Tras un año de paz gremial casi absoluta, volvieron los redoblantes y el clima beligerante a la planta baja de la Municipalidad de Córdoba. El gremio de los empleados municipales (Suoem) prevé una semana de ruidosas asambleas antes del cierre de la paritaria semestral que –como ocurrió en noviembre de 2021 y en mayo pasado– otorgará una suba equivalente a la inflación del semestre en etapas y mayoritariamente no remunerativa, que se irá incorporando al básico en el transcurso de los seis meses siguientes.
Además, los municipales reclaman el pase a planta permanente de unos 650 agentes que fueron contratados en la gestión de Ramón Mestre y que ya rindieron el respectivo concurso. Todo indica que esos pases se concretarán, o al menos una parte de las efectivizaciones reclamadas. Casi la mitad de esos contratados son del área de Salud.
La negocación parece bastante encaminada entre el gremio y la administración del intendente Martín Llaryora. No obstante será muy ruidosa, porque el Suoem está en campaña: se trata de la paritaria con la que Rubén Daniele iniciará el camino para volver a ser elegido como secretario general del gremio que comandó sin interrupciones entre 1985 y 2017. Las elecciones gremiales serán hacia fines de abril próximo y Daniele ya asume el rol de orador principal de las asambleas.
Daniele nunca se fue, pero está de regreso. Desde hace un año encabeza todas las negociaciones con el Ejecutivo junto con la secretaria general Beatriz Biolatto. No obstante, para volver formalmente a conducir el Suoem, necesita ser votado, y para llegar a ser candidato depende de que Tribunal Superior de Justicia (TSJ) ratifique los dos fallos que ya le dieron la razón respecto de la arbitrariedad en la que incurrió Mestre al declararlo en “estado jubilatorio” en 2017 pese a que contaba con la inmunidad de la tutela sindical.
Si lo logra, el veterano gremialista vivirá la paradoja de haber sido jubilado a los 65 y de volver a la conducción del gremio a los 70 años.
El gran interlocutor
El regreso de Daniele no parece preocupar a la administración Llaryora. Todo lo contrario. La actual gestión en 2020 aplicó un fuerte ajuste salarial –el sueldo promedio municipal cayó nominalmente unos 30 mil pesos entre enero y octubre del año pasado– y durante seis meses el municipio vivió un conflicto gremial en todos los frentes. La intervención de Daniele fue crucial para la finalización de ese enfrentamiento. Eso ocurrió en noviembre del año pasado con la firma de la primera paritaria de la era Llaryora, que estableció la base para las discusiones semestrales posteriores.
Desde entonces y hasta hoy, la conflictividad fue nula y el Ejecutivo pudo avanzar con proyectos que históricamente el Suoem había rechazado: la descentralización de áreas operativas, la desconcentración de reparticiones, la incorporación de monotributistas y servidores urbanos por fuera del Estatuto del Empleado Municipal y la creciente digitalización de la administración son algunos de los temas que el gremio aceptó sin mayores objeciones y que había rechazado con ímpetu en gestiones anteriores.
En el equipo de Llaryora consideran que Daniele es el interlocutor más valioso porque es el principal referente de los municipales. “Lo más importante en una negociación es la representatividad del interlocutor”, reiteran los llaryoristas, que le temen mucho más al surgimiento de muchos liderazgos autónomos que a la reasunción del dirigente histórico.
La figura de Daniele también es ordenadora a nivel interno. En el Suoem todos repiten que las elecciones de abril serán muy previsibles si el TSJ define que Daniele puede ser candidato, pero también anticipan que “sin ‘el Gringo’” surgiría una multitud de postulantes. “Cada delegado se creerá en condiciones de encabezar el gremio”, sostienen. En cambio, se descuenta que no habrá muchos anotados para desafiar al veterano líder de los municipales.
