Si últimamente scrolleaste por redes sociales o visitaste alguna cafetería de especialidad, es casi seguro que te cruzaste con ella. Con su aspecto rústico, una superficie dorada casi quemada y un interior tan cremoso que tiembla, la torta vasca de queso se convirtió en un fenómeno global irresistible.
Lejos de ser un postre complicado, su magia reside en la simpleza y en la calidad de sus ingredientes, conquistando paladares desde San Sebastián hasta Buenos Aires. Y la mejor noticia: vos también podés prepararla en casa.
A diferencia de lo que muchos creen, esta no es una receta milenaria. La versión que hoy conocemos como Torta Vasca, o Basque Burnt Cheesecake, nació en la década de 1990 en el bar y restaurante La Viña, en San Sebastián, País Vasco. Su creador, el cocinero Santiago Rivera Jiménez, dio con una fórmula que rompió todos los esquemas: un cheesecake sin masa, cocido a alta temperatura para lograr esa capa exterior caramelizada y un centro que se mantiene jugoso y casi líquido.

El éxito fue inmediato entre los cocineros locales, quienes compartieron y adaptaron la receta. Pronto, gracias a las redes sociales y a la prensa internacional, su fama explotó. En 2021, The New York Times la incluyó en su lista de tendencias gastronómicas, consolidándola como un objeto de deseo para los foodies de todo el mundo. Su secreto está en la simpleza: solo lleva queso crema, azúcar, huevos, crema de leche y un toque de harina, sin base de galletitas ni decoraciones complejas.
Receta original de la Torta Vasca
Preparar en casa la receta de la torta vasca es más fácil de lo que parece. La clave está en usar ingredientes a temperatura ambiente, no batir en exceso y respetar los tiempos de cocción y enfriado.
Ingredientes:
- 1 kg de queso crema tipo Philadelphia, bien firme
- 7 huevos
- 400 g de azúcar
- 1 cucharada sopera de harina
- 200 ml de crema de leche (con más de 35% de materia grasa)

Paso a paso:
- Precalentar el horno a 210-220 °C. Forrar un molde desmontable de unos 22 cm con papel manteca humedecido y arrugado, dejando que sobresalga por los bordes. Este detalle le dará su aspecto rústico característico.
- En un bol grande, mezclar el queso crema con el azúcar hasta que se integren, pero sin batir demasiado para no incorporar aire.
- Incorporar los huevos de a uno, mezclando suavemente después de cada adición hasta obtener una mezcla homogénea.
- Añadir la crema de leche y la cucharada de harina tamizada. Integrar con movimientos envolventes hasta que no queden grumos.
- Verter la mezcla en el molde y llevar al horno por aproximadamente 40 minutos. La superficie debe quedar bien dorada, casi quemada, y el centro debe temblar ligeramente al mover el molde, como un flan.
- Retirar del horno y dejar enfriar completamente a temperatura ambiente. Luego, llevar a la heladera por al menos 4 horas, o idealmente toda la noche, para que termine de asentar su textura. Se recomienda servirla a temperatura ambiente para que resalte todo su sabor y cremosidad.