El expresidente Mauricio Macri reveló este domingo una de las principales incógnitas del proceso electoral nacional. En un mensaje grabado anunció que no será candidato para intentar volver a la Casa Rosada. La decisión del fundador del PRO deja a Patricia Bullrich, a Horacio Rodríguez Larreta y a María Eugenia Vidal –la exgobenadora había dicho que sólo se bajaría si Macri se postulaba– como los contendientes de una puja en el PRO que domina la escena en Juntos por el Cambio.
Uno de los dos máximos líderes de la política nacional dio un paso al costado, lo que no representa, sin embargo, dejar de influir fuertemente dentro del espacio opositor.
El otro gran interrogante sigue abierto: qué hará Cristina Fernández de Kirchner, en medio de un operativo clamor incesante para que revea su anuncio –tras ser condenada por corrupción– de no estar en listas en 2023. La declinación de Macri no es inocua para la estrategia del cristinismo. Lo que sí quedó descartado es que no habrá un duelo Macri-Cristina en las urnas, como en algún momento se especuló. Los extremos de la grieta siguen sin tener su “final del mundo” en el cuarto oscuro.
Macri no será candidato, pero sí tendrá la centralidad que fue construyendo gradualmente desde su salida del poder a finales de 2019.
El verano dejó postales evidentes de que es el principal polo de atracción opositor. Macri es a Juntos por el Cambio lo que Cristina es al Frente de Todos. Macri tendrá una cuota grande de poder sin poner el cuerpo.
Bullrich y Rodríguez Larreta –los dos principales precandidatos– despejan una inquietud que los atormentaba. Pero, al mismo tiempo, ahora se abre otro misterio inquietante: ¿se inclinará Macri por alguno de los candidatos “amarillos” o será neutral? A juzgar por los antecedentes, Macri siempre ha hecho jugar su parecer.
El expresidente tenía más motivos para no ser candidato que para serlo. Primero, no era seguro que ganara. Si bien en las últimas semanas, sus números personales en las encuestas mostraban una tendencia de leve repunte, el fundador del PRO lidia con un fuerte rechazo por fuera del espacio opositor difícil de revertir.
Un factor analizado en las entrañas del macrismo en las últimas semanas sumó argumentos para esta decisión comunicada este domingo. Un eventual segundo mandato de Macri iba a ser tomado como una continuidad del primero.
Cambio sin cambio. Ese aspecto le quitaba tiempo y tolerancia para implementar el programa de “shock” económico que dicen los opositores es la única receta para encauzar la economía. Macri no iba a tener la “luna de miel” o sus 100 días. Bullrich, Larreta o Vidal, eventualmente, podrán aspirar a tener otro margen de acción, pero Macri no.
En la negativa del exjefe del Estado también hay un factor familiar que pesó. Macri le había prometido a su familia que su paso por cargos ejecutivos había concluido. Pero en los últimos meses, ese compromiso parecía que podía reperfilarse, a medida que el protagonismo del expresidente crecía desde su residencia sureña de Cumelén, el santuario opositor por el que desfilaron los principales dirigentes de Juntos por el Cambio.
Macri no será candidato, pero sí hará pesar y con determinación su influencia en el armado electoral de Juntos por el Cambio en todo el país. “Renunció a ser, pero se quedó con la lapicera”, aseguran voces macristas en estos primeros momentos tras conocerse la declinación del líder del PRO.
Macri no estará en las urnas. Ejercerá el poder que ostenta desde otro lugar.
