Pavone (36), a cuatro años.
También fueron sentenciados el ex de Pavone, Diego Rafael Gordillo (44), a tres años; Marcela Ceferina “Tía” Romano (51), a tres años, y Anahí Soledad “Rura” Lezcano (35), a dos años y medio.
El plan
En medio de las restricciones impuestas por la pandemia, a fines de mayo de 2020, la banda trazó un plan: la comercialización de drogas a gran escala. De acuerdo con la investigación del fiscal federal José Uriarte, Muñoz operó desde la cárcel de Villa María en complicidad con su novia, Pavone, una exempleada de una conocida casa de electrodomésticos afincada en Marcos Juárez.
Lograron establecer los contactos con los proveedores de los estupefacientes (no identificados) que luego se comercializaban. La mujer recibía las órdenes “en clave” de Muñoz, relativas al pago de la droga, su fraccionamiento, distribución, venta y recaudación.
Luego coordinaba con “Rura” Lezcano la guarda, el raccionamiento, la distribución y la venta (no pudo probarse que hubiera almacenado), mientras que la tercera mujer implicada –Romano– no sólo almacenaba, sino realizaba viajes de reaprovisionamiento a Rosario o a otros puntos de Córdoba.
En la organización, la figura de Gordillo también resultó un eslabón esencial en algunas maniobras de lavado (no se le pudo acreditar la confabulación). El hombre, exnovio de Pavone (y con quien tiene un hijo), apareció como titular registral de un Volkswagen Vento. Sin embargo, fue la “fachada” que utilizaron Muñoz y Pavone para camuflar la real propiedad del vehículo.
Al allanar la celda de Muñoz, encontraron documentación de interés para el caso, al mismo tiempo que las miradas se enfocaron en el maxiquiosco Punto Sur (atendido por Lezcano) y en el domicilio de Romano. En los operativos se incautaron cédulas de vehículos, un auto y un cuaderno con anotaciones relacionadas con la causa, celulares, una contadora de billetes y tarjetas.
En la casa de Gordillo, hallaron un Gol Trend y una Yamaha FZ 16, y en unas cocheras la Policía Federal incautó el Vento.
Sin embargo, la causa cobró mayor volumen en agosto pasado, cuando los investigadores descubrieron 41 kilos de marihuana distribuidos en 48 “ladrillos” en la casa de Romano, y 82 gramos de cocaína en el Vento.
“La lavandería”
Los movimientos financieros de Muñoz y Pavone –resultantes de las ganancias de la venta de drogas– alertaron a la Unidad de Información Financiera (UIF). Rápidamente, la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado (Procelac) abrió una investigación preliminar, a la que luego se sumó una denuncia anónima de una vecina de los narcos: “En el pueblo (Marcos Juárez) está lleno de droga. Acá nadie hace nada”.
“A ver si hacen algo (…). La que trae la droga es la mujer del ‘Picante’ Muñoz, que está preso. Pero la que maneja todo afuera es la mujer: se llama Noelia Pavone. No sé dónde vive, pero todos saben que ella trae la droga”, cerró el preciso mensaje.
La Federal pudo detectar que los sospechosos tenían perfil en Facebook, donde decían ser pareja, que Muñoz estaba en la cárcel por otra causa. En abril de 2019, cayó en la localidad de Chazón con 126 kilos de marihuana que trasladaba de Buenos Aires a Córdoba. Eso le valió una condena de seis años en 2021.
Pero días antes de caer en el cargamento, Muñoz había dedicado tiempo a lavar los activos. Llegó a comprar fichas por más de 2,1 millones de pesos, de los cuales 1,9 millones fueron convertidos en efectivo. La maniobra de blanqueo se consumaba a través de dos maneras: por el cobro de aciertos en juegos de azar o por la conversión de valores en el Casino de Corral de Bustos.
Fue muy llamativa la gran cantidad de veces que concurrió a la misma casa de juego: 119 ocasiones entre abril de 2018 e igual mes de 2019. Pero mayormente no solía estar solo. Lo acompañaba su novia. Incluso, la mujer adquirió fichas (en 33 ocasiones) por 219 mil pesos.
Pero también las cambió por dinero (de la misma forma que su pareja), por 595 mil pesos a lo largo de un año. No obstante, estos movimientos no arrojaron diferencias sustanciales de ganancias, porque su finalidad no era el juego en sí, sino el lavado. Una maniobra que quedó bajo la mira de la Justicia en otras causas, como la que se investiga contra el secretario adjunto de Luz y Fuerza, Jorge Molina Herrera, quien quedó filmado en casinos de la provincia.
“Tal cuadro de situación permitió indagar más en torno a los sindicados, atento la sospecha de que el proceder de los mismos no era otra cosa que el lavado de activos provenientes de la actividad ilícita que desplegaban; lo que, por cierto, les redituaba amplios márgenes de ganancias, las que necesitaban introducir al circuito lícito de dinero y de bienes”, advirtió el fiscal Uriarte sobre la mecánica utilizada.
Al revisar los bienes de Pavone, los pesquisas se percataron que entre junio y octubre de 2018 (meses antes de que su novio cayera con los 126 kilos de droga) ya había adquirido un Chevrolet Onix y un acoplado. Ambos, además, registraban dos camiones (un Mercedes-Benz y un Fiat) y otro acoplado.
Pero la nómina de bienes era más amplia: un Vento (sin poder justificar la procedencia de los fondos) y el maxiquiosco Punto Sur (tuvieron en la mira la adquisición de otros fondos de comercio), como “pantalla” –una vez más– del blanqueo.
De hecho, en sus conversaciones se determinó la forma en que se adquirió ese local, y que se sostenía con “tranfugueadas”. “Y si es la única forma de blanquear algo”, le dijo Muñoz, sin ambages, a su pareja. Al allanarla, a ella le encontraron 300 mil pesos y una contadora de billetes.
No pasó inadvertida la inexistencia de ingresos lícitos de Muñoz (insólitamente, el narco hasta cobró el IFE durante la etapa más álgida de la pandemia) y las cinco cuentas en distintos bancos de Pavone, además de su elevado nivel de gastos: compras de electrodomésticos, la construcción de una pileta y refacciones en la casa.
Hasta contrataron varios seguros de vida, todo inconsistente con sus ingresos registrados.
Qué dijo el juez
Falcucci señaló que Muñoz, Pavone, Lezcano y Romano se confabularon para vender los estupefacientes, ya que tenían “una decisión común encaminada al tráfico”.
“Muñoz era quien daba las directivas (…) a su pareja Pavone, y esta a su vez las retransmitía a los otros integrantes de la banda: a Lezcano, quien se encargaría de las maniobras de guarda, fraccionamiento, distribución y venta de estupefacientes; y a Romano, quien sería la encargada de realizar los viajes de reaprovisionamiento de estupefacientes para su posterior distribución y comercialización”, afirmó.
A su vez, le achacó a Muñoz y a Pavone la “inconsistencia” entre los bienes y los ingresos trazables. Incluso, según señaló en un párrafo del fallo, “Pavone era propietaria de camiones para el transporte de cereales, aunque no registraron ningún viaje”.
Con la flota simulaban el servicio de transporte de granos. Esto quedó ostensiblemente expuesto cuando Muñoz le mencionó que iba hacerles hacer la ITV a unos de los camiones “así lo ponía a trabajar” y de esa manera “blanqueaba ganancias”.
Los confesos lavadores, en “la Ozark” de Marcos Juárez.
