Marcelo Núñez (40), un cacique guaraní, fue absuelto de la acusación de femicidio y puesto en libertad, a pesar de haber estado preso durante cinco años. La decisión del Tribunal Penal de Oberá se basó en la imposibilidad de comprobar el crimen, dado que el cuerpo de la víctima, María Solange Diniz Rabela (22), fue incinerado, impidiendo determinar la causa de su muerte en la autopsia.
El fallo se dictó este jueves en Oberá, Misiones y es el corolario de una intervención policial tardía y una investigación judicial deficiente en los difíciles tiempos de la pandemia de Covid-19, sumado a la decisión de una médica de no denunciar la muerte en circunstancias poco claras.
El caso en plena pandemia
María Solange Diniz Rabela falleció a mediados de abril de 2020, durante el período más estricto de aislamiento por el avance del coronavirus.
Según el relato de Marcelo Núñez, se comunicó con una médica que asistía en la aldea Tarumá Poty, cerca de San Vicente, para informarle que su pareja había muerto la noche anterior con síntomas de Covid-19. Núñez afirmó que la profesional le recomendó incinerar el cuerpo para evitar la propagación del virus en la comunidad.
Sin embargo, la médica desmintió categóricamente haber dado tal recomendación. La médica, Adriana Ferreyra Díaz, relató ante el Tribunal que Núñez le pidió que fuera a la aldea, y la convenció al decirle que había niños con fiebre, pero ella se negó a revisar el cadáver e insistió en que debía intervenir la Policía. Pablo Sayas, agente sanitario y cacique de otra comunidad mbya, declaró que “la doctora mandó a quemar el cuerpo”.
La investigación se inició al día siguiente, cuando el padrastro de Diniz Rabela se presentó en la comisaría de San Vicente, expresando sus sospechas hacia Núñez, debido a reiterados presuntos hechos de violencia conyugal de los que tenía conocimiento. Tres días después, la Justicia ordenó una inspección ocular en la aldea. Al llegar, los policías encontraron a Núñez ausente, pero los lugareños relataron que el cacique les había contado sobre la muerte y que el cuerpo había sido enterrado en una zona de monte.
A unos 200 metros de las viviendas de la aldea, se encontraron huesos humanos junto a una cama de madera parcialmente quemada y un pozo donde fueron arrojados los restos parcialmente incinerados de la mujer. En la vivienda de Núñez, se secuestraron un serrucho, ropas y dos frazadas con manchas de sangre, indicios que sugerían la existencia de un crimen. Núñez fue detenido poco después en una aldea vecina.
El juicio: alegatos y contradicciones
Durante el juicio, Marcelo Núñez negó asesinar a Diniz Rabela, asegurando que la amaba y que no tenían problemas de convivencia.
El médico forense Milton Acosta, quien realizó la autopsia, admitió que no se pudo establecer la causa de la muerte de Diniz Rabela debido a la incineración, pero sostuvo que, a su criterio, la muerte “fue violenta”.
El fiscal David Milicich solicitó la pena de prisión perpetua para el cacique Núñez. Argumentó que la decisión de quemar el cuerpo de la mujer “no tuvo fines religiosos ni fue para evitar la propagación del coronavirus, sino para borrar evidencia”. El fiscal también dio por probada la violencia de género basándose en el testimonio de varias personas, incluyendo un hijo de la víctima, quien fue testigo de los golpes del cacique.
Por su parte, el defensor Jorge Sabulanez cuestionó duramente la investigación, afirmando que “no hay ninguna prueba concreta de que se trate de un femicidio”. Sostuvo que “desde la instrucción se ha intentado construir un mito, un monstruo sobre Marcelo” y criticó a la Policía por haber “prostituido un lugar sagrado para la cultura guaraní” al no respetar la tierra donde una persona muere y es enterrada.
Finalmente, los jueces Francisco Aguirre, Horacio Paniagua y Julio Carvallo se inclinaron por absolver al cacique al no poder establecerse con certeza la causa de la muerte de la joven.
