El cheesecake sin horno es uno de los postres más queridos y un verdadero imprescindible para el verano o los días de calor. Se trata de una delicia que no solo es sabrosa y refrescante, sino también muy fácil y rápida de hacer con ingredientes sencillos.
A diferencia de su par horneado —que tiende a ser más denso y tener una textura más cercana a un “queque”—, el cheesecake sin cocción se caracteriza por ser más suave, ligero y cremoso. Si sos de los que prefieren la opción más práctica, acá te dejamos los mejores tips para que tu torta de queso quede espectacular y súper cremosa.
Los secretos de los expertos para un cheesecake con un relleno y base inolvidables
La base de este postre es fundamental y se compone de galletitas trituradas y manteca derretida. Podés usar galletas tipo María o de vainilla. Un tip clave es que si utilizás una galleta más seca vas a necesitar un poco más de manteca derretida: se recomiendan 150 gramos en lugar de 100 gramos.
Es importante triturar las galletitas hasta que queden prácticamente hechas un polvito bien fino. Esto asegura que la manteca se absorba correctamente y la base se cohesione. Para comprobar si la mezcla está lista, presioná un poco; si se queda compacta, está perfecta. Una vez lista, la base se lleva al freezer o a la heladera mientras se prepara el relleno.

Para el relleno necesitarás queso crema de untar (tipo Philadelphia o Finlandia), crema de leche o crema para batir, que debe tener un mínimo de 35% de materia grasa, azúcar y vainilla. Si tu queso crema no es tan cremoso o notás que tiene algunos grumitos, un truco que te va a encantar es batir primero el queso solo a velocidad bajita por unos segundos. Esto lo vuelve bien cremoso y ayuda a destruir cualquier grumo.
Es muy importante que el queso crema, y en general todos los ingredientes, estén a temperatura ambiente para que se integren bien. Batí solo hasta que los ingredientes se unan, idealmente a velocidad mínima, para que la masa no se llene de aire y el resultado sea suave.

Para lograr esa textura firme que permite cortar la porción sin que se desarme, se suele utilizar gelatina en polvo sin sabor. Se hidrata con agua y luego se derrite (por ejemplo, calentándola 15 segundos en el microondas). Cuando se agrega la gelatina fundida a la mezcla de cheesecake fría, hay que batirla inmediatamente a velocidad bajita apenas entra en contacto con la preparación para evitar que se formen grupos.
Una vez volcada la mezcla en el molde, es crucial que el cheesecake se refrigere un mínimo de 6 horas, y es aún mejor si se deja de un día para otro para que tome consistencia. Para un desmolde seguro en moldes desmontables, podés pasar una espátula entre la galleta y el molde para asegurarte de que no esté pegado. Otro tip es llevarlo de la heladera al freezer unos 30 a 40 minutos antes de desmoldar, ya que el frío ayuda a que el perímetro y la base se asienten.
El cheesecake sin horno es delicioso tal cual, pero gana un sabor increíble al combinarlo con frutos rojos o frutas del bosque como frambuesas, arándanos, moras y frutillas. Podés usar mermelada (casera o comprada), asegurándote de que no sea demasiado líquida.