El sofrito, la base de vegetales que se usa como saborizante, es un elemento fundamental que aporta profundidad y sabor a una amplia variedad de platos.
Aunque este método básico de cocinar cebolla, ajo y a veces tomate en aceite se usa de forma casi universal, existe una pregunta recurrente entre los cocineros aficionados: ¿debe ir primero el ajo o la cebolla?
La respuesta no es definitiva, pero el orden sí puede influir en el sabor final del plato.
El ajo: sabor intenso y protagonista
El ajo, cuando se sofríe, libera aceites esenciales que aportan un sabor muy característico y fuerte. Esto lo convierte en el ingrediente ideal para comenzar a cocinar si se busca resaltar ese toque aromático.
Sin embargo, debe cocerse con cuidado. Si se añade demasiado pronto o a fuego alto, puede quemarse y amargar el plato.
Por lo tanto se recomienda hacerlo a fuego bajo. Este método es perfecto para recetas como arroz blanco con ajo o pastas, donde el ajo debe destacarse.
La cebolla: suavidad y dulzura al sofrito
En cambio, la cebolla tiene una gran cantidad de agua, lo que significa que al cocinarse libera humedad. Si la cebolla se agrega primero, crea un ambiente que impide que el ajo se dore correctamente si se agrega después.
Además, la cebolla, al cocinarse lentamente, desarrolla un sabor más dulce y suave. Este enfoque es ideal para platos como salsas de tomate caseras, estofados o salteados de verduras, donde se busca una base más equilibrada y menos intensa.

El tiempo: el verdadero secreto del sofrito perfecto
Más allá del orden, el truco para un sofrito excelente radica en el tiempo y la paciencia. Cocinar a fuego lento y permitir que los ingredientes se integren con calma es lo que convierte una mezcla básica en la esencia de un buen plato.
Jesús Sánchez, chef con tres estrellas Michelin, resalta que el verdadero arte del sofrito está en dejar que los ingredientes se cocinen adecuadamente: “Dejar que el ajo perfume sin quemarse, que la cebolla libere sus azúcares, que el tomate pierda su acidez…”
En definitiva, no existe una regla estricta sobre qué ingrediente debe ir primero en el sofrito. Sin embargo, conocer cómo se comportan estos ingredientes al calor y cómo afectan el sabor final de tu plato puede marcar la diferencia.