La política cambia al ritmo de los acontecimientos. Eso parece haber entendido claramente Martín Llaryora, junto a Juan Schiaretti, quienes en esta elección legislativa nacional decidieron archivar el cordobesismo. Se aliaron con otros gobernadores para lanzar el llamado “espacio de la sensatez” (Provincias Unidas), con el objetivo de confrontar el modelo libertario que impulsa el presidente Javier Milei.
Por otro lado, puertas adentro, el gobernador y el exmandatario provincial volvieron a refugiarse en el peronismo, empujados por el desafío que les planteó Natalia de la Sota, quien decidió tomar distancia del oficialismo provincial y jugar con su propio espacio político.
Los lugares más expectables de la lista de Provincias Unidas fueron ocupados por peronistas. El cordobesismo murió a poco de haber nacido. O al menos -por ahora- fue archivado.
Así, entre dos fuegos, por un lado, el avance de Milei; y por el otro, la apuesta del delasotismo, los dos líderes del PJ cordobés ajustaron su estrategia electoral a los vertiginosos cambios del escenario nacional y a las nuevas tensiones a nivel local.
En el Centro Cívico pocos esperaban que los hermanos Milei (Javier, el presidente, y Karina, la armadora del partido) impusieran al desconocido Gonzalo Roca como cabeza de lista del espacio libertario en Córdoba.
Aunque no se trata de una contienda de trayectorias -se enfrentará un tres veces gobernador con alguien que apenas lleva 18 meses incursionando en la política-, la candidatura de Roca no deja de ser un desafío -cargado de incógnitas- para el oficialismo cordobés.
“Es una gran incógnita. Si la mayoría de los cordobeses vota marca y no dirigentes, estaremos en problemas. Pero creemos que habrá un reconocimiento a la trayectoria del Gringo”, confesó en la noche del domingo un encumbrado funcionario llaryorista.
Incógnitas de cara al futuro
Esa duda, compartida en voz baja por varios, refleja un hecho clave: el escenario de octubre genera incertidumbre dentro del oficialismo provincial. Aun así, defienden su carta fuerte: Schiaretti, a quien consideran “el mejor candidato posible”.
Pero no es el único factor que inquieta al oficialismo local, que ya ha dejado de autodefinirse como “cordobesismo”. Llaryora tiene otra preocupación central de cara a las elecciones legislativas del 26 de octubre: evitar que algún dirigente logre posicionarse como el gran referente opositor pensando en el lejano 2027.
En esa lógica, el peor de los escenarios hubiera sido que Luis Juez encabezara la lista libertaria, liderando la unidad de gran parte de la oposición local. También había inquietud respecto a los pasos que daría el radical Rodrigo de Loredo.
Finalmente, ninguno de los dos será candidato en esta contienda. Juez respaldará la lista libertaria, y es probable que De Loredo también lo haga, motivado no tanto por coincidencias con Milei, sino por su intención de bloquear el ascenso de su adversario interno, Ramón Mestre.
Así, la candidatura del ignoto Gonzalo Roca deja todo abierto en la oposición: el tablero para la disputa por el poder provincial, parece que no se definirá en octubre.
En este extraño escenario, tanto en el llaryorismo como en la oposición sobrevuelan la misma pregunta: los cordobeses, ¿votarán una marca, es decir, el sello libertario, o se inclinarán por nombres propios, como Schiaretti? La respuesta debería llegar con el resultado en la noche del 26 de octubre. O, tal vez, se sumen más interrogantes.