La crisis política que transita el gobierno de Alberto y Cristina Fernández escala y cada día anota nuevos episodios que parecen salidos de la ficción. La tragicomedia argentina sigue acumulando temporadas.
Las últimas dos jornadas mostraron a un presidente que debió poner 12 mil kilómetros de distancia para hablar del conflicto con su vice, a quien no le responde en Argentina, pero sí lo hace a través de la prensa europea.
Fernández fue a Europa a decir que piensa presentarse en las Paso como precandidato a la reelección, a recordar que -a diferencia de su vice- él casi no tiene patrimonio y a retrucarle a Cristina Kirchner cada una de las frases envenenadas que ella le dedica en el decadente intercambio de agravios que exhibe la máxima esfera del poder argentino.
Alberto y Cristina, dos miradas antagónicas
Si no bastara con un presidente y una vice que no se hablan desde hace más de dos meses, con dos gestiones paralelas en áreas clave de la administración y con dos miradas antagónicas sobre temas tan estratégicos como el acuerdo con el FMI o los subsidios energéticos, ahora la crisis política argentina requiere del escenario internacional para ser exhibida.
Eso está haciendo Alberto Fernández en Europa. No es trascendente la agenda diplomática que sustenta esa gira, ni puede esperarse que un presidente que va al exterior a responderle a su vicepresidenta inspire confianza ni convoque inversiones de peso.
La ratificación de Martín Guzmán es un acto reiterado que acredita que la continuidad del ministro de Economía sigue siendo la clave principal del conflicto con la vicepresidenta.
En Europa, Fernández dio un paso más: avisó que deberán irse los funcionarios que no estén dispuestos a subir las tarifas. Ese es el paso más conflictivo que planea Guzmán.
