Los casilleros entre quienes tendremos que elegir los cordobeses a nuestros nueve diputados nacionales serán de los más estrechos. En varios sentidos.
Es que el debut de la boleta única nacional, instrumento bastante conocido por estos lares, coincide con la eliminación de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (Paso), con lo cual la oferta electoral en la elección general no tendrá filtro previo.
Así, las 18 opciones de listas para consagrar a sólo nueve diputados nacionales no es simplemente una señal de tiempos de dispersión, atomización y eclosión del sistema de partidos y coaliciones.
Es difícil de entender que una elección que tiene un piso de hecho de alrededor del nueve por ciento de los votos para acceder a una banca tenga tantos inscriptos, incluso algunos que en instancias similares no llegaron siquiera al uno por ciento en las primarias.
Sin el manejo del botín de los fondos para imprimir las ya desaparecidas boletas partidarias, puede que haya otro tipo de negocios, más vinculados al interés de los principales contendientes en atomizar la oferta electoral en el segmento en el que busca captar su principal oponente.
La campaña cordobesa arranca, a priori, como una elección de dos: el oficialismo nacional de La Libertad Avanza y el oficialismo local de Provincias Unidas.
De las otras 16 fuerzas, sólo tres aparecen con una remota expectativa de llegar al piso que los ponga en el Congreso.
En esa batalla de dos, aparecieron ya los primeros movimientos que van configurando el mapa electoral.
El primero alude a esa contraposición de una lista libertaria signada por integrantes de escaso conocimiento y poca actividad partidaria, contra una boleta peronista con dirigentes no sólo conocidos sino encabezada por un tres veces gobernador.
¿Cuánto implica de debilidad y cuánto de fortaleza para Gonzalo Roca ser un desconocido y para Juan Schiaretti ser el más conocido?
En esa incógnita puede estar una de las claves del resultado del 26 de octubre.
Un detalle importante es que la ciudadanía entiende bien la diferencia y pondera con criterios distintos una elección para cargos ejecutivos de una para puestos parlamentarios.
A eso se suma el interrogante respecto de si sirve o no sirve cuestionar actividades de quienes no vienen de la función pública. ¿Quienes forman boletas con integrantes que sólo se dedican a la función pública pasan todos el filtro de la blancura?
Lo que dijeron
El otro tema de campaña pasa por lo discursivo.
Lo de La Libertad Avanza ha sido una extrema simplificación: ir al Congreso para votarle las leyes al presidente Javier Milei.
Enfrente, Schiaretti y Martín Llaryora plantean que ahora ya no es la defensa de los intereses de Córdoba con ese concepto de alambrar la provincia, sino más bien la idea de exportar el modelo cordobés e intentar un espacio nacional de base cordobesista.
Los videos de campaña de Schiaretti están orientados no sólo al electorado cordobés que tiene que decidir votarlo o no, sino al resto de los distritos, donde el conglomerado de gobernadores debuta electoralmente.
Entonces, el exgobernador va con un discurso bien por el medio entre el mileísmo y el kirchnerismo. Es más: hasta acá ha sido más duro con los K que con los libertarios.
El tema es que en Córdoba ese espacio es muy pequeño y la confrontación es mano a mano con Milei. O sea, no es tan sencillo ir por el medio acá, porque la referencia del otro extremo es demasiado difusa.
Y en esta primera semana con los candidatos en cancha asoma un último elemento complejo: las dos principales listas responden a dos gestiones, la nacional y la provincial, que están atravesadas por importantes dificultades y con muchos frentes abiertos.