El cierre de las listas terminará de confirmar hoy un escenario atípico para las elecciones de medio término en Córdoba.
Con el exgobernador Juan Schiaretti de candidato y el gobernador Martín Llaryora apostando su gestión a la construcción de una alternativa federal con sus pares de Santa Fe, Chubut, Santa Cruz y Jujuy, en octubre próximo el peronismo cordobés irá directo a disputar con Javier Milei. Todo indica que será una discusión eminentemente nacional. Y ese será el mayor cambio para los votantes cordobeses.
Durante varios turnos electorales, en Córdoba se debatió la gestión provincial incluso en las elecciones para el Congreso Nacional. Esta vez, ni siquiera el peronismo cordobés usará las banderas del cordobesismo. Pasará de la defensa de los intereses de Córdoba a la propuesta de un modelo productivo nacional alejado del kirchnerismo y del mileísmo. El objetivo de Schiaretti es inédito: conducir una bancada interprovincial y multipartidaria con peso propio y poder dirimente en Diputados.
Pero la nacionalización del debate electoral no depende sólo del PJ cordobés. Ocurrirá también porque Javier y Karina Milei construyen de un modo muy diferente al que lo hacía Mauricio Macri. Al presidente libertario todavía le sigue preocupando mucho más su propia consolidación en el poder nacional que la suerte de los gobiernos provinciales en 2027. Y volverá a apostar por los propios en lugar de adoptar a dirigentes de otros partidos que necesitan respaldo nacional para pelear por la gobernación dentro de dos años.
Por esto, los principales adversarios del peronismo cordobés, Luis Juez y Rodrigo de Loredo, no serán parte de esta carrera electoral. Hace cuatro años, esa “sociedad inquebrantable” arrasó en las elecciones de medio término —sacaron el 54% de los votos—, y tras obtener seis bancas de diputados y dos de senadores, Juntos por el Cambio vaticinaba el irremediable fin de ciclo del peronismo cordobés. En 2023, Juez estuvo muy cerca de ser gobernador. De Loredo estuvo mucho más lejos de ser intendente de Córdoba de lo que todos esperaban o suponían.
Que los hermanos Milei busquen subordinación total en los propios no significa que no hayan pretendido que Rodrigo de Loredo y Luis Juez formaran parte de la lista. Que ellos no hayan aceptado tampoco significa que no vayan a respaldar a La Libertad Avanza en la campaña: tan sólo representa que los Milei ofrecen muy poco y exigen demasiado.
De Loredo hizo público el desacuerdo con esas exisgencias de alineación acrítica y total. Prefirió respetar la indicación que le había dado su partido y no aceptar ningún lugar que no sea la cabeza de lista: desde el 10 de diciembre estará en Córdoba dando batalla anticipada por la Gobernación. Su partido será representado en esta elección por Ramón Mestre y todo indica que será necesaria una ardua tarea para reconstruir una identidad que se desdibuja entre internas furibundas, intendentes a la deriva y fugas constantes.
Atípicamente cauto –y sin necesidad de renovar su banca, ya que seguirá siendo senador– Luis Juez promete apoyo a La Libertad Avanza. Algunos juecistas observan que después del 10 de diciembre habrá espacios vacantes muy apetecibles en el gabinete de Milei; por ejemplo, en los ministerios de Seguridad y de Defensa.
Lo cierto es que además de Juez y De Loredo, desde el 26 de octubre habrá otro candidato a suceder a Llaryora en carrera. El diputado Gabriel Bornoroni –a quien le quedan dos años de mandato y debería renunciar a una banca para competir en octubre– es el dirigente libertario más mencionado para encabezar la boleta, pero hasta anoche nadie le había hecho llegar una confirmación desde Buenos Aires. La elección de Karina Milei es insondable y será inobjetable. Una de las grandes dudas es si alguien del PRO tendrá lugar en esa lista libertaria: Laura Rodríguez Machado mantiene la expectativa.
El peronismo de Schiaretti y Llaryora se considera en condiciones de polarizar con La Libertad Avanza y aspira a lograr más bancas que las dos que pone en juego. También hay entusiasmo por la situación en que quedaron Juez y De Loredo de cara a 2027, y mucho interés por el despegue de un libertario con peso propio.
Del propio palo
No obstante, al cordobesismo le entró una astilla de su propio palo cuando se consideraba en dominio total del terreno: pese a los intentos de último momento, ni los enviados de Llaryora ni los de Schiaretti lograron contener a Natalia de la Sota.
Las versiones despreocupadas que desde el Panal se brindan sobre el impacto de esa alternativa antimileísta encabezada por el apellido fundacional del peronismo cordobés no se condicen con la elección de la intendenta de Despeñaderos, Carolina Basualdo, como segunda en la lista que encabezará Schiaretti: la decisión de ayer fue remarcar el perfil peronista, mientras que hace un mes se medía para ese puesto a la banquera y excanciller de la gestión libertaria Diana Mondino o a la vicegobernadora radical Miryan Prunotto.
Los nombres de la lista que encabezará De la Sota se definen con más hermetismo que los de La Libertad Avanza. Habrá representantes de la comunidad universitaria, de algún sector gremial y de organismos de derechos humanos.
El objetivo de esa lista que encabeza De la Sota es disputar con el kirchnerismo, que volverá a ser representado por Pablo Carro, pero también con la lista de Schiaretti y Llaryora. Lo hará por la vía del cuestionamiento a Milei, pero lo que está planteando la hija del exgobernador es una discusión que en el oficialismo cordobés ocurre tan sólo entre dos personas: Schiaretti y Llaryora. Será necesario contar los votos para saber el resultado de ese desafío interno.
También será necesario que los cordobeses vayan a votar y que logren determinar quién es quién en una boleta que puede llegar a tener 18 listas de candidatos. Un porcentaje muy alto de esas listas fue concebido sólo a los fines de confundir.