La historia de Laura Soldano no sigue un camino lineal. Su vida es una sucesión de etapas que parecen no tener continuidad lógica, pero que, vistas en conjunto, explican por qué hoy se prepara para competir por una banca (será la segunda en la lista) en el Congreso como candidata de La Libertad Avanza.
Modelo, empresaria, deportista de alto rendimiento, escritora, guía espiritual y ahora dirigente política: Soldano (esposa del empresario Gastón González, quien sonó como candidato a intendente de Río Cuarto en las últimas elecciones por los libertarios) parece representar a un tipo de figura pública que descoloca tanto como atrae.
Su primera irrupción fue en el mundo del fitness competitivo. Se entrenó con la disciplina de una atleta profesional y logró coronarse campeona nacional e internacional de Bikini Fitness, llegando a escenarios de Las Vegas y Nueva York. Aquellos títulos no fueron un detalle menor: la posicionaron como referente de un estilo de vida saludable, donde el cuerpo se exhibía como producto de la constancia y la voluntad.
De esa experiencia surgió su método de entrenamiento, FIIT, y un libro titulado Sé tu mejor versión, que combinaba recetas, rutinas y consejos prácticos para quienes buscaban imitar su estilo de vida.
En paralelo, construyó una comunidad de seguidores en redes sociales, donde difundía sus hábitos de entrenamiento, mensajes motivacionales y un discurso basado en la disciplina personal.
Sin embargo, esa etapa tuvo un quiebre. Soldano confiesa que, detrás de la exposición y los logros, se sentía vacía, prisionera de un personaje. Esa crisis personal la llevó a explorar el camino de la espiritualidad.
Se formó en meditación y prácticas místicas, y empezó a hablar en términos que rompían con la imagen estrictamente fitness.
En sus relatos aparecen visiones, transformaciones internas y la idea de un destino superior. Dice haber atravesado momentos intensos, incluso de paranoia, hasta aceptar su “lado oscuro” y reconciliarse con una identidad que ella misma describe como de “bruja interior”.
Ese proceso la convirtió en guía espiritual para otras personas y en una voz que mezclaba el equilibrio físico con el equilibrio interior. Soldano comenzó a presentarse como un puente entre el cielo y la tierra, convencida de que su misión era inspirar y acompañar procesos de cambio.
En ese punto, lo personal - ha reconocido- se volvió político.
La visión de Milei
Según ella misma relata, durante una meditación tuvo una revelación: vio con claridad que Javier Milei sería presidente y que Argentina estaba destinada a convertirse en un “faro de luz” para el mundo.

Esa experiencia la convenció de volcar toda su energía al proyecto libertario. Abandonó sus ocupaciones empresariales y se sumó de lleno a La Libertad Avanza, con la misma intensidad con la que antes se había entrenado para competir en el escenario fitness.
“Estoy 24/7 con este proyecto”, repite como consigna.
Su militancia se transformó rápidamente en un rol de liderazgo. En Córdoba, el diputado Gabriel Bornoroni, uno de los armadores más importantes del espacio, la presentó como referente en Río Cuarto. Así, la modelo y entrenadora se convirtió en una de las caras visibles de un proyecto político que apuesta por figuras disruptivas y mediáticas, capaces de captar atención en escenarios donde la política tradicional suele sonar acartonada.
Un perfil disruptivo y polémico
El estilo de Soldano rompe con los moldes clásicos de la política. Su discurso mezcla el rigor de la disciplina corporal con el lenguaje de la autoayuda, los mensajes místicos y la defensa irrestricta de la libertad como valor absoluto. Habla de energía positiva, de yin y yang, de luz y oscuridad, pero también de batalla cultural, de liderar una cruzada contra el statu quo y de alinearse con la misión que, según ella, encarna el presidente Milei.
En sus presentaciones públicas no se limita a discutir cuestiones técnicas: introduce relatos espirituales, visiones casi proféticas y advertencias contra redes de intereses que, asegura, manipulan la cultura y la política.
Para sus seguidores, esa combinación es refrescante. La ven como una outsider que no arrastra vicios de la política profesional, una mujer que lo dejó todo para sumarse a un ideal y que encarna la posibilidad de una forma distinta de hacer política.
En Río Cuarto, su presencia creció con rapidez: se la vio en actos partidarios, en recorridas por ferias y barrios, en reuniones con productores agropecuarios y en encuentros con jóvenes, siempre con un discurso cargado de símbolos y apelaciones emocionales.
Pero el mismo perfil que la hace atractiva también la vuelve vulnerable. A comienzos de 2025, su nombre quedó en el centro de la polémica por organizar una fiesta clandestina en un hangar privado y luego en su propia casa, dentro de un country.
Más de 270 personas participaron del evento, entre ellas menores de edad, con entradas pagas y sin habilitación oficial. Cuando la policía intervino, se resistió a firmar el acta, lo que derivó en un episodio de tensión que alimentó las críticas.
Ese episodio no fue aislado. En el interior del propio espacio libertario hay quienes miran con recelo su estilo. Algunos consideran que su discurso espiritual aporta frescura, pero otros creen que corre el riesgo de trivializar debates políticos con un lenguaje demasiado abstracto o cargado de símbolos.
Para sus detractores, Soldano encarna más un culto personal que una propuesta política concreta.
Ella, en cambio, insiste en que lo suyo es compromiso total. Argumenta que su legitimidad radica en la entrega: mientras otros militantes deben atender obligaciones laborales o profesionales, ella asegura dedicar toda su energía a La Libertad Avanza. Esa disponibilidad permanente es, según dice, lo que la convirtió en referente de Río Cuarto y lo que ahora la lleva a dar el salto a la lista de candidatos nacionales.
Su candidatura a diputada nacional la pondrá a prueba en un terreno donde no bastan las visiones ni las metáforas. Allí deberá demostrar si su historia personal puede traducirse en gestión, si su lenguaje espiritual puede transformarse en propuestas concretas y si su carisma alcanza para construir poder político real.