El trabajo productivo es un pilar fundamental para el progreso social. Sin embargo, en Argentina, apenas una de cada cinco personas en edad activa logra acceder a un empleo de calidad.
A propósito de celebrarse el Día del Trabajador, Idesa difundió una radiografía del mercado laboral argentino donde expone problemas profundos que no son nuevos y que exigen soluciones urgentes, según la consultora presidida por el economista Jorge Colina.
Los desafíos principales, de acuerdo con el análisis de Idesa, son la alta inactividad, la baja calidad del empleo y los salarios muy deprimidos y desiguales.
Estos problemas, según el instituto, tienen un origen común: la falta de creación de empleos productivos.
Alta inactividad
La primera gran cuestión es cuántos argentinos trabajan. Según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del cuarto trimestre de 2024, la población urbana en edad de trabajar en Argentina asciende a 18 millones de personas. De este total, 13 millones, lo que representa el 73%, conforman la Población Económicamente Activa (PEA). Dentro de la PEA, 12 millones tienen empleo y un millón busca trabajo activamente y no lo consigue.
Sin embargo, la cifra preocupante reside en los cinco millones restantes, que constituyen el 27% de la población en edad de trabajar y se encuentran inactivos.
“Apenas uno de cada cinco adultos en edad de trabajar logra insertarse en ocupaciones de calidad, mientras que el resto enfrenta formas más precarias de inserción laboral o directamente la inactividad”, dice el estudio. En este conjunto inactivo hay estudiantes y personas desinteresadas por falta de incentivos.
Empleo de baja calidad
Más allá de cuántos trabajan, también es grave en qué condiciones lo hacen. Aquí es donde la precariedad se vuelve la norma para una gran parte de la población.
De las 18,6 millones de personas en edad de trabajar, sólo cuatro millones consiguen acceder a lo que se considera un “empleo de calidad”. Este segmento se compone de asalariados privados formales o cuentapropistas profesionales. La cifra representa apenas el 21% del total de personas en edad laboral.
En un marcado contraste, 6,2 millones de personas tienen trabajos calificados como de baja calidad.
De otra forma: apenas uno de cada cinco adultos en edad de trabajar logra insertarse en ocupaciones de calidad. El resto enfrenta formas mucho más precarias de inserción laboral o directamente la inactividad. Esta baja calidad del empleo, con solo 1 de cada 3 ocupados teniendo un empleo formal registrado, es otro de los grandes desafíos pendientes.
Ingresos deteriorados y desiguales
El tercer desafío es cuánto ganan los trabajadores, según Idesa. En un escenario caracterizado por el estancamiento productivo y una alta inflación persistente desde hace largos años, los ingresos laborales en Argentina han sufrido una pérdida constante de su poder de compra.
Entre enero de 2019 y enero de 2025, el salario real de los trabajadores registrados en el sector privado experimentó una caída del 9%.
La situación es aún más dramática para los trabajadores informales, cuyos ingresos reales se desplomaron más de un 25% en el mismo período.
Esta disminución generalizada, que impacta a todo el mercado laboral, ha dejado a la mayoría de los trabajadores con ingresos reales en niveles históricamente bajos, sin importar su sector o régimen laboral, analiza la investigación.
Pero la problemática de los ingresos no se limita a la caída general; también se observa una marcada desigualdad según el tipo de empleo. Al comparar los ingresos de un asalariado privado registrado con los de un trabajador informal, la brecha es abismal.
Por cada 10 pesos generados en el empleo formal, un trabajador informal apenas produce cinco. Esta disparidad refleja la profunda desigualdad estructural del mercado laboral y limita considerablemente las posibilidades de progreso para quienes se encuentran en la informalidad.
Desafíos del mercado laboral argentino
Para Idesa, los problemas (inactividad, precariedad laboral y desigualdad salarial) tienen un origen común: la falta de empleos productivos. “Esto se debe a reglas laborales que desalientan la contratación genuina y protegen intereses corporativos y burocráticos más que a los trabajadores”, asegura el informe.
Según la investigación, las trabas principales son la legislación laboral, el sistema educativo y la degradación institucional.
El texto, respecto de los problemas de índole legislativo, habla de “altas cargas sociales”, de “convenios colectivos diseñados para grandes empresas”, de “incertidumbre judicial” y de “burocracia excesiva”.
En cuanto al sistema educativo, Idesa explica: “La baja calidad educativa golpea la empleabilidad”. Por otra parte, dice, “décadas de degradación institucional y malas políticas explican el estancamiento del mercado laboral”. Y agrega: “Sin una reforma profunda del sistema educativo y laboral, no será posible revertir la falta de empleo productivo ni impulsar un progreso social verdadero”.