“Todos los que estamos acá le debemos mucho a Juan. Estamos agotados por dos campañas intensas, pero les pido el último esfuerzo para que al ‘Gringo’ le vaya bien en Córdoba”. Palabras más, palabras menos, fue la arenga de Martín Llaryora a dirigentes del PJ provincial, en respaldo a la aspiración presidencial de Juan Schiaretti.
La reunión motivacional se produjo una semana después del contundente triunfo del PJ en las elecciones municipales de la ciudad de Córdoba.
Llaryora les habló a sus funcionarios y dirigentes que son los responsables de la campaña en las 14 seccionales de la Capital.
Está claro que la movilización territorial del peronismo para las Paso presidenciales está lejos de recrear la intensidad de lo que ocurrió en la campaña provincial y en la municipal capitalina.
Sin embargo, es clara la intención del gobernador electo de dar un fuerte respaldo a aquel a quién sucederá en el sillón principal del Centro Cívico el próximo 10 de diciembre.
Schiaretti se juega mucho en las primarias de este domingo en Córdoba, pese a que no tiene rivales en la interna de la flamante alianza nacional Hacemos por Nuestro País.
Aspira a ser el precandidato más votado individualmente en la provincia que lleva gobernando por 12 años no consecutivos.
La cosecha de votos en Córdoba le puede asegurar un lugar en la primera vuelta electoral del 22 de octubre.
Los schiarettistas confían que con sólo los votos cordobeses superará holgadamente el piso del 1,5% a nivel nacional requerido para poder competir en octubre.
Pero en el caso del PJ cordobés no todo se pone en juego en las urnas.
El gobernador y precandidato presidencial sí se expone al veredicto de la sociedad, mientras que Llaryora busca comenzar a consolidar su liderazgo en el oficialismo provincial.
Después de su ajustado triunfo en las elecciones provinciales, Llaryora mostró que no quiere heredar el poder de la gestión, y menos el liderazgo del PJ.
“Este es un nuevo proceso. Arrancamos de cero” y “estamos construyendo algo distinto, con el partido cordobés”, son las dos definiciones que el sanfrancisqueño repite como un mantra desde que se convirtió en gobernador electo.
Llaryora tiene un agradecimiento personal y sincero con Schiaretti. El gobernador fue quien lo apoyó en la elección municipal de San Francisco en 2007, cuando el entonces gobernador José Manuel de la Sota apostaba por el intendente radical Hugo Madonna, quien iba por su reelección.
No obstante, en 2013 fue De la Sota quien dio a Llaryora la primera oportunidad grande a nivel provincial, cuando lo designó como ministro de Industria, tras una interna en la que debutó la corriente llaryorista El Peronismo que Viene.
En los recientes festejos electorales, el ahora gobernador electo agradeció aquella designación al fallecido exmandatario. No obstante, en privado admite que tuvo una relación “cambiante” con De la Sota. Íntimamente, siente que le debe más a Schiaretti.
El vínculo personal entre Llaryora y Schiaretti nunca corrió riesgo. Eso no significa que no tuvieran diferencias –algunas, profundas– en los últimos tiempos.
Llaryora cree que la decisión de Schiaretti de no adelantar las elecciones provinciales para abril o mayo puso en riesgo su triunfo, que fue mucho más estrecho de lo previsto.
A su vez, el gobernador y precandidato presidencial está convencido de que su estrategia de separar los comicios provinciales y capitalinos por sólo 28 días fue clave para retener el poder en ambas gestiones.
Nueva etapa
Las Paso de este domingo son una prueba de fuego para Schiaretti, quien aspira a retirarse del poder provincial ganándose un lugar en el escenario nacional.
El gobernador es consciente de que su pregonado “gobierno de unidad nacional” podría ser realidad sólo si Horacio Rodríguez Larreta derrota a Patricia Bullrich en la interna de Juntos por el Cambio.
Con el jefe de Gobierno porteño, tiene un tácito acuerdo político para una eventual segunda vuelta, lo que dependerá del resultado de las primarias.
En cambio, con Bullrich, y sobre todo con Mauricio Macri, la relación está congelada.
Schiaretti sabe que su aspiración de proyección nacional es modesta: superar el 5% de los votos en octubre y conseguir dos bancas en Córdoba en esa primera vuelta electoral.
Para alimentar ese objetivo, debe lograr en Córdoba un buen resultado en las Paso de este domingo.
Llaryora tiene otros planes, aunque el fuerte respaldo a Schiaretti también es en defensa propia: le vendría muy bien tener un diputado más (hoy, el PJ tiene tres y arriesga uno, con lo cual podría llegar a cuatro si consigue dos bancas) para negociar con el próximo Gobierno nacional.
De todos modos, el horizonte político cercano de Llaryora tiene un objetivo mayor: asumir el liderazgo del PJ provincial, como una plataforma de lanzamiento para una eventual proyección nacional.
Para eso falta mucho, pero los políticos siempre están pensando más allá del día a día.
El propio Llaryora es una muestra concreta de la ambición de los políticos. En 2008, a cinco meses de haber asumido la intendencia de San Francisco, y pese a que había ganado por sólo 80 votos, lanzó el espacio interno El Peronismo que Viene, pensando en su proyección provincial.
Aquella decisión, apresurada hasta para sus más cercanos de entonces, lo trajo hasta este presente: gobernador electo.
“Quien piense que Martín (Llaryora) ya no está mirando en proyección nacional, no lo conoce”, concluyó alguien que lo acompaña desde “allá donde todo empezó”, como afirman los llaryoristas puros cuando se refieren a San Francisco.
Schiaretti se juega parte de sus aspiraciones nacionales en las urnas este domingo. Llaryora lo acompañó en esta movida, pero está más pendiente de su futuro político, que planifica con un optimismo a prueba de balas.
