Entrada la madrugada de este sábado 30 de abril se conoció en Villa María la sentencia del juicio por el homicidio de Miguel Alexander “Nano” Martínez, cometido en mayo de 2020.
Después de más de cinco horas de deliberación, el jurado no hizo lugar al pedido de prisión perpetua que habían sostenido el fiscal y la querella, y decidió absolver y liberar a uno de los acusados, y otorgarle 14 años de prisión al otro, condenado por homicidio simple, en lugar de homicidio calificado por alevosía.
La decisión, que se dio en una hora inédita para la historia judicial local, disparó la reacción de la treintena de familiares y allegados de la víctima, que esperaban una definición desde la mañana del viernes, cuando comenzó la última audiencia.
Se arrojaron elementos contra las puertas de Tribunales, al tiempo que se emitieron gritos y hasta algunas advertencias de hacer justicia por mano propia. Llantos y desconsuelo por el resultado del juicio.
A las 19:15 horas del viernes, cuando finalizaron los alegatos, parecía poco probable que se diera otra decisión que la prisión perpetua para Joaquín Munarriz y Tomás Cánova, quienes llevaban dos años detenidos, acusados de haber matado, ambos y con alevosía, a “Nano” Martínez.
El paso de las horas y la espera en una noche que se ponía cada vez más fría, fue despertando interrogantes entre quienes aguardaban la sentencia. Abogados, empleados judiciales y periodistas que hacían la guardia a la espera de una decisión, empezaron a especular con que no estaba tan claro que fuera a darse perpetua.
Algo hacía demorar tanto al jurado.
Y así fue. Pasada la medianoche, el veredicto fue de absolución e inmediata libertad para Tomás Cánova, y condena a 14 años de prisión para Joaquín Munarriz por homicidio simple.
“Los taparon a todos con plata”, fue la reacción de algunos allegados a la víctima, al conocer la sentencia.
Qué dijeron los acusados
Dentro de Tribunales, los defensores de los acusados habían logrado el segundo de sus objetivos: reducir lo máximo posible las penas.
El primer objetivo, descartado al mediodía, había sido ir por la anulación de todo el proceso. El argumento principal era que hubo pruebas y procedimientos que no se ajustaron a derecho ni se respetaron, en la instrucción, las garantías de los acusados.
Previo a los alegatos, Cánova y Munarriz pidieron hablar. Antes de contar qué dijeron, hay que explicar cómo llegaron hasta acá.
Ambos tienen 22 años y son amigos desde la adolescencia. Compartieron camiseta en el mismo club de rugby. La familia de Munarriz tiene un campo cerca de Villa María y Cánova había comenzado unos meses antes del crimen a trabajar como tractorista en esa propiedad.
Joaquín Munarriz, según confesó también en este juicio, se había iniciado en la comercialización de marihuana. Uno de sus supuestos clientes no habría querido pagarle una venta. Por esta razón, habría convocado en un momento a “Nano” Martínez, a quien conocía porque vivía en la misma cuadra de su casa, para que fuera a presionar al comprador para cobrarle la droga vendida.
Tras esto, Martínez habría demandado en reiteradas ocasiones dinero y droga como compensación por el “apriete” y para no delatar el comercio ilegal que había iniciado Munarriz.
Frente a esto, el acusado habría decidido poner fin a la situación y de manera violenta. Esto ocurrió el 23 de mayo de 2020. El cuerpo de Martínez fue hallado seis días después, enterrado en un monte dentro de un campo que era explotado por los Munarriz.
La investigación llevó a detener a los dos jóvenes y acusarlos de homicidio calificado por alevosía. La hipótesis fue que ambos atacaron a Martínez, en situación de indefensión, y provocaron violentamente su muerte con golpes a traición.
Cuando hablaron en la audiencia, ambos dieron otra versión. Cánova dijo que no había estado en la escena del crimen, que no tuvo nada que ver, y que se enteró de todo la mañana siguiente cuando Munarriz le contó lo que había hecho. Eran amigos, decidió cubrirlo, dijo, y terminó detenido y acusado del crimen con una figura que le aseguraba prisión perpetua.
Munarriz convalidó esa versión, confesó el asesinato, pero dijo que lo hizo para defenderse. Que Martínez lo amenazó con un arma (que nunca apareció) y que por eso comenzó a golpearlo, hasta matarlo.
Además, ambos dijeron que fueron golpeados por los policías de Villa María y de Córdoba para confesar el crimen y decir dónde estaba el cuerpo. Dijeron que esa violencia ocurrió en más de una ocasión.
No hay denuncia de estos hechos y el fiscal de Cámara desestimó esas acusaciones.
Finalmente, el jurado tomó la decisión más benévola para los acusados. Uno de ellos quedó en libertad y el otro tendrá por delante una condena mucho menor a la prisión perpetua que había solicitado la fiscalía.
