Samira Rabi tenía apenas 11 años cuando ingresó a una Cámara Gesell y denunció que su padre la había abusado sexualmente. Esa declaración, obtenida bajo presión de su madre, fue suficiente para que la Justicia condenara a Fabián Rabi a 13 años de prisión.
Diez años después, Samira rompió el silencio. En un video que se viralizó en redes sociales aseguró: “Me obligaron a mentir. Mi papá no abusó de mí. Necesito que alguien me escuche y lo liberen”.
La joven contó que durante toda su niñez sufrió golpes, maltrato físico, verbal y psicológico por parte de su progenitora, con quien hoy no tiene relación.
“Si no decía lo que quería, me golpeaba”
En diálogo con Crónica, Samira recordó que su madre la obligó a incriminar a su padre bajo amenaza de violencia.
“Me agarraba de los pelos, me pegaba con un palo de escoba, me tiraba vasos o cuchillos. Ese era el castigo si no decía lo que ella quería”, relató.
Incluso el día que declaró en Cámara Gesell llevaba puesta una campera para ocultar los moretones y golpes, aunque nadie lo advirtió.
El juicio y la condena
Tras aquella declaración, su padre quedó detenido y en 2017 fue condenado a 13 años de cárcel. La defensa apeló, pero todas las instancias ratificaron la sentencia. Actualmente se encuentra alojado en la Brigada de Tucumán Capital.
“Intentamos de todo, nunca nos escucharon. Nos dicen que sólo la Cámara Penal de Buenos Aires puede revisar el caso”, explicó Samira, que debió suspender sus estudios de Derecho para abocarse a la lucha por la inocencia de su papá.
El camino hacia la verdad y la sanación
El giro en la historia llegó cuando su tía materna, Rosa Ramona Ponce, la rescató de la violencia y la impulsó a denunciar a su madre. Con apenas 15 años, Samira mostró a la Policía las lesiones crónicas y cicatrices producto de años de maltrato.
Antes de morir, su tía la reconectó con la familia paterna, que la recibió con los brazos abiertos. En 2022, la Justicia le otorgó la tenencia a su abuela paterna.
“Pensé que la familia de mi papá me iba a odiar, pero me cuidaron y me ayudaron a sanar”, contó.
Hoy, con 21 años, Samira prepara una presentación ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación para que revise la condena contra su padre. “Por favor, escúchenme. Mi papá es un hombre inocente, no tiene por qué estar cumpliendo una condena por algo que no hizo”, reclamó.