“Fue advertido. Ningún funcionario hace campaña en esta etapa. Comunicale al ‘Galgo’ que tiene que dejar el cargo”. La orden del gobernador Juan Schiaretti no dejó lugar para pedir explicaciones. Había que ejecutar. Quien la escuchó fue el ministro de Gobierno, Facundo Torres. La estadía del llaryorista Federico “Galgo” García como segundo de la cartera política provincial estaba terminada.
García era un funcionario de bajo perfil, pero muy conocido dentro del PJ. Como secretario de Gobiernos Locales, tenía un nexo directo con los intendentes de todos los partidos.
Llaryorista de la primera hora, el exintendente de Laguna Larga era el funcionario que más estaba trabajando para impulsar las juntas promotoras “Llaryora gobernador” en el interior. Eso le costó el cargo.
La salida del funcionario, con el intendente Martín Llaryora fuera del país y en el momento político más complicado de la gestión de este por la polémica que generó el fallido recital de Ulises Bueno, disparó lecturas inquietantes en la interna del PJ provincial.
En las últimas horas, desde el Centro Cívico y desde el Palacio 6 de Julio, salieron a intentar bajar los decibeles.
Los llaryoristas argumentan que el lanzamiento de las juntas promotoras fue acordado entre el gobernador y el intendente.
También aseguran que estaba planeado que García dejaría el segundo despacho del Ministerio de Gobierno para sumarse al equipo del diputado nacional Ignacio García Aresca, el jefe de campaña de Llaryora en el interior.
Los schiarettistas también trataron de bajarle la espuma a la controversia. Pero insisten en que el gobernador no quiere adelantar los tiempos de la campaña.
“De la candidatura de Martín pueden hablar los dirigentes, pero no los funcionarios provinciales ni municipales”, aclaran ahora, dejando una hendija para no interpretar que Schiaretti se niega a que se hable de la postulación de Llaryora.
¿Un llamado de atención?
La decisión de apartar a un llaryorista puro cuando la oposición embiste contra la gestión municipal se pareció mucho a un fuerte llamado de atención para el intendente y seguro candidato a gobernador por el oficialismo provincial.
El intendente vuelve mañana desde Estados Unidos. A la distancia, siguió al instante lo que sucedía en Córdoba.
En el entorno de Llaryora, descartan roces con el gobernador. “Están espalda con espalda”, graficó un funcionario municipal del ala política.
“El problema no es entre ellos (Schiaretti y Llaryora), que tienen todo acordado. Pero hay un recambio generacional en el PJ y habrá tensiones entre quienes se quieren quedar y quienes quieren llegar”, describió un llaryorista que conoce de cerca la relación entre el gobernador y el intendente.
Respecto de la polémica por los eventos multitudinarios, en el Palacio Municipal se resisten a hablar de crisis política. Prefieren una calificación más light: “Un gol en contra”. Con lo cual admiten que el desaguisado por el frustrado recital de Ulises tendrá costos políticos.
En el intento de desdramatizar la situación, en el municipio interpretan que el intendente no tomará decisiones drásticas cuando el lunes retome sus funciones.
En línea con la estrategia que vienen mostrando los funcionarios que salieron a dar explicaciones, no se prevén cambios, al menos en lo inmediato.
Pero habrá ajustes en los procesos administrativos para organizar grandes eventos, que –aseguran– seguirán siendo un sello de la gestión llaryorista.
Cumbre en el Panal
Algo poco habitual en los últimos tiempos, en el atardecer del lunes pasado, Schiaretti convocó a una reunión ampliada de su mesa chica política.
Normalmente, el mandatario provincial se reúne con sus más cercanos, en charlas de no más de cuatro personas.
Pero el lunes pasado, alrededor de la amplia mesa del despacho principal del Centro Cívico, se sentaron el vicegobernador Manuel Calvo; el mencionado Torres, y sus colegas del gabinete Paulo Cassinerio (Vinculación Comunitaria), Juan Carlos Massei (Desarrollo Social) y Sergio Busso (Agricultura); los legisladores Oscar González y Francisco Fortuna, y el diputado nacional Carlos Gutiérrez.
La salida del funcionario llaryorista no fue el motivo de la cumbre. Schiaretti estaba molesto por las idas y vueltas en las negociaciones con la oposición para modificar la ley que impide las reelecciones indefinidas.
El domingo pasado, el gobernador mandó a congelar el proyecto luego de que La Voz publicó que el oficialismo tenía la intención de aprobar el miércoles el cambio en la norma electoral.
Mirando a Calvo, a González y a Fortuna, el gobernador también fue terminante: “Si no hay apoyo de legisladores radicales, la ley no se toca”.
El plan del oficialismo es seguir metiendo una cuña en la oposición. Que los intendentes presionen a sus legisladores para permitir las reelecciones.
También será un modo de tapar las cuitas internas en el peronismo.
