Tras el fraude y las bajas calificaciones en los exámenes para residentes, el Gobierno planea volver al sistema tradicional. La medida implica que cada provincia se haga cargo del examen para las residencias en salud, tal como se hacía hace más de una década.
Sin embargo, la creadora del Examen Único, Isabel Duré, aseguró a La Nación que la modalidad actual “es beneficiosa para todos y se puede arreglar”. “No es necesario terminar con todo”, enfatizó.
Isabel Duré es médica egresada de la Universidad de Buenos Aires y Magister en Salud Pública, fue directora nacional de Capital Humano y Salud Ocupacional del Ministerio de Salud de la Nación entre 2008 y 2015. En 2010, implementó el Examen Único con las provincias patagónicas.
Los principios de la “vieja” modalidad
Duré contó sobre los primeros años del Examen Único en las provincias de la Patagonia argentina. “Todas las provincias tenían residencias, pero, en ese momento, no todas tenían universidades y debían atraer a los profesionales para ocupar las vacantes. Cada provincia hacía su examen de ingreso por separado y se superponían las fechas. Había jurisdicciones con pocos cupos, como Tierra del Fuego, y los postulantes llegaban a dar cinco o seis exámenes en distintos lugares para conseguir una plaza. Muchos tenían que trasladarse entre provincias y no todos podían costearlo”, describió.
En ese contexto, para que las provincias convocaran a más profesionales jóvenes, creó el Examen Único para que pudieran rendir cerca de su domicilio mediante un proceso de inscripción y evaluación unificado.
“Se abrió una discusión a nivel federal con respecto de la mirada que, como país, había que tener de las residencias. Pensamos en que tener un proceso común de ingreso serviría progresivamente para la planificación del recurso humano en salud y, en el tiempo, pensar en la obligatoriedad de la residencia para la habilitación profesional, como sucede en otros países”, contó Duré.
Los riesgos de volver al modelo tradicional
El hecho de que cada provincia se haga cargo por separado de los exámenes para el ingreso a residencias médicas puede generar una fragmentación del sistema, dificultando el seguimiento de datos clave como el número de postulantes, la distribución de cupos y las especialidades con mayor o menor demanda. Además, podría acentuar las desigualdades en el acceso y afectar la equidad en la formación de posgrado, empujando a algunos profesionales a buscar oportunidades en el exterior.
El Examen Único funcionó durante años como una fuente centralizada de información sobre el perfil de quienes aspiran a ingresar al sistema de formación rentada. Además, permitió saber con precisión cuántos profesionales querían hacer una residencia, dónde y en qué especialidad, lo que facilitó una mejor planificación de vacantes a nivel país. Gracias a sus datos, fue posible seguir la evolución de las preferencias entre especialidades y detectar fenómenos como la migración de profesionales extranjeros.
“Es muy complejo detener el proceso de ingreso a las residencias y volver para atrás porque son muchas las provincias y las instituciones involucradas. Habrá que revisar nuevamente el proceso. No es necesario terminar con todo. Es un dispositivo que trae muchos beneficios. Si hay problemas, ver cómo resolverlos para mejorarlo. Se puede arreglar”, cerró la profesional.