La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came) informó el último fin de semana que las ventas sufrieron una disminución del 12,6% en comparación con el mismo período del año pasado, manteniendo una tendencia decreciente que acumula un retroceso del 22,1% en el primer trimestre del año. La recesión es por demás evidente. Los datos de la primera semana de abril son peores aún, dicen las autoridades cordobesas de Fedecom.
Ambas entidades no tuvieron en cuenta para sus mediciones, sin embargo, al único rubro que viene creciendo sin pausa en los más de 120 días de gobierno que lleva Javier Milei: el relato libertario. La fábrica de producción de sentido “para la refundación” del país sigue con sus chimeneas humeantes. Milei dio una muestra cabal de eso en la última y extensa entrevista que le concedió a Alejandro Fantino.
El jefe del Estado aseguró que le da lo mismo contar o no con la reformada “ley bases”. Dijo algo similar sobre el promocionado “pacto de mayo”. Dio a entender que no lo desvela si se firma o no. El Presidente manifestó también que, como sea, realizará las reformas necesarias para reactivar la economía y sacar al país de las crisis en la que está. Le sumó a sus dichos un desafío: les avisó a sus opositores –a los mismos que necesitará en las próximas semanas para aprobar su primer paquete de reformas– que en 2025 les ganará las elecciones de medio término para ya no depender de ellos. Sin embargo, en paralelo y en el plano de lo real y concreto, el ministro del Interior, Guillermo Francos, no para de reunirse con gobernadores y diputados de los diferentes espacios políticos para que la nueva “ley bases” no fracase como sucedió con la primera versión.
El economista Miguel Ángel Broda, un ortodoxo que viene planteando la necesidad de reducir el déficit fiscal desde hace décadas, dijo días atrás que el ajuste propiciado por Milei es “excesivo, burdo y que no es sostenible en el tiempo”. Los dichos de Broda, que fueron matizados con elogios profesionales hacia el primer mandatario, parecieron traducir al Fondo Monetario Internacional (FMI), que viene planteando lo mismo. El Fondo se apoyo sobre el eufemismo de la “calidad” para no decir lo mismo que dijo Broda sin el cuidado que aún tiene el principal acreedor de la Argentina.
Las expresiones del economista recogen la misma inquietud que anida en los conglomerados económicos y factores de poder de la Argentina: sin reformas sustentadas por ley, es imposible que lleguen las inversiones, único trampolín para despegar desde el subsuelo en el que se encuentra el país tras 16 años de kirchnerismo y cuatro años de macrismo en los que tampoco se solucionaron los problemas de fondo.
Hay consenso sobre un concepto que no por repetido pierde vigencia: nadie invierte un dólar sobre la base de legislaciones que están a tiro de un amparo, como sucedió con la reforma laboral, frenada por estar múltiplemente objetada en la Justicia.
Que la regulación no se note tanto
El ministro Caputo se vio obligado en las últimas horas a reprocharles con vehemencia a las empresas de medicina prepaga por la suba de sus aranceles. Dijo que “le declararon la guerra a la clase media”. Milei lo avaló con un “se les fue la mano”. Los dichos de “Toto” Caputo son modales que exhibía en tiempos kirchneristas el inefable Guillermo Moreno, pero muy atípicos para los defensores del libre mercado y la intervención cero. ¿Cómo era eso de que el mercado iba a regular solito los precios bajo la ecuación histórica del juego de la oferta y la demanda? El vocero presidencial Manuel Adorni acusó a las empresas de cartelizarse. ¿Recién ahora el hoy comunicador y hasta diciembre pasado economista se dio cuenta de cómo funciona el mercado de las prepagas en el país?
Más contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace. Caputo y Milei aseguran que no homologarán los acuerdos paritarios con valores por encima de la inflación mensual. Camioneros está en pie de guerra y con amenazas de que “no se moverá ni una hoja” si Trabajo no rubrica los acuerdos salariales. En campaña, el hoy Presidente había dicho que la libertad de la negociación paritaria era sagrada. ¿Ahora está regulada?
Milei también mostró en la entrevista con Fantino que dice cosas que son de difícil chequeo, y otras que directamente no son ciertas.
El Presidente dijo conocer una encuesta que lo tiene con la segunda mejor imagen positiva entre los presidentes del planeta.
Además, planteó que en la última semana de marzo hubo deflación en los precios de los supermercados. Citó una cuenta de la red social X para sostener sus dichos. El usuario dueño del perfil social se vio obligado a aclarar que apenas se trataba de un “experimento social” y que los datos relevados de los precios de los locales de la cadena Jumbo no eran reales como creyó el Presidente. Por el yerro, una cuenta similar, pero de la cadena Maxiconsumo, le hizo bullying a Milei en las redes en las últimas horas. Una dura afrenta para el mandatario, un especialista en ese universo de discusión digital.
También dijo Milei, y todo en la misma entrevista, que él y sus funcionarios no advirtieron el aumento de sueldo que él mismo se otorgó porque “no chequean” las cuentas sueldo. Contó que, para vivir, están gastando “de la que tenemos guardada”. Dice el Presidente que él y sus funcionarios están en la gestión pública “por el bronce”.
Un Milei para el decir y otro para el hacer. La política real ajusta, como el mercado. La chimenea de la fábrica de relato libertaria no para –y no está mal–, pero hay una realidad que va por otro lado.
