Mauricio Macri celebró el domingo a la noche el triunfo de Patricia Bullrich sobre Horacio Rodríguez Larreta. Fue inocultable su alegría.
Esa misma noche, un rato después, el expresidente llamó a Javier Milei para felicitarlo por haber triunfado en las Paso. El candidato de ultraderecha contó al día siguiente, en una de las tantas entrevistas que brindó, que no pudo atender la comunicación que intentó el fundador del PRO porque en ese momento se estaba bañando para estar presentable al momento de dar su discurso de ganador.
Macri le valora a Milei la capacidad y determinación de instalar y defender con fuerza las ideas liberales que él no pudo hacer germinar como hubiera querido cuando lideró el gobierno de Cambiemos.
En la campaña para las primarias, Macri fue explícito al respecto: nunca ocultó el favoritismo hacia Bullrich, aunque evitó –tal vez porque creyó que el partido estaba liquidado frente a Larreta– dejar un registro taxativo y documentado de ese respaldo.
Macri no se inclinó por su exministra de Seguridad sólo por coincidencias ideológicas; que son importantes, claro. El primer impulso responde a una reacción personal y emocional: el expresidente sintió como una traición el destete que ejecutó Rodríguez Larreta sobre su tutela, y que tuvo como eje central de discordia intereses bien divergentes sobre la herencia del poder de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba).
Larreta estructuró un trato con un sector de la UCR que el domingo fracasó: llegar a la Casa Rosada a cambio del apoyo de un sector del centenario partido. La contraprestación era generar las condiciones para que Martín Lousteau recuperara para el radicalismo ese simbólico bastión de poder. Esa sociedad se quebró por duplicado en las urnas.
El derrumbe de esa posibilidad fue celebrada por Macri, quien, de no mediar un contratiempo electoral sorpresivo, tendrá a su primo Jorge Macri como guardián del poder porteño desde donde cimentó su expansión política.
Macri, entre los ganadores
Pese al tercer lugar individual de Bullrich –detrás de Milei y de Massa–, Macri se considera uno de los ganadores del domingo. Se siente renacido políticamente y, lo que más le interesa, con influencia para lo que viene.
Sus expectativas no se circunscriben sólo a Caba; también se replican en el orden nacional. Sus guiños hacia Milei no concluyeron en aquel llamado telefónico infructuoso. La salutación, hasta donde se conoce, se concretó mediante un elogioso intercambio de mensajes por WhatsApp.
“Tendremos que estar juntos el 10 de diciembre”, declaró Macri en las últimas horas, con lo cual dio a entender que, sea con Bullrich o con Milei, lo que lo desvela es ponerle fin a la era kirchnerista. Más tarde, agregó una frase sin matices: “Milei es parte del cambio”.
“Este final del populismo lo soñé varias veces”, reforzó ante un auditorio en Uruguay. “Lo que viene es una discusión sobre la forma en que se va a hacer el cambio. Bullrich es experiencia y entusiasmo, y Milei es sólo entusiasmo”, diferenció, a favor de la titular del PRO.
La buena sintonía entre Macri y Milei –el expresidente es el único dirigente de Juntos por el Cambio al que el economista elogia y no descalifica– alimenta versiones acerca de la robustez de ese vínculo personal y político.
En caso de un triunfo presidencial de Milei, ¿puede Macri convertirse en la llave de ingreso a parte de la gobernabilidad que el libertario necesitará en el Congreso? En Juntos por el Cambio, nadie se atreve a contestar ese interrogante con un “no” rotundo.
“Macri parece estar jugando a dos puntas. Es difícil no interpretar que tiene dos candidatos. Eso confunde a nuestro electorado”, dice un radical que cree que es momento de empoderar a Bullrich y marcar diferencias con Milei, para intentar sacarlo del centro de la escena que ocupa desde el triunfo del domingo.
Macri se convenció hace meses de que Milei tenía chances reales de tallar por el poder real. “La gente se va a dar un gustito en las Paso”, había pronosticado en privado en junio pasado, cuando visitó Córdoba para apoyar, contra todos los pronósticos, la candidatura de Luis Juez.
Ya en aquel momento, el expresidente consideraba que la irrupción de Milei era un hecho consumado. A la luz de los resultados, fue más que un “gustito” el que se dio parte del electorado.
En el círculo íntimo que acompaña a Bullrich, aseguran que Macri tendrá un rol significativo en la nueva campaña. Algunos, incluso, lo ponen al frente de distritos en los que fue taquillero cada vez que estuvo en las boletas. Córdoba, donde se buscará “caranchear” de la bandeja de votos que obtuvo Juan Schiaretti, aparece entre los principales objetivos.
