Entre las ciudades de Salta y Río Cuarto hay 1.093 kilómetros que se sortean, de manera recta, por la ruta nacional N° 9 norte.
Tal vez esa distancia fue la clave que hizo sentir impunidad a cinco presos de la cárcel de Río Cuarto que habrían organizado una banda para estafar familias salteñas a través de un “call center tumbero".
Este martes, investigadores de la Policía de Salta recorrió esa ruta y, en conjunto con los investigadores de la Policía de Córdoba, encabezaron múltiples allanamientos contra esta presunta organización criminal.
Los cinco internos fueron imputados por múltiples estafas que habrían completado bajo una modalidad que, según fuentes judiciales, reproducía con precisión los esquemas de atención al cliente de un call center.
El procedimiento incluyó operaciones simultáneas en cinco celdas del establecimiento penitenciario Nº 6, donde los investigadores secuestraron celulares, anotaciones y papeles con “speech” escritos.
Se trataba de “guiones minuciosos” que los reclusos utilizaban para manipular a sus víctimas.

Con estas frases ensayadas, iban conduciendo a los compradores hacia un desenlace premeditado: “Tenés que hacer una transferencia a esta cuenta”.
Y allí comenzaba una trampa que era una espiral infernal: después venía otra transferencia, tal vez otra más.
Pero los productos nunca aparecían.
A partir de la investigación, dos mujeres también fueron detenidas en Río Cuarto y en General Cabrera, acusadas de ser “mulas digitales”.
Su rol era clave, porque guardaban en billeteras virtuales el dinero proveniente de las transferencias fraudulentas.
De esa manera, el dinero en cuestión se “blanqueaba” y era más difícil de rastrear, según fuentes de la causa.
Las actuaciones quedaron a disposición del Juzgado Penal de Salta, provincia donde se radicó la mayoría de las denuncias de estafa.
“Los Loros” y su modo de operar desde la cárcel de Río Cuarto
En el ambiente tribunalicio ya los bautizaron como “Los Loros”. Resulta que esos guiones que encontraron en las celdas son piezas clave de la investigación.
En esos escritos llenos de tachones, que tienen la apariencia de haber sido corregidos una y otra vez, están las claves de los llamados, según informaron los pesquisas.
Quienes los poseían hablaban de esos guiones como “lo que lorean”.
En la jerga carcelaria, “lorear” es repetir como un loro frases ya escritas, sin salirse del libreto.
Allí estaba escrito lo que debían decir, cómo debían hacerlo y hasta dónde podían llegar con la treta, según ratificaron los pesquisas.
Según detallaron, la estafa estaba diseñada en varias etapas. Primero, realizaban la publicación de productos inexistentes en Marketplace.
Luego, cuando algún interesado preguntaba, los presos pasaban a un contacto más directo, ya fuera por WhatsApp o por llamadas telefónicas.
Desde allí desplegaban sus discursos ensayados.
El engaño tenía una lógica persuasiva. Los internos simulaban ser vendedores confiables, despejaban dudas, ofrecían facilidades de pago y mostraban apuro por concretar la operación.

Una vez ganada la confianza, empujaban a la víctima hacia la orden final: una transferencia inmediata a una cuenta previamente establecida.
Nunca había entrega de productos: las bicicletas, los electrodomésticos, los celulares y los repuestos que ofrecían jamás existieron.
La estructura de la banda del “call center tumbero” en Río Cuarto
Los cinco internos del penal de Río Cuarto operaban con celulares clandestinos.
Según los investigadores, dentro del grupo había roles definidos que se iban intercalando entre los partícipes de las presuntas estafas.
Los “publicadores” se encargaban de subir avisos falsos a Marketplace. Luego, alguno de los internos cumplía el rol de “negociador”: se ocupaba del diálogo con las víctimas.
Luego estaba la función de “anotadores”, que eran los responsables de llevar registros de cuentas bancarias y billeteras virtuales. Y también iban perfeccionando los discursos escritos. Todo ese material fue confiscado durante los allanamientos de este martes.
En paralelo actuaban las mulas digitales, mujeres en libertad que prestaban sus cuentas para recibir el dinero.
No participaban directamente en la estafa, pero eran fundamentales para completar el circuito económico: a través de ellas, el dinero circulaba y se lavaba antes de llegar a manos de los presos o de sus allegados. Habrían mantenido “vínculos cercanos” con los internos implicados.
Una investigación entre dos provincias
La investigación corresponde a la provincia de Salta. En sus tribunales, y tras múltiples denuncias de personas que habían sido estafadas en supuestas compras online, se comenzó a gestar el operativo que condujo a la Policía salteña hasta Córdoba.
El entrecruzamiento de datos llevó a los detectives hacia el sur de Córdoba. Allí, los rastros coincidían con el penal de Río Cuarto.
El operativo fue ejecutado de manera conjunta entre las divisiones de Delitos Económicos, Robos y Hurtos y Sustracción de Automotores de la Policía de Salta y la Dirección General de Investigaciones Criminales de Córdoba.
Por otra parte, el operativo no se limitó a Río Cuarto.
En Córdoba capital, se realizaron más de 80 allanamientos vinculados a otro tipo de robos, entre ellos, sustracción de automotores y entraderas.
En los barrios Santa Isabel, Villa Libertador, Argüello, Parque Capital, Nuestro Hogar 3 y Comercial, ocho personas fueron detenidas por robo de vehículos y por tenencia de estupefacientes.
Según la investigación, el grupo alquilaba autos en agencias de Salta, que jamás eran devueltos. Varios de esos rodados terminaron en Bolivia y otros fueron detectados en Córdoba.

En paralelo, en barrios de la capital cordobesa se detuvo a dos hombres acusados de cometer un asalto a mano armada en una vivienda de Salta capital, de donde se llevaron dinero y objetos de valor.
En total, 17 personas resultaron detenidas en el marco del megaoperativo interprovincial. Entre ellas, los cinco internos de Río Cuarto, las dos mulas digitales y 10 sospechosos en Córdoba capital.
El despliegue fue supervisado por el ministro de Seguridad de Córdoba, Juan Pablo Quinteros, y por su par de Salta, Gaspar Javier Solá Usandivaras, junto con autoridades de ambas policías.
“Esto es una demostración de que se puede trabajar en conjunto cuando hay voluntad y un trabajo serio en materia de investigación. Eso fue lo que se logró con nuestro par, Solá Usandivaras”, dijo Quinteros sobre los procedimientos.
Y agregó: “Fue posible gracias a un trabajo fuertemente articulado entre los ministerios de Seguridad de ambas provincias, como así también entre las justicias provinciales y las respectivas fuerzas policiales”.