El gobernador Juan Schiaretti se decidió a alzar su voz en contra del Gobierno nacional. Renombró en público a la administración albertista: la trató de “kirchnerista”, a secas. El cambio de estatus es una bengala al cielo de la nación, lanzada desde Córdoba en medio de la campaña electoral y a menos de dos semanas de la severa derrota del Frente de Todos, que detonó en crisis interna.
El líder de Hacemos por Córdoba pasó del delicado equilibrio a la rebeldía. Olió la debilidad presidencial que abunda en la atmósfera y comenzó a mover fichas en el siempre inestable tablero del peronismo nacional. Apalancado en el sector rural –enemigo público de los K– expuso sin grises que jugará la partida de aquí en adelante con fichas de color distintas a las de los Fernández.
La foto de este miércoles en su despacho del Centro Cívico, casi como un integrante más de la Mesa de Enlace nacional, es toda una declaración de principios de parte del titular del Panal hacia la Casa Rosada.
La coreografía opositora schiarettista tuvo un primer acto el lunes, con la difusión de un duro documento de sus candidatos al Congreso, que pareció propio de la conducción nacional de Juntos por el Cambio: rechazo explícito a cualquier cambio no consensuado en materia judicial, alineamiento total con las demandas del campo y pedido de cambio urgente en el reparto de subsidios nacionales para Córdoba. Más anti-K no se consigue.
Después de largos meses de una relación que se mantuvo dentro de lo estrictamente institucional, Schiaretti ahora se autopercibe opositor. Y decidió exaltar su nuevo perfil con exigencias “inmediatas” al Gobierno nacional: pidió el cese de las trabas a la exportación de carnes que fueron impuestas en mayo bajo el discutido pretexto de “cuidar la mesa de los argentinos” del desfase interno de precios que, según el Gobierno, producen los mercados internacionales.
El cambio de tono expuesto por el gobernador respecto del Gobierno nacional se había expuesto el fin de semana pasado, cuando Schiaretti celebró haber quedado al margen del grupo de mandatarios del PJ que en la cumbre de La Rioja intentaron arropar al Presidente después del desbarranque oficialista, que coqueteó por días con el abismo del quiebre institucional.
Estrechos allegados a Schiaretti consideran que la relación política con la administración de Alberto Fernández está terminada. “No hay retorno con el Gobierno nacional. Tenemos modelos de gestión completamente opuestos. La reacción política ante la derrota electoral fue escandalosa. Y terminó ganando Cristina, lo que asegura mayor radicalización”, aseveran en la intimidad del poder provincial.
Escena nacional y jugada local
La representación de Schiaretti como el principal gobernador peronista que se opone al Gobierno nacional no cosechará respaldos de otros mandatarios hasta después de las elecciones del 14 de noviembre, descuentan en el Panal. En el radar de potenciales adhesiones. siempre aparece el santafesino Omar Perotti, hoy aliado a Alberto Fernández y Cristina Kirchner en un acuerdo electoral que tiene enfrente el desafío inmediato de dar vuelta la elección en la provincia vecina. El vínculo entre ambos gobernadores vecinos está intacto.
Esa construcción del perfil opositor de Schiaretti tiene a 2023 como horizonte. El camino es largo y, sobre todo, impredecible en la Argentina. Pero la apuesta del mandatario es a una alternativa por fuera de la grieta. “Nunca estaremos con los K, pero tampoco con el PRO”, aclara un íntimo de Schiaretti, conocedor del interés cada vez más creciente de figuras nacionales como el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. “Terminar junto al macrismo no es una opción”, remata.
En el plano provincial, el alineamiento explícito con el sector rural también representa una jugada electoral. Hacemos por Córdoba necesita sumar tres o cuatro puntos en noviembre a la cosecha de las Paso, para aspirar a retener los tres diputados que renueva en diciembre. El objetivo es posible, aunque tiene un desafío: sacárselos a Juntos por el Cambio.
En el schiarettismo, hay inquietud por los minutos de televisión que ocupa Luis Juez en los canales porteños, señales de alta penetración en el interior profundo de Córdoba. Hay funcionarios preocupados y ocupados al respecto. “Tenemos que estar nosotros en esos programas, marcando la agenda del interior y mostrando cómo en Córdoba sí se gestiona con eficiencia. No podemos regalarle ese terreno a Juez”, remarcan muy cerca del mandatario provincial.
El nuevo opositor peronista ya pesca en la pecera de la oposición provincial. Dentro de dos meses sabremos si hubo o no pique.
