Después de fallar en su pronóstico en 2017, cuando dijo en una gira por los Estados Unidos que el ciclo del kirchnerismo estaba “terminado”, el gobernador Juan Schiaretti aprendió la lección: ya no es tan concluyente cuando habla del futuro político de Cristina Fernández.
Aunque cree que ella ahora tiene un poder mucho más limitado, el mandatario provincial está convencido de que la vicepresidenta será fiel a su génesis política y que intentará ir “por todo”, especialmente contra el Poder Judicial.
De estas cuestiones habló este viernes con los integrantes del interbloque Federal que lo visitaron en el Centro Cívico.
La conclusión de la reunión fue que Cristina Fernández sabe que no podrá conseguir sus objetivos de aumentar el número de miembros de la Corte Suprema, dominar el Consejo de la Magistratura ni imponer a un procurador General que le responda, pero no dejará de intentarlo hasta el último día en que tenga una porción de poder.
“Las maniobras de Cristina tienen dos objetivos: distraer la atención sobre el errático rumbo del Gobierno y posicionarse con su núcleo duro”, describió uno de los diputados nacionales que estuvo en el despacho principal del Centro Cívico.
Pero al gobernador le preocupa otra cuestión: el clima de enfrentamiento que siembra Cristina Kirchner desde la presidencia del Senado, en un escenario de crisis económica y debilidad política del presidente Alberto Fernández.
En este contexto, Schiaretti percibe que, ante la interna que se desató en el Frente de Todos, hay una hendija para sacar algunas leyes. Siempre y cuando la oposición logre unificar posturas.
En ese sentido, el mandatario cordobés insistió ante los legisladores “federales” para que busquen acuerdos en el Congreso con el objetivo de sancionar leyes como el traspaso de Aysa (agua y cloacas) y las eléctricas Edenor y Edesur a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba) y provincia de Buenos Aires, y una rebaja gradual de las retenciones al campo.
Los schiarettistas también promoverán una iniciativa que apunta a mejorar el sistema electoral a través de la boleta única, sistema que funciona en Córdoba y otras provincias.
Está comprobado que es un mecanismo mucho más transparente y menos costoso que la anacrónica lista sábana que aún se aplica en los comicios nacionales.
Diálogos
El clima de confrontación política que generan las embestidas del cristinismo contra el Poder Judicial aceleró los contactos entre dirigentes opositores.
Algunas reuniones generaron sorpresa. Como la de días pasados, cuando Schiaretti compartió una cena con dirigentes de distintos partidos, en la casa del salteño Juan Manuel Urtubey, en San Isidro.
El gobernador cordobés compartió una larga sobremesa con dirigentes que se sabe que están cerca de su posicionamiento político, como Florencio Randazzo, Graciela Camaño, Emilio Monzó y Rogelio Frigerio, pero llamaron la atención las presencias del gobernador jujeño Gerardo Morales, también presidente del radicalismo nacional, y del intendente rosarino Pablo Javkin.
Nadie sabe en qué terminarán estas conversaciones que se hicieron públicas, y muchas otras reservadas, aunque son señales de la marcada preocupación sobre el futuro del país que sobrevuela a gran parte de la dirigencia.
A la aspiración natural de cualquier espacio político por llegar al poder, a partir de los fracasos de la gestión macrista y de la actual del Frente de Todos, se sumó una inquietante pregunta: ¿para qué llegar al gobierno?
Quienes no están dentro del Frente de Todos reconocen que al país lo urgen reformas profundas. El problema es si el próximo gobierno, que los opositores están convencidos no será uno dominado por el cristinismo, tendrá el suficiente poder para impulsarlas.
El empresario agropecuario Gustavo Grobocopatel le dijo a La Voz algo que muchos opositores vienen discutiendo: “El país necesita un rediseño total, pero para eso hace falta un gran consenso político”.
La definición del titular del Grupo Los Grobos, que cultiva nada menos que 250 mil hectáreas, podría llevar la firma de Schiaretti. Es lo que pregona el mandatario en todas sus charlas políticas.
Nadie sabe cuál será el futuro de Schiaretti, pero se ha convertido en un hombre de consulta de muchos dirigentes nacionales.
El gobernador escucha y habla con todos, aunque desde su entorno dicen que quedó muy bien impresionado con un dirigente que lo visitó hace poco: el radical Facundo Manes.
El neurólogo y ahora diputado nacional sostiene que la salida de la crisis está “por arriba de la grieta”.
Mientras en el Frente de Todos y Juntos por el Cambio ya comenzaron a discutirse candidaturas, otros dirigentes se preguntan para qué llegar al poder.
Schiaretti, Manes, Urtubey, Monzó, Frigerio, Camaño, sólo por nombrar a algunos, se hacen este cuestionamiento. La pregunta del millón es si esto puede ser el comienzo de un armado político por fuera de los dos principales frentes nacionales.
