El peronismo cordobés no gana para sustos. “Hasta ahora, no se nos están alineando los planetas como en otras oportunidades”, admitió un encumbrado peronista, con un dejo de preocupación mezclado con amargura, el mediodía del jueves pasado.
Acababa de leer en la edición digital de La Voz la información sobre la angioplastia a la que había sido sometido el intendente capitalino Martín Llaryora, candidato oficialista a suceder a Juan Schiaretti.
El gobernador, su esposa la senadora Alejandra Vigo, el vicegobernador Manuel Calvo y un par de ministros conocían de la intervención a Llaryora. Una semana atrás, el intendente capitalino se sometió a unos estudios de rutina, en los cuales apareció el problema circulatorio en las arterias coronarias que obligó a la angioplastia.
Desde el entorno del intendente, le quitan gravedad al problema de salud, producto del sedentarismo y el estrés, propios de la doble responsabilidad: gestión municipal y campaña.
Los peronistas vienen sensibilizados por las últimas malas noticias, y en un primer momento la información generó alarma.
Llaryora fue dado de alta este viernes y el lunes retomará el ritmo de la campaña, con una reunión con intendentes del departamento San Justo, su territorio político.
Al encuentro lo organizaron Calvo y el ministro de Gobierno y Seguridad, Julián López.
Calvo pasó de ser un histórico rival territorial de Llaryora a ser su jefe de campaña. El PJ logra casi siempre acomodar –sin ruidos externos– sus diferencias internas. Aunque está demostrado que no puede manejar todo.
En los últimos meses, el oficialismo cometió “errores no forzados” que complicaron sus chances electorales.
Las malas noticias comenzaron con el dramático caso de los bebés fallecidos en situaciones sospechosas en el Hospital Neonatal. Pero se prolongaron con el fallido show de Ulises Bueno, el caso Oscar González y el conflicto en los hospitales, que bajó su tensión en los últimos días.
No obstante, en el Centro Cívico hay inquietud por la próxima discusión paritaria en febrero, ya con la campaña a pleno.
Estos hechos ponen hoy al PJ en un lugar incómodo e inusual: no tiene asegurada la continuidad en el poder provincial, algo que no ocurría desde las elecciones de 2007.
“No sé si nos alcanzará con no cometer más errores. Tienen que mandarse algunas cagadas los de la vereda de enfrente”, describió, en referencia a Juntos por el Cambio, un peronista que conoce los números de las encuestas que manejan en el Centro Cívico y en el Palacio 6 de Julio.
La intranquilidad en el PJ se refleja en que nadie está quieto. Más allá de la gestión, los cortes de cintas y los recursos que se vuelcan a los sectores más vulnerables, los peronistas no dejan de mirar a la oposición.
Reunión no tan reservada
Ya pasó casi un mes, pero en Córdoba se sigue hablando de la reunión de Mauricio Macri con Llaryora.
Cerca de Macri, apuntan al larretismo por la difusión de la cumbre reservada que trascendió en medios porteños.
Los peronistas no se preocuparon por la filtración. Se beneficiaron de que haya generado ruido en la oposición local. Aunque aclaran que ellos cumplieron la palabra de ser herméticos.
El lunes pasado, en la Bolsa de Comercio de Córdoba, Llaryora dio indicios concretos sobre lo que habló con Macri.
“Si queremos hacer las reformas que hacen falta para salir de la crisis, necesitamos una coalición que deje en segundo plano los intereses partidarios y priorice los intereses estratégicos”, dijo el intendente capitalino.
Más allá de abordar con Macri la gobernabilidad que se viene, el plan de Llaryora y de todo el PJ es claro y concreto: mostrar ideas y proyectos para afrontar el incierto futuro inmediato, para contraponerlo a la verborragia y la supuesta falta de planes para gobernar de Luis Juez, a quien ven como el opositor por derrotar.
Presión de los intendentes
En el Centro Cívico, pergeñan permanentemente planes de acción política y no escatiman recursos con el objetivo de retener el poder. Con todo, no alcanza para salvar los obstáculos que aparecen por la condición de ser oficialismo.
Ningún peronista lo va a admitir, pero hay una negociación avanzada con radicales y macristas para modificar el controvertido artículo 7 de la ley 10.406, que impide la re-reelección para cargos electivos después de dos períodos consecutivos.
Intendentes peronistas y radicales están tan envalentonados que aseguran que en la sesión del próximo miércoles en la Legislatura se concretará el reforma al Código Electoral provincial.
Al PJ le sobran los votos para hacer esa modificación, pero Schiaretti puso una condición innegociable: compartir el costo político con el radicalismo, que apoyó la aprobación de la ley anti “re-re”, sancionada en 2016.
Las versiones indican que entre cuatro y cinco legisladores radicales podrían votar junto al oficialismo y al bloque Juntos por el Cambio, presidido por el radical Orlando Arduh, integrado por macristas.
En el Centro Cívico aseguran que se trata de un “tema de la Legislatura”. No obstante, en la negociación participan el vicegobernador Calvo, el ministro Julián López y Francisco Fortuna. Será difícil desligar al gobernador de la cuestión.
La modificación saldrá si está el respaldo de al menos cinco legisladores radicales. Los 72 intendentes de la UCR vienen presionando para conseguir ese aval.
De concretarse esta movida, los peronistas creen que los costos políticos se repartirán.
Luis Juez está al margen de este posible acuerdo porque no tiene ni un legislador provincial, pero se frota las manos.
En la campaña no se privará de acusar al PJ de apelar a todas las artimañas posibles para tratar de retener el poder.
