“Pelear por Córdoba da resultados”. Así sintetizó Martín Llaryora su mirada sobre la rebaja parcial de las retenciones a las exportaciones agropecuarias, anunciada por el presidente Javier Milei. Algo parecido hizo su par santafesino, Maximiliano Pullaro, quien sostuvo en redes que “el reclamo del interior fue escuchado”.
Cada ciudadano decidirá creer si los anuncios de Milei responden al pedido expreso de los gobernadores de la Región Centro o fue lo que el Presidente pudo ofrecer en estas circunstancias sin comprometer el superávit fiscal, que sigue siendo la piedra basal de los libertarios.
Pero supongamos que los gobernadores fervorosamente creen que la baja de la presión fiscal mueve la rueda económica, porque permite acelerar la actividad y generar más ingresos, que a la larga redundan también en una mejora de la recaudación.
Si esto fuera así, deberíamos imaginarlos a la espera, en cuanto se dé la oportunidad, de aplicar medidas que permitan la baja de impuestos en sus jurisdicciones. En realidad, el carro va después: primero hay que pensar en achicar el gasto, para luego resignar ese excedente vía baja de impuestos.

Los derechos de exportación hoy representan el 0,8% del producto interno bruto (PIB), mientras que los ingresos brutos (II.BB.) que cobran las 23 provincias significan el 4,2%. Es cierto, Nación no coparticipa las retenciones y las provincias sí reparten Ingresos Brutos a sus municipios (Córdoba, por caso, distribuye el 20%), pero el Impuesto a los Sellos se asimila a los derechos de exportación, porque no se coparticipa.
Si el gobernador Llaryora está tan convencido de que bajar impuestos da resultados y de que vale la pena pelear por Córdoba, podría empezar por ahí y hasta podría tener el gesto inicialmente con el campo. Sólo hay alícuota cero de II.BB. en las ventas de materia prima agropecuaria, pero los insumos sí tienen II.BB., y lo pagan todos en cascada: la empresa, el distribuidor y el productor. Eso encarece el producto alrededor de un 8%.
Los productores agropecuarios pagan II.BB. del 4% en los contratos de alquiler, más el 1% de sellado. Es decir que, del alquiler de un campo, la Provincia se lleva el 5%, más que la rebaja de retenciones anunciadas para la carne, el trigo, el maíz o el girasol, por ejemplo. Tampoco pueden recuperar los saldos inmovilizados de II.BB. vía Sicrebb.
El Impuesto a los Sellos se ha tornado casi abusivo. Duplica lo recaudado por el impuesto Automotor y se equipara con el Inmobiliario. Cada compra que un ciudadano realiza con su tarjeta de crédito está alcanzada por un impuesto que representa el 1,5% del total consumido.
¿Qué hacer con la plata?
El gobernador Llaryora decidió gastar el 70% de los cinco mil millones de pesos que le gira Anses con destino el déficit de la Caja de Jubilaciones. La Nación ya envió dos cuotas y se espera en breve la tercera. Con esos fondos, se anunció una suba de la jubilación mínima de $ 380 mil a $ 700 mil. En realidad, no es que sube la mínima: la mínima queda igual, en $ 210 mil. Lo que aumenta es el complemento de la jubilación mínima, de los $ 170 mil actuales a los $ 490 mil.

La aclaración es relevante. Primero, porque el anuncio beneficia, sí, a 5.800 jubilados, que representan el 5% del total. Pero lo que de verdad reclaman los gremios es que suba la mínima “pura”, dado que esa es la que se usa para calcular quiénes y con cuánto estarán afectados por el aporte solidario que fija el artículo 58 de la ley 10.694. Ahí se establece que, con seis mínimas, el aporte es del 20%. Entonces, quienes tienen haberes provinciales por encima de $ 1,26 millones seguirán sufriendo ese descuento. Hay 19 mil beneficiarios afectados.
La medida está atada al cumplimiento de Anses en el giro mensual: si Anses no paga, se caen los bonos.
Pero lo llamativo es que la puesta al día de Nación con Córdoba no sirvió para desarmar la emergencia que se aplicó cuando la Nación dejó de pagar. Vale la pena recordar:
En pleno diciembre de 2023, Llaryora intuyó que Milei no enviaría los fondos para las cajas previsionales. Los Fernández venían haciendo un aporte testimonial, de apenas el 10% de lo que correspondía, y ya Milei había dado de baja el fondo de subsidio al transporte.
Entonces, curándose en salud, repuso para los pasivos el diferimiento por 60 días de los aumentos que se otorgan al personal activo. Hay 62.400 beneficiarios que cobran a los 30 días; el resto, a los 60. Aumentó Ingresos Brutos a los bancos y creó un aporte a los activos del 2% para los salarios de hasta $ 755 mil brutos, de 3% para los salarios de $ 755 mil a un millón de pesos, y del 4% para los superiores al millón. Esos montos no se movieron en todo el año, por lo que cada vez más gente sube de escala y, en términos reales, paga más.
Si no se bajaban impuestos, lo saludable podría haber sido que se desarmara al menos en parte esa ingeniería de emergencia, porque se armó cuando no había cuota de Anses y ahora esa cuota está. La Caja local tiene un déficit estructural que equivale al 38% de su gasto, aun con las reformas de fondo que se aplicaron en las últimas dos décadas y con las dos medidas adicionales de emergencia de los últimos cuatro años.
Aparece, entonces, una lectura política sobre el anuncio de Llaryora: es una mojada de oreja a Milei, un desafío personal ahora que el Presidente se apresta a vetar la ley que subió 7,2% los haberes de 7,5 millones de jubilados y llevó a $ 110 mil el bono que cobra el 70% del total. La jugada va a contramano de la recomendación de guardar para cuando no haya. Y si las cuotas comprometidas por la Nación faltaran, la Provincia le echará la culpa a Milei.
Llaryora está convencido de que es el momento de diferenciar los modelos. Repite que en Córdoba la obra pública no se detiene; replica en el interior provincial edificios para albergar una universidad provincial de dudosa calidad; financiará los proyectos del Inti, del Inta y del Conicet que queden truncos por culpa de la Nación, y cuestiona duramente la falta de mantenimiento de las rutas nacionales en el territorio.
La campaña ya empezó. El problema del cordobesismo es que comparte votantes con La Libertad Avanza. La moneda, en el aire. Y el bono, en puerta.